🦋 Capítulo XXVI: Dos mundos 🦋

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Meiga

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Meiga

Salimos de la cascada listas para ir hacer vigilancia, pronto el sol se meterá dándole entrada a la luna junto con las pequeñas lucecitas que brillan llamadas estrellas.

Volamos hacia el pueblo, por el camino pasamos por el bosque y a lo largo vi como alguien venía a caballo, detuve mi vuelo y pude ver a Izan –pensé que seguía con su futura esposa–. Soy tan estúpida que llegue a buscarlo y me encontré con la rubia desnuda y yo que creía que se llevaban mal. Seguí mi vuelo hasta alcanzar a las demás.

Llegamos al pueblo y algunas hadas se quedaron en el centro, otras se alejaron, varias quedaron atrás y las demás volaban por todo lado, yo me quede en el grupo de las que se alejaron un poco del pueblo.

Las horas pasaban hasta que llegamos a la madrugada. El pueblo es muy animado, las tabernas están abiertas y toda la gente anda despierta, seguro las desapariciones ocurren un poco lejos del centro.

–Todo está muy tranquilo –dijo Parisa, una de las hadas que protege a los humanos.

–Silencio todas –dijo Linetta, ella podía escuchar hasta cuando caía un alfiler–, viene de aquel lado, vamos vuelen rápido.

De inmediato todas las hadas convertidas en mariposa volamos hacia el lugar donde Linetta nos guiaba, pasamos una pequeña arboleda hasta que llegamos a un pequeño arroyo.

–¡Esperen! –dijo Linetta, ella cerro sus ojos–, vamos para aquel lado –señalo.

Fuimos hacia donde señalo, había un chico de cabello azul cubierto de sangre, tenía a su lado a una chica con moretones y rasguños.

–Es el –hablo Aisha.

–Vamos –dije.

–No espera –dijo jalándome del brazo.

–Esperemos a ver qué hace.

Nos quedamos vigilándolo unos minutos, hasta que al final dejo a la chica que tenía en el suelo tranquila.

Bajamos al suelo convirtiéndonos en humanas y con las alas de fuera por precaución, no acercamos hasta que se dio la vuelta y nos vio.

–Haditas –dijo con su boca llena de sangre–, ¿buscan algo?

Mi corazón latía rápido, sentía como mi piel se erizaba.

–Sabes cuánto daño has causado –reprocho Aisha.

Él se rio, sus ojos estaban rojos e hinchados.

–Me importa una mierda.

Aisha saco su látigo, el solo la miro y se lamio sus labios.

–Así que pretenden atacarme –dijo acercándose.

–Si hace falta, si –respondió Parisa.

Él dio una carcajada y de su cabeza salieron cuernos, de su espalda unas enormes alas blancas y sus ojos se oscurecieron.

APOSTELEANU I: Tres MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora