💫 Capítulo XVI: Dopamina II 💫

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Efelios

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Efelios

"La liberación de dopamina puede hacer que las personas se conviertan en adictos que siempre están buscando el placer y llegar a niveles cada vez más altos"

Salí tan rápido como pude, no podía perder el control con ella, no podía dejar que mis sentimientos crecieran, cuantas veces he dicho eso y cada vez lo ignoro más, es solo que no sé qué demonios me pasa que no puedo estar lejos de ella.

Camine por el jardín del palacio en busca de la salida, la noche está muy tranquila, el cielo estrellado y la luna brillando tan perfecta. Aún tengo la sensación de mis manos tocando su suave piel, mis labios besando su cuerpo y su aroma impregnado en mi nariz como un dulce. Desde que entró a la habitación con su camisón blanco sabía que sus pensamientos estaban ocupados por mí.

¿Cómo le explico a mi corazón que no puede latir por alguien que no puede ser más que solo una fantasía?

¿Cómo me explico a mí mismo esto que siento?

Estoy estúpidamente enamorado...

Al llegar a casa me tiré en un sillón, mis pensamientos se invadieron de su sonrisa y su risa —estoy realmente jodido.

Me levanté y caminé hacia la habitación, gire la mirada y por la ventana pasaba una chica, mi instinto me decía que fuera detrás pero algo dentro de mí no quería. Salí de la casa y ella iba alejándose, sentí su olor con el viento y corrí hacia alcanzarla, la jale del brazo y ella giro su mirada para verme, así que no lo resistí y le di un golpe en la cabeza hasta que quedó inconsciente.

Cargándola sobre los hombros llegamos a la casa, la acomode encima de la mesa y procedí a quitarle su ropa hasta que quedara completamente desnuda, amarre sus pies y su manos a las patas de la mesa con unas riendas. Si algo sabía bien de los humanos es que cuando duermen son muy vulnerables, casi no parecía que hubiera maldad en ellos.

Las mentes y los pensamientos de los humanos son muy diferentes entre todos, podía ver desde sus sueños más oscuros hasta los más inocentes.

La chica sobre la mesa abrió sus ojos después de pasar unos minutos inconsciente, yo me acerque y pase mi mano por su cabeza, lágrimas caían por sus ojos, su corazón latía fuerte, si seguía así podría morir de un paro cardiaco.

—¿Qué hace una chica hermosa como tú caminando sola por la calle a estas horas de la noche? —susurre a su oído.

Ella movía la cabeza de un lado al otro, tenía la intención de desatarse pero no iba lograrlo porque yo no se lo permitiría. Me subí encima de la mesa quedando arriba de ella, me quite mi camisa dejando mi pecho al descubierto, saque mis garras y con una de ellas rasguñe su pecho haciendo que sangrara.

La sangre corría y con mi lengua lamí aquel líquido rojo, ella seguía con vida y su corazón latía fuerte, sabía que tenía miedo y sus lágrimas no dejaron de caer en ningún momento; clave mis garras en su estómago haciendo que saliera más sangre, ella seguía llorando de dolor.

APOSTELEANU I: Tres MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora