⚜️ Capítulo XI: El cazador 🦋

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Izan Aposteleanu

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Izan Aposteleanu

Escondido en un arbusto con la arma en mano apuntando a su cabeza,mis manos temblando y mi respiración agitada, el ciervo tranquilo sin saber lo que está a punto de pasar; el silencio del bosque y de pronto lo único que se escuchó fue un disparo. Su sangre corría por todo el lugar, aquel animal en el suelo con sus últimos minutos de agonía.

—Ve por el Izan —señaló mi padre—, llévalo al palacio —dijo subiéndose al caballo para solo marcharse.

Me acerque hacia al ciervo. A lo lejos vi a una joven a su lado que lo acariciaba, de inmediato me escondí detrás de un árbol para que no me viera, puso su mano sobre la herida de bala que tenía el ciervo, cerró los ojos y múltiples brillos cubrieron la herida haciendo que sanara.

¿Qué carajos estaba viendo? —fue lo primero que pensé.

En un abrir y cerrar de ojos el ciervo se puso de pie y bajó su cabeza, ella lo acarició. El ciervo se fue corriendo, ni parecía que hace unos minutos le había disparado.

—Puedes dejar de esconderte —habló en tono serio, su voz se me hacía familiar.

Salí detrás del árbol y ella estaba de espaldas, -traía un pequeño vestido de flores descubierto de los hombros.

—¿Quién eres?, ¿qué acaba de pasar? —pregunte confundido.

Hubo un silencio por unos segundos, los cuales se sintieron eternos.

—¿Tú qué crees?, lo cure porque lo habías lastimado —dijo enojada.

—¿Quién te crees para hablarme así? —respondí en tono serio.

—Nadie, al menos no soy una cobarde que hace lo que le ordenan.

—Tú no sabes nada de mí —eleve la voz.

Ella empezó a reírse.

—¡¿Por qué no te das la vuelta y me dices todas esas cosas en la cara?! —hable enojado.

Ella se giró y me vio con sus ojos encendidos en un color dorado, los cerró suavemente y su cabeza se inclinó hacia atrás y su cuerpo estaba a punto de caer, corrí hacia ella y antes de que cayera al suelo la sostuve con mis brazos.

—Ey, despierta —toque su rostro.

Pasaron unos minutos y ella abrió sus ojos, pude observar que ya no eran dorados si no de color cafe, me miro unos segundos y se apartó rápidamente.

—¿Estás bien? —pregunte acercándome hacia ella.

—¿Qué pasó? —dijo desconcertada.

—Te desmayaste, tus ojos se iluminaron, ¿porque ahora los tienes de otro color? —pregunte tratando de buscar una explicación.

—Tengo que irme —hablo con la respiración agitada.

Se dio vuelta y corrió tan rápido que miles de brillos salían a su paso, se podía escuchar como cristales chocaban entre sí, alas pequeñas color vainilla casi transparentes salieron de su espalda y un resplandor iluminó todo el lugar para luego desaparecer entre tanto brillo, luego una mariposa apareció y voló tan alto que se perdió entre los grandes árboles del bosque.

APOSTELEANU I: Tres MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora