- Adelanto -

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Tenía que encontrar una posada antes de que anochezca, también tenía hambre así que procedí a robar unas manzanas de unos canastos que estaban afuera de un puesto de frutas. Más adelante encontré una pequeña casa donde había un hombre que al parecer vivía solo.

-Tu quien eres y como entraste -preguntó mientras entraba.

-Yo digamos que soy una de esas pesadillas que cuando te despiertas no recuerdas nada pero en tu caso no vas a despertar -reí.

De inmediato me acerque a él, lo tome del cuello levantándolo para ver como en sus ojos se refleja el miedo y la angustia -eso me excita tanto- luego lo lance contra una pared, aquel hombre cayó al suelo y me acerque sacando mis garras las cuales enterré en su estómago.

Sangre, había mucha sangre. Por lo general no asesinaba a los mortales de esta forma, pero necesitaba un lugar donde dormir.

Recorrí toda la casa, había cosas útiles y un poco de dinero pero por el momento eran suficientes para "sobrevivir". Los restos del cuerpo se los di a unos perros que había en la calle, la cabeza me la quede como trofeo y la puse en un estante.

Me bañe y me puse ropa que encontré en un armario de aquel hombre al cual hace poco había asesinado. Pasaron unas cuantas horas hasta que al fin ya era de noche así que salí de la casa para dirigirme a una taberna que vi en el camino, todo estaba muy animado, al parecer en este pueblo siempre estaban de fiesta.

APOSTELEANU I: Tres MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora