- Prólogo -

100 26 5
                                    

Rumania, Brasov.
1840

Si alguien les hubiera dicho a los hermanos Aposteleanu todo lo que pasarían en ese año, ni ellos se lo creerían. De alguna u otra manera cambiaron y maduraron; aunque ninguno se haya dado cuenta de lo que hacia el otro, siguieron juntos hasta el final a pesar de que las cosas fueran diferentes.

El reino de Rumania, dirigido por el rey Runar y próximamente por su hijo el príncipe Izan -quien hacía de todo por complacer a su padre y conseguir su aprobación en todo-. Claro que siempre tendría que haber un balance y eso lo marcaba la princesa Rania -quien es lo contrario a Izan, ella no buscaba su aprobación ni mucho menos complacerlo, se consideraba a sí misma como un alma libre-.

Dos reinos, uno a la vista de todo el mundo y otro escondido detrás del bosque, donde las plantas resplandecen como si tuvieran miles de brillos incrustados y las mariposas se convierten en pequeñas hadas encargadas de llevar el balance en la naturaleza. ¿Qué pasaría si un hada se enamora de un humano?, esa fue una duda que quedó plasmada y que por poco se descubría su respuesta.

La sangre, pureza y lujuria se transmitían cuando ellos dos se juntaban, ¿Podría él cambiar su naturaleza por ella?, ¿Amor o deseo? Juntos formaban lo que estaba bien y mal en la tierra, ella con su ingenuidad y el metiendo las garras en su corazón convirtiéndola en una persona fuerte y valiente, pero como siempre todo trae consecuencias también el amor y los sentimientos se esfumaron.

Amor, una palabra tan fuerte a la cual ellos le temían. Sabían que los destruiría y cambiaría todo el transcurso de cómo las cosas hubieran sucedido.

Tres mundos divididos en cuatro personas.

APOSTELEANU I: Tres MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora