⚜️ Capítulo XXXIII: Él lo sabe ⚜️

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Rania Aposteleanu

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Rania Aposteleanu

Amor, como podría describir esa palabra tan poderosa y a la vez tan inexplicable, ese sentimiento que hace mi cuerpo un carnaval de sensaciones, esa atracción emocional y sexual hacia una persona que sabes que por ti daría la vida entera con tal de estar a tu lado. Nunca pensé que sentiría eso, pero él con solo mirarme y acariciarme, hacía que sintiera como si lo tuviera todo, no necesito nada más que estar rodeada de sus brazos.

Los dos acostados en la cama de mi habitación, donde observaba cada parte de su rostro y pasaba mis manos por su cabello azul suave, como si estuviera tocando una nube; su sonrisa es lo más hermoso que he visto, cada vez que me mira con sus ojos azules como el mar me hace sentir segura.

–Tienes rato de mirarme así –dijo riendo.

–Así como.

–No sé, es solo que tus reflejan un brillo.

No sé hasta cuándo va a durar este pequeño pasaje de felicidad, quisiera que durara toda la vida, quisiera que nunca terminara.

–Te amo –paso sus manos por mi rostro.

–Te amo –respondí con una sonrisa.

–Amo tu sonrisa, de hecho amo cada parte de ti.

–¿No te cansas de decirme que me amas? –pregunte.

–Nunca me cansare de decírtelo, eres lo mejor que me ha pasado.

Sabía que no sería fácil que el dejara de ser quien por mucho tiempo fue, sabía que se esforzaba. La mayor parte del tiempo la pasaba en mi habitación, todavía hay cosas que debo arreglar y hablar con Emmett era una de ella.

–Pasa algo.

–Estaba pensando en Emmett.

–Rania sabes no quiero que tengas problemas con él por mi culpa.

–No te preocupes, yo terminare con él y me enfrentare a mi padre.

–No lo hagas –dijo–, tengo que decirte algo.

Me aparte y me subí encima de él, pase mis manos por sus hombros, el me tomo de la cintura, elevo una mano y aparto mi cabello.

–Yo... –suspiro–, no puedo quedarme en la tierra.

Sentí como un frio recorrió todo mi cuerpo.

–¿A qué te refieres? –pregunte confundida.

–Tengo que volver a donde pertenezco.

–No, no quiero.

–Pero...

–No puedes hacerme esto –dije con lágrimas en mis ojos.

–Rania yo...

–No sigas, me está doliendo –tome una de sus manos y la puse en mi pecho–. ¿Porque dejaste que te amara?, ¿porque carajos te acercaste si al final sabias que te irías?

APOSTELEANU I: Tres MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora