Efelios
—¡Efelios!, volviste a la tierra —preguntó.
—No —mentí.
—No me mientas —dijo.
—Ordenaste a que me siguieran, ¿verdad? —pregunte.
—Sabes que yo lo veo todo —respondió.
—Claro, se me olvidaba que eres el dueño de todo —bufe.
—Me desobedeciste, bajaste a la tierra a perturbar los sueños de las mujeres terrenales, ¿en qué estabas pensando? —dijo molesto.
—¿Cuál es mi castigo? —respondí luego de un silencio incómodo.
Mí herida en el pecho arde pero lentamente va curándose; no estoy acostumbrado a que mis heridas tarden en sanar. Aún tengo en mi mente aquella pelea con mi padre, fue muy fuerte y su castigo fue muy claro, "No quiero volver a verte, desde ahora eres un incubó que caminara entre los mortales". Me dijo mientras caía a la tierra, un rayo de luz atravesaba mi pecho, para luego caer y destrozar mis alas.
Después de pasar inconsciente por unas horas, la luz del sol dio en mi cara, me levanté y había muchos árboles, así que supuse que estaba en un bosque. Al levantarme mis alas sangraban, no podía arrancarlas así que las guarde para así quedar como un simple humano.
Camine y llegue a un pueblo, a las afueras de una casa había una capa negra, la tome y me la puse, cubría de mi cabeza hasta los pies. Seguí mi camino y llegué al centro de este, todos murmuraban acerca de un baile y de la presentación de la princesa. En fin cosas que siempre hacen los humanos.
Tenía que encontrar una posada antes de que anochezca, también tenía hambre así que procedí a robar unas manzanas de unos canastos que estaban afuera de un puesto de frutas. Más adelante encontré una pequeña casa donde había un hombre que al parecer vivía solo.
—¿Tú quién eres y cómo entraste? —preguntó mientras entraba.
—Yo... digamos que soy una de esas pesadillas que cuando te despiertas no recuerdas nada, pero en tu caso no vas a despertar —reí.
De inmediato me acerque a él, lo tome del cuello levantándolo para ver como en sus ojos se refleja el miedo y la angustia —eso me excita tanto—, luego lo lance contra una pared, aquel hombre cayó al suelo y me acerque sacando mis garras clavándolas en su estómago.
Sangre, había mucha sangre. Por lo general no asesinaba a los mortales de esta forma, pero necesitaba un lugar donde dormir.
Recorrí toda la casa, había cosas útiles y un poco de dinero pero por el momento era suficiente para "sobrevivir". Los restos del cuerpo se los di a unos perros que había en la calle, la cabeza me la quede como trofeo y la puse en un estante.
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APOSTELEANU I: Tres Mundos
Fantasía1840 en Rumania, Brașov. El Príncipe se enamoró de un ser de luz, la Princesa se enamoró de un ser oscuro, pero pronto su amor se verá afectado por las decisiones de su padre, alguno podrá dejar su felicidad por el futuro del reino... "El amor se f...