Capitulo 11: Entrenamiento Especial

112 18 17
                                    

Miércoles en la mañana y ya esperaba el fin de semana para descansar, después del incidente con los reporteros el lunes el ambiente de había puesto algo tenso en clases.

—Citla, ya nos vamos.

—Si ma.— respondí mientras terminaba de servirme el desayuno.

—Recuerda, nada de salidas, nadie puede venir a la casa.—me recordó las reglas de la casa mientras mis papás salían por trabajo.

—Tranquilo, como si pudiera hacer algo.—mi voz era neutra.

—Cualquier cosa, nos marcas, por cierto si necesitas algo Fujimi se ofreció a ayudarte.

—Gracias ma, pero estaré bien, no es la primera vez que me quedo sola.

—Cuídate mucho Citla, regresamos el Domingo.—hablo tiernamente mi papá.

Después de despedirse salieron hacia la estación de tren. La misión de la que me habían dicho fue adelantada y tuvieron que irse hoy mismo.

Terminé mi desayuno inicié la cuenta regresiva para expulsar el desayuno, al principio odiaba el amargo sabor que me quedaba en la boca, pero conforme pasaban las semanas ya me había acostumbrado a la sensación.

Pasados 5 minutos entre al baño como siempre, me hinqué a la altura del retrete, metí como siempre mis dedos hasta el fondo de mi garganta e inmediatamente mi cuerpo empezó a expulsar lo que quedaba de mi desayuno.

—¡¿QUE CHINGADOS TE PASA CITLALI ALEJANDRA?!— ese grito detrás mío me hizo brincar y levantarme de inmediato.

—¿Qu...que hacen aquí? No se habían ido ya.—tartamudeó nerviosa ante la mirada de mis padres.

—¡¿QUE SON ESTAS CHINGADERAS?! ¡AHORA ENTIENDO TODO!—gritó aún más enojada mi mamá.

—¡POR ESO HAZ BAJADO TANTO DE PESO! ¿QUE MIERDA TIENES EN LA CABEZA CITLALI?—el enojo de mi padre era igual o el doble al de mi mamá.

—¡¿DESDE CUANDO HAZ ESTADO VIÉNDONOS LA CARA DE IDIOTAS?!

No podía hablar o moverme por el miedo, me habían descubierto, no tenía escapatoria.

—¡CON UN CARAJO CONTESTA!

—¡¿ESTAS SORDA?! ¡TE ESTAMOS HABLANDO!

Estaba llorando, no podía formular ni una sola palabra, ver la cara de mis padres y escucharlos extremadamente enojados me daba miedo.

—¿QUIEN ERES? NUESTRA CITLALI.—recalcó la palabra nuestra.— LA CITLALI QUE CONOCEMOS, JAMÁS HARÍA ALGO COMO ESTO.—la mirada de mi papá era de decepción.

Sin embargo ese comentario encendió la ira en mi, el enojo aumentaba dentro de mi, al escuchar "La Citlali que conocemos" y sin filtro alguno el vomito verbal salió desde el fondo de mi ser.

—¿LA CITLALI QUE CONOCEN? ESA CITLALI SE QUEDÓ EN MÉXICO.— no me medía con mis palabras, la bomba había estallado.— ¡PERO CLARO COMO SE VAN A DAR CUENTA SI HAN ESTADO TAN OCUPADOS RECORDÁNDOME LO FELICES QUE SON EN JAPÓN!

—¡FÍJATE CÓMO NOS ESTÁS HABLANDO!—gritó igual o incluso más enojado que antes.

—¡NO YA ME CANSE! ¿QUIEREN SABER DESDE CUANDO LO HAGO? ¡BIEN! RECIÉN LLEGUE A LA UA, ¿CONTENTOS?

—¿POR POR QUÉ? ¿QUE PASA?—gritaba preocupada mi mamá.

—¡USTEDES NO SABEN LO QUE ES ESCUCHAR COMENTARIOS SOBRE SU CUERPO!

—¡¿POR QUÉ NUNCA DIJISTE NADA?!, ¡Pudimos buscar ayuda!— las lágrimas caían por el rostro de mi mamá.

—¿Cuando? Nunca están en la casa.—mi voz ya estaba ronca por los gritos y el llanto, pero una risa amarga salió de mi—¡PROMETIERON QUE NADA CAMBIARÍA! ¡Y MIREN NADA MÁS, TENGO SUERTE SI LOS VEO UNA HORA COMPLETA AL DÍA!

Tu me salvaste (BNHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora