1. El maldito rumor

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LEXIE

Abro los ojos de golpe, levantándome de un salto de la cama extraña en la que me encuentro.

Mi ropa está tirada al otro lado de la habitación desordenada que huele a papas grasosas y lo que podría ser alcohol. Llevo una mano a mis ojos, masajeándolos con cuidado y cayendo en cuenta de que ya amaneció.

Mierda.

Volteo rápido para ver a mi acompañante, quien está profundamente dormido con su cabello pelinegro muy despeinado. La sabana solo tapa sus partes bajas, las cuales por desgracia descubro que no llevan nada más que eso. Me fijo mi cuerpo, y maldigo al ver que estoy en las mismas condiciones.

¿Por qué siempre cuando voy a fiestas termino enrollándome con alguien?

Saco mis pies con cuidado, tratando de no levantarlo. Lo último que necesito es que tengamos que dirigirnos la palabra.

Me pongo mi falda y el top negro que traje ayer, cuelgo mi casaca de cuero en mi espalda y en la otra mano libre llevo mis botas negras.

Voy en puntas hasta la puerta, fijándome en no pisar los restos de comida que hay por el suelo y algunos ¿juguetes? de colección que podrían pertenecer a una colección de superhéroes.

Escucho un murmullo a mi espalda, cierro los ojos vencida volteando para enfrentarme a lo que podría ser un mal inicio del día. Gracias a Dios, solo se voltea de lado y sigue durmiendo.

Al menos tengo suerte en algo hoy. Espero.

Salgo victoriosa de ahí y camino por todos los cuartos de la gran casa en la que fue la fiesta mientras me pongo las botas en el camino. Muchas personas están tiradas por varias partes, algunos ya están despiertos y siguen bebiendo, mientras que otros solo roncan tan fuerte capaz de levantar a alguien de otro continente.

La luz del sol choca con mi cara y me veo obligada a cerrar los ojos con fuerza. Odio los días soleados. Solo hacen que sientas mucho calor y tengas que ponerte bloqueador o ir con gorra si no te quieres quemar; Además, no puedes ir con ropa larga porque empiezas a sudar como un cerdo y el olor queda en el ambiente.

En resumen: Odio el verano. Amo el invierno.

Me subo a la moto que me regaló mi papá hace dos años y me pongo en marcha cuando veo por la ventana al chico con quien dormí anoche. Grita mi nombre a mis espaldas y solo le saco el dedo medio mientras me alejo.

Acelero cuando llego a la pista central, me detengo al ver que la luz del semáforo se pone roja y aprovecho para poner una música en mi celular con mis audífonos.

Le subo el volumen al máximo y cuando la luz se pone en verde, vuelvo a avanzar.

Debo llegar a casa antes que alguien esté despierto, de preferencia que mamá no lo esté. Con papá puedo salirme con la mía y decirle alguna mentira piadosa, pero mamá es buena dándose cuenta cuando miento y cuando no.

Ir en moto hasta la casa se me hace super corto, y más cuando voy con la música. Cosa que se me facilita ya que llego media hora antes de las ocho de la mañana.

Apago la moto un poco lejos de la casa y la llevo a mi lado para que no haga ruido al llegar. La dejo en el estacionamiento con cuidado, me quito mis botas y camino de puntitas hasta la puerta trasera de la cocina. Atravieso todo el campo, sintiéndome victoriosa hasta que alguien a mis espaldas, carraspea y me quedo quieta en el primer escalón de la escalera.

Giro con cuidado y suspiro aliviada al ver que se trata de mi hermano.

Tiene un vaso de agua en su mano, en la otra un plato con dos salchichas y un huevo con la yema reventada. Aún está en pijama y enarca una ceja al verme.

Besos Que Duelen [Besos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora