20. El despertar

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LEXIE

Los párpados me pesan y apenas puedo llegar a escuchar a mi alrededor lo que está sucediendo. Una melena castaña aparece en mi campo de visión, con total preocupación reflejada en lo que puedo distinguir apenas algunas facciones del rostro, más personas se acercan y gritan cosas que no logro escuchar. Pestañeo unas veces más, pausadamente antes de desmayarme por segunda vez.

Unas manos tocan mi rostro y dos dedos me abren un ojo bruscamente, un rastro de luz aparece y no hago nada para impedir que me moleste a pesar de que es así. Ya no me encuentro en el lugar de antes, lo que antes era una persona joven con gran cabellera, ahora está sustituida por un hombre mayor con apenas cabello.

Todo a mi alrededor es únicamente de color blanco y una que otra pared celeste, o lo que logro ver de esta cuando giro mis ojos y se vuelven a cerrar.

—¿Pu...e...d oí...me ...wi...am...s? —Una voz se escucha a lo lejos, apenas puedo descifrar que eso es lo que trató de preguntarme.

Abro ligeramente los ojos o más bien lo hacen a la fuerza, trato de buscar a alguien que pueda conocer entre tantos doctores y enfermeras corriendo conmigo en la camilla, pero no logro ver más allá de pocos centímetros y de nuevo la oscuridad aparece en mi vista nublándome todo y volviendo a desmayarme.

Me termino de alistar frente al espejo de mi cuarto, con la música a todo volumen y escuchando como al otro lado de la puerta Eider me grita que le baje porque no dejo que él escuche la suya.

—¡Fuera enano! Ponte audífonos si quieres escuchar música tú solito.

Los golpes se detienen y sonrío victoriosa.

Acomodo todo en mi habitación y bajo despacio de no caerme con los tacones enormes que traigo. Mi madre me espera abajo, con una sonrisa enorme en el rostro y un pañuelo con flores en la mano. Mis favoritas, un ramo de tulipanes.

—Luces hermosa Lexie, hoy será un gran día.

Frunzo el ceño, ya olvidé que estábamos celebrando. Camino con ella por la casa y veo que hay varias cajas por el lugar con cosas envueltas. Espera, ¿nos vamos a mudar? ¿Estaremos despidiéndonos de la casa con una fiesta? Busco a papá por todos lados, pero caigo en cuenta que está afuera en cuanto mamá abre la puerta.

Salgo tapándome la cara con la mano por la cantidad de gotas que caen en el cielo debido a la lluvia. Veo a papá mirando hacia el pasto que está maltratado y con mucho barro alrededor, al igual que en su cuerpo y rostro.

—¡Papá! —Lo llamo, pero no me hace caso— No es hora de jardinería, te estás ensuciando todo.

Mamá pasa por mi lado, adentrándose a la lluvia al igual que él. ¿Qué les sucede?

—¡Mamá! ¡Papá! —Eider grita desde adentro, ambos giran hacia mi hermano que sale corriendo con unas cosas en las manos que no logro ver con claridad. La visión se me está volviendo borrosa cada vez más.

Los tres se paran junto a lo que parece ser un hueco en medio de nuestro jardín y miran hacia el interior. ¿Qué hay ahí?

Camino lo mejor que puedo, tratando de no resbalar, pero se me dificulta con los tacones altos, el lodo y la lluvia mojando todo a su paso. Me tambaleo y caigo de rodillas casi al borde del pozo.

Ahogo un grito de terror al ver que es un ataúd, pero lo que me asusta más es que está vació. Giro a verlos.

—¿Qué pasó? —Pregunto, sin creer lo que estoy viendo.

Besos Que Duelen [Besos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora