28. La cabeza en las nubes

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LEXIE

—Yo opino que sea con temática de rosas.

Eider arruga la nariz. Muerdo la tostada quemada y hago una mueca disgustada. ¿Cómo es que mamá le permite a papá cocinar?

—Eugh no. Mejor que sea futurista. Ya saben, al estilo Star Wars.

Volteo los ojos. Definitivamente no permitiré que esa sea la temática de la boda de nuestros padres.

Apenas ayer se comprometieron y hoy en la mañana estamos organizando todo de una vez.

Tampoco es que pudiéramos esperar tanto, ellos quieren casarse lo más pronto posible. No los culpo, tienen miedo de que lo retrasen y alguno de sus hijos no pueda estar presente para ese día.

Mamá sigue mirando las revistas de novias dándole un sorbo a su jugo de naranja mientras que papá mira la revista de deportes. No hace falta decir cuál está más emocionado por esto.

—¿Qué estilo te gustaría a ti? —Me acerco a mi madre por encima de la mesa.

Alza su mirada de los vestidos y me regala una sonrisa.

—Bueno la verdad es que yo estoy feliz con tal de hacerlo aquí en la casa.

Frunzo el ceño.

—¿En la casa? ¿No quieres alquilar un local ni una iglesia?

—No lo veo necesario Lexie, además no habrá muchos invitados —Suspira—. La casa es una buena opción.

—En ese caso la temática podría ser campestre y lo hacemos en el patio trasero. Necesitaríamos un par de mesas de madera al igual que sillas y no muchas cosas más, algo minimalista.

Asiente con la cabeza.

—Me gusta eso.

Eider resopla a mi lado.

—Eso es tan aburrido.

—Tú eres aburrido, renacuajo.

—Lexie. —La voz de advertencia de mamá hace que me muerda la lengua antes de decirle algo más.

—Iré a ver a Charlotte. Ha de tener hambre mi pobre araña.

Se pone de pie llevándose un tazón con pan y frutas.

Escucho que sube por las escaleras hasta encerrarse en su cuarto.

—¿Algún día se le morirá esa vendita tarántula?

—Lexie, no seas cruel. El pobre animal no tiene la culpa de que sea esta la casa a la que vino a vivir.

—No, papá tiene la culpa por haberla traído.

Ambas volteamos a ver al culpable. Papá levanta la mirada de su revista y alza sus hombros.

—¿Qué? No podíamos tener mascotas y Eider quería una, una araña no era mala opción... Ya no hay moscas gracias a ella.

—¿No podía ser un maldito pez? —Resoplo.

—No, además tu madre no es muy buena con los peces.

Mamá se ríe y le da un manotazo en el hombro.

Tomo la tostada de nuevo entre mis dedos para darle una mordida viéndolos con una sonrisa divertida en mi rostro cuando el celular vibra en la mesa a mi lado. Lo tomo dejando el pedazo de carbón a un lado, no me sorprende la persona que me escribe si no lo que me escribe.


Brisa: Hola Lexieee, ¿Cómo estás? ¿Estás libre esta noche?


Besos Que Duelen [Besos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora