36. ¿Qué demonios?

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CAYDEN

Nunca me creí capaz de sentir algo como lo que siento por Lexie.

Verla entre mis sabanas, desnuda y durmiendo tranquilamente como si hace unas horas no la estuve maltratando como a ella le gusta mientras gritaba mi nombre.

Hemos durado mucho más tiempo de lo usual, pero no me quejo. No tengo ni una sola queja.

Miro alrededor de la habitación viendo cada punto que hemos marcado: Mi escritorio, la alfombra, la ventana, mi pared, el baño y la cama. Creo que se desmayó cuando se vino por octava vez sobre las sabanas y fue ahí donde nos detuvimos.

Acaricio con mis nudillos su rostro, alejando los mechones rubios que caen como cascadas hacia atrás de su oreja. Inhalo el olor que emana, es una mezcla de coco con el aroma a sexo inundando todo mi cuarto.

Y huele a mí.

El reloj en la mesa de noche que tiene al lado indica las seis de la mañana. ¿Mi madre seguirá durmiendo?

Vuelvo a ver a la chica entre mis brazos que duerme como una bebé.

No puedo evitar pensar en Coral. Por momentos me recuerda ciertas partes de su rostro a ella, pero es obvio que no son la misma persona.

La última vez que Coral se presentó fui, tenía que ir. Era una especie de despedida por lo que alguna vez tuvimos o pudimos llegar a tener. Solo la vi cantar y me fui, ni siquiera le hablé. Preferí no contarle a Lexie que salí esa noche, no porque le quiera ocultar ese hecho de lo que tuvimos, solo que no quería tocar el tema de Coral. Quiero alejar todo lo relacionado con ella de mi vida.

Ver ayer a Lexie caminando en el altar fue más que suficiente para saber que ella es a quien quiero para toda mi vida.

Y sí, me jode muchísimo que también Bastian la haya tenido una noche.

Sigo sin poder superar ese hecho, pero sé que ella me va a preferir por encima de él, y eso lo cambia todo. Porque ahora ya me da igual todo, solo quiero poder tenerla conmigo para siempre, pase lo que pase.

Ronronea en mi pecho cuando acaricio su piel con las yemas de mis dedos, deslizando la palma de mi mano por su estómago. Tengo unas ganas enormes de despertarla y que me vea entre sus piernas, pero no quiero tocarla sin que me dé el permiso. No sé si sigue adolorida por anoche y ya no quiere seguir.

La voy a despertar, y si ella desea lo haré.

Deposito suaves besos por su hombro, deleitándome y marcando cada parte de ella como mía. Un susurro escapa de sus labios, gira la cabeza para abrir un ojo y sonreírme.

Me regala una sonrisa que tiembla mi mundo entero, dándome ganas de amarrarla a mi cama toda la vida y tenerla así.

—Buenos días, cariño. —Le doy un beso en los labios.

Se gira por completo para verme. Sus largas pestañas se agitan terminando de despertar para mirarme con sus ojos hermosos y verdes que tanto amo.

Anoche le dije la palabra con "a" y ella no respondió, no esperaba que lo hiciera, pero quería que sepa sobre mis sentimientos. Que yo la amo.

Amo a Lexie Williams.

Cada parte de ella, amo cuando se enoja, amo cuando me sonríe, amo la manera en que gime bajo y encima de mí, amo cuando duerme, amo cada maldito segundo en que respira. Amo hasta el lunar debajo de su oreja izquierda que apenas se ve por los mechones que lo tapan.

Amo hasta la mínima célula de su cuerpo, tanto amor siento por ella que, si algún día me la arrebata, creo que podría morir.

—Buenos días.

Besos Que Duelen [Besos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora