37. Una necesidad de disculpas entre tú y yo.

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LEXIE

Miro a mi tío sentado frente a mí en los sillones de la mansión Miller. Aún sin creer lo que presencié hace tan solo una hora.

—Deja de mirarme así, pensé que de verdad querías que ellos vengan.

—¡¿No notas el sarcasmo cuando alguien habla?! —Alzo las manos al aire.

La verdad no lo creí capaz de escribirle a mis padres donde pasé y con quién la noche de su boda, pero aquí estamos. Esperando a que ellos lleguen.

El grito de sorpresa que solté cuando lo vi fue uno único. Nunca, en mi vida, imaginé que el papá de Victoria pudiera meterse con Rose.

NUNCA.

Y haberme enterado que pasaron la noche juntos me hace creer que ahora los cerdos puedan volar.

Bueno si un pavo lo hizo en una navidad, todo es posible.

Cayden se encuentra ahora mismo bañándose, o terminando de hacerlo ya que lleva veinte minutos arriba. Luego de darme los mejores orgasmos de mi vida, creí y tuve esperanza de que repitamos nuevamente sin parar. Aunque no me quejo, el mañanero que me dio fue espectacular.

Todo se arruinó con la sorpresa de mi tío.

Sigo fulminándolo con la mirada cuando el timbre suena. No muevo un solo pelo cuando Rose es quien abre la puerta y recibe a mis padres.

—¡Lexie!

La voz de mi madre suena tan fuerte que me sobresalto. Giro la cabeza para verla en la entrada con los brazos cruzados y mi padre atrás quien termina de saludar a Rose.

Su mirada luego recae en Adonis

—Contigo hablaré después. —Lo señala.

Me pongo de pie cogiendo mi cartera entre las manos.

—Hola.

—Nada de "Hola". ¿Cómo se te ocurre desaparecer en mitad de la noche? ¡Y para venirte con Cayden a su casa! —Mira a Rose quien enarca una ceja— Sin ofender.

Mi padre pasa por su lado para acercarse a mí.

—Lexie, ¿por qué no nos dijiste a dónde ibas?

—No es toda su culpa.

Cayden aparece bajando las escaleras y pasa de ellos para ponerse a mi lado. Un brazo envuelve mi cintura pegándome a su pecho, inhalo el olor de su colonia masculina y suspiro. Alzo la mirada por mi hombro para encontrar su mirada puesta en mis padres, tiene el cabello aún mojado y pocas gotas resbalan por el borde de su rostro. Luce tan exquisito con la camiseta blanca ajustándose a su pecho y los pantalones sueltos oscuros.

Papá alza la voz nuevamente llamando mi atención.

—Claro que no, tú también tienes algo que ver.

—¿Perdón? —La mamá de Cayden habla— A mi hijo no le hablen así que yo no he insultado a Lexie.

—¿Ah no? —Mamá la encara— ¿Y qué tal ese día cuando se fueron a la cárcel ambos?

—¡No era una cárcel! Solo nos metieron a una estúpida celda un par de horas. —Alzo la voz por encima de todos.

Rose se cruza de brazos mostrando el ceño fruncido.

—Eso fue hace mucho tiempo, y ahora soy una mujer diferente. Toda la mañana he tratado bien a su hija así que no vengas a tildarme de cosas si no sabes nada, Noemi.

Besos Que Duelen [Besos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora