21. Hicimos estos recuerdos para nosotros mismos

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LEXIE

—¿Qué haces aquí? —Es lo primero que digo al ver a Bastian entrar por la puerta.

Luego de cuatro días es la única persona que veo a parte de mi familia y la de Victoria. Me fijo su ropa de entrenar que usan normalmente los del equipo y caigo en cuenta que viene de ahí, por el ligero sudor que recorre su frente.

Parece que no se dio cuenta que le he hablado, por lo que decido volver a hacerlo.

—¿Bastian qué...?

—Solo vine a ver como estabas, Lexie —Me corta—. Sí te había oído.

Sigue paseando la vista por todo el lugar mientras habla, al terminar de ver hasta el último detalle su mirada recae en mí. Camina firmemente hasta llegar a mi lado y trato de no verlo directamente al rostro. No tengo idea de por qué estoy enojada, yo me desmayé en plena cargada y no pude contener por eso el equilibrio y ambos caímos; Sin embargo, tengo aún un sabor amargo en la boca.

—¿Cómo sigues?

Deja a un lado su maleta de mano y se sienta en la misma silla que hasta hace una hora había ocupado Victoria quien se saltó la primera clase por quedarse conmigo hablando.

—¿Cómo crees? Mi rutina es básicamente la de un bebé: Hacen todo por mí y yo no hago nada más que comer y dormir.

Froto mi rostro con ambas manos, desearía que Cayden esté aquí en vez de Bastian. Lo último que supe de él fue hace un día, que Victoria pudo hacerle videollamada y hablamos unos minutos antes que mis padres entraran al cuarto y la hora de visitas se acabaran.

Me había mostrado que estaba pintando una sorpresa para mí, pero no me mostró más que una paleta llena de pintura verde con tonos rosas y amarillos. No pude dejar de sonreír como una tonta cada que se quedaba mirándome y repetía lo linda que era.

Malditos sentimientos.

Sonrío nuevamente ante el recuerdo y muerdo ligeramente mi labio inferior, para cuando caigo en cuenta que aún tengo a Bastian al frente me recompongo y trato de fingir que nada pasó.

—¿Cómo les fue en el recital? —Inquiero.

—Bien. Raquel tuvo que salir como Julieta a última hora, ya sabes —Me señala con una mano y asiento—. Se le veía feliz.

—Me imagino.

Cruzo mis brazos y recuesto ligeramente la cabeza hacia un lado, mirando al techo. ¿Desde cuándo los azulejos están tan chuecos?

—Lamento lo sucedido. Debí cargarte mejor.

Inclino la cabeza a penas unos centimetros, lo miro de reojo.

—No fue solo tu culpa, Bastian.

Suspira y acomoda su cabello desde la parte delantera. Los músculos en sus brazos se contraen cuando empieza a estirarse y mirar para varios lados luciendo ligeramente nervioso. Toma rápidamente unas llaves de la mesa que supongo son suyas, por los diferentes tipos de llaveros que trae.

—Solo vine a disculparme, y ya lo hice —Explica—. Debo irme antes que el capitán se dé cuenta que no estoy, o peor aún: En donde estoy.

Hago una mueca al captar que se refiere a Cayden. Se levanta y cuelga la misma maleta de deportes con la que vine.

—¿Cómo está todo con él?

Se detiene a los dos pasos, gira para verme nuevamente.

—¿La verdad? —Asiento— No anda muy bien, Lexie.

Besos Que Duelen [Besos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora