16. Que alguien me ayude

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LEXIE

Practico como todas las mañanas mi respiración, con los ojos cerrados y mi cara en la ventana con los rayos de sol golpeándome la frente.

Últimamente me he sentido más cansada que antes, pero ha de ser debido al entrenamiento duro que estoy llevando con el protagónico. Incluso soporté los gritos de Toni al decirle que iba a cancelar mis shows de esta semana. Me está consumiendo por completo el ballet.

Los golpes en la puerta no tardan en llegar. Ocho en punto según me indica mi reloj de la mesa de noche.

—Hola cariño. —Entra mi madre.

Volteo con una sonrisa en el rostro. Su cabello rubio se encuentra a la vista destacando del castaño cuando se acerca a mi lado, lleva unos pantalones palo rosa suelto y la blusa blanca que mi padre le regaló por su aniversario del año pasado. Me da risa cuando la veo, porque siempre lucha con amarrar bien la parte del frente que él compró a propósito tan abierta para que se le vean sus lindos atributos.

—Linda blusa. —Me burlo.

Voltea los ojos.

—Tu padre me obligó a ponérmelo, como hoy día irá conmigo a la boutique por la inauguración de la nueva línea dice que quiere presumir la esposa que tiene.

Acomoda mi cabello hacia el frente, el color negro que heredé de mi padre apenas se nota cuando enrosca sus dedos.

Escucho un suspiro de su parte, no necesito verle la cara para saber que está a punto de llorar. La abrazo sin esperar que diga nada, su olor a lavandas me llena las fosas nasales y degusto del olor.

—Te amo muchísimo, Lexie. —Acaricia mi cabello.

—Yo más mami.

Bajamos a la primera planta minutos después de haber hablado y tenido nuestro momento madre e hija. Mi papá está frente a Eider quien le trata de poner la corbata mientras pausa un video en YouTube con cada paso que da, aunque cuando aprieta de este lo ahorca y empieza a toser desesperadamente.

—Y ahí la respuesta de por qué los hombres viven menos. —Mamá bromea.

—Y el por qué no puedo vivir sin ti. —Responde papá.

Ella se le acerca, acariciando el cabello de mi hermano que resopla en respuesta cogiendo su celular y sentándose lejos de nosotros en los sillones. Mi madre se pone entre las piernas de mi padre, sentado en una silla mirándola embobado.

Se susurran algo al oído que no alcanzo a escuchar por la distancia que tengo de ellos, pero en cuando jala de la corbata mi madre se pone roja de inmediato y le da un golpe en el pecho.

Quisiera que me den los tips de cómo hacer para tener un amor así de duradero y hermoso, donde nunca se aburren el uno del otro.

—Agh, ya empezaron con sus cursilerías. —Eider murmura a mi lado con el celular pegado a su cara jugando a algo relacionado con disparar a todos tus oponentes.

—Algún día pasarás por eso, renacuajo. Te gustará alguna chica.

—Nada que ver. —Se burla— Prefiero contarme un testículo antes que estar así de idiota por una mujer.

Volteo los ojos, ya quiero verlo cuando tenga su primer flechazo.

Mis padres se separan como si hubieran escuchado nuestra conversación y empiezan a correr de un lado a otro tirándose las cosas que el otro necesita.

—¿Tienes las llaves del auto? —Papá alza la voz revisando entre los cojines frente a nosotros.

Se gira a tiempo cuando mamá le lanza a la altura de su frente las llaves que suenan al golpearse contra los llaveros que le hemos regalado hace unos años por el día de la madre.

Besos Que Duelen [Besos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora