11. La familia de los secretos, parte II

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LEXIE

Victoria me aprieta más contra sí mientras termino de llorar luego de estar durante más de una hora en la misma posición fetal y con los ojos totalmente hinchados.

Un sentimiento completamente extraño y nuevo para mí se expande por todo mi pecho, haciendo que me duela como si algo se estuviera arrastrando y golpeando cada parte de mi interior hasta llegar a mi estómago y revolver lo poco que había desayunado. Pasé toda la noche con Victoria, luego de escuchar a mi mamá llorar sabía que no podía quedarme ahí. Me escapé durante la madrugada y desde entonces no he parado de llorar.

—Lexie, ya falta poco para que sean las doce. No has comido nada más que la mitad de una galleta.

Niego con la cabeza aferrándome a su regazo, como si fuera una bebé. Acaricia mi cabello con más delicadeza y la otra mano libre descansa en mi hombro sobándome.

—No quiero nada.

—Mamá tarde o temprano va a venir para verte... Se va a enojar si se entera que no comiste nada.

—No me importa.

La siento suspirar rendida ante la insistencia.

No puedo sacarme de mi cabeza la idea de que mi mamá piensa que la odio.

¿Yo odiarla?

No, es imposible. No podría odiar a aquella mujer que me dio la vida, que siempre estuvo cuando más le necesitaba y que me apoyó en varios casos. Aquella que cuando me sentía enferma siempre me cuidaba y dejaba el trabajo para atenderme, a mí y a mi hermano. Noemi Williams era una mujer que demostró ser fuerte ante todo lo malo, a pesar de su pasado que no me contó con detalle alguno; Sin embargo, sé que fue duro para ella el que mis abuelos la echaran de la casa solo porque amaba a mi padre. Sin contar que había perdido a un bebé en un accidente el cuál ella me dijo que fue porque sufrió una mala caída. No puedo ni imaginar lo doloroso que fue eso.

Escucho unos pasos acercándose y trato de limpiarme el rostro lo más rápido posible, a pesar de que mis ojos hinchados me van a delatar.

Mi tía entra con el celular en la mano y todo su rostro refleja preocupación que al mismo tiempo está mezclado con nerviosismo.

—Sí, aquí está.

Me mira alzando las cejas y señalando el celular.

—Tranquilo, ya te dije que está conmigo... Sí está bien, Eden.

Volteo para ver a Victoria quien se come las uñas con nerviosismo. Es una mala costumbre que ambas teníamos de pequeñas, pero con el paso de tiempo tratamos de dejar de hacerlo.

—Está bien, yo hablaré con ella.

Cuelga el celular y nos mira a ambas.

—¿Qué te dijo el tío? —Victoria murmura sacándose el dedo de la boca.

—Lexie, tus padres no tenían ni idea de donde estabas. Creí que ellos sabían que habías venido.

Trueno mis dedos torpemente sacándome conejos.

—Es que... nos peleamos, tía.

Las lágrimas vuelven a amenazar con salir de mis ojos.

Dejo caer unas cuantas cuando se acerca para darme un abrazo reconfortante. Inhalo su aroma a lavandas, tranquilizándome y respirando más calmada.

—Cariño —Me suelta, mirándome a los ojos—. Deberías de ir a tu casa, habla con ellos.

Miro hacia abajo, apenada.

Besos Que Duelen [Besos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora