17. Todavía estás en mi cabeza, atrapada por siempre

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CAYDEN

Su mirada dice más que mil palabras.

Tener a Lexie a tan solo pocos metros de mí me pone los nervios de punta, sintiendo una gota de sudor recorrerme toda la puta médula espinal cosquilleando con cada rastro que deja.

Sus fríos y oscuros ojos me escanean, repasándome como si pensara que no soy real.

—¿Podemos hablar? —Mi voz sale en casi un suspiro, combinado con el humo a causa del clima helado. El cambio de temperatura me pone de malas, y más aún cuando arruina varios planes que tenía pensado.

No dice nada, se remueve en su sitio arrastrando sus cosas hacia la derecha. Lo tomo como una invitación para sentarme a su lado.

Me recuesto a su mismo nivel, callado. Sé que yo debería ser el primero en hablar, que debo de decirle lo apenado que estoy de no hablarle. Pedirle perdón.

Solo no me salen las palabras.

—Me eligieron como Julieta en la obra. —Rompe el silencio.

Se gira para verme, esperando alguna reacción mía.

—¿En serio? Lexie, eso es genial. Eres la protagonista.

Una risa triste sale de sus labios, con un suspiro desde lo más profundo.

—¿No es genial? —Pregunto.

—Es... Complicado.

Me doy cuenta que no quiere hablar más de eso cuando dirige su mirada al cielo. Creo que solo lo mencionó para no tener un silencio incomodo entre los dos.

—Lexie, lamento mucho haberte ignorado la otra vez.

Alza una mano hacia arriba. Sus largos y delgados dedos juguetean de un lado al otro, bloqueando el paso del sol hacia su palido rostro, me fijo en las uñas que están ligeramente largas y sin pintar cortadas perfectamente, pero algunos callos en sus yemas son lo que llaman la atención. ¿Tocará algún instrumento de cuerdas?

—Pareciera que va a llover en un rato.

Chasqueo la lengua, haciéndole caso y mirando a donde señala las nubes negras. Una ráfaga de viento pasa entre nosotros haciéndome tiritar.

—Estoy tratando de arreglar las cosas...

—Y yo no quiero hablar de eso. —Me interrumpe.

—¿No quieres que te explique lo que pasó?

Un retumbo de estallido no tarda en llegar, al parecer la lluvia se acerca más rápido de lo pensado.

Se levanta del suelo en silencio recogiendo sus cosas casi a tropiezos.

—Lexie. —La llamo, pero no me mira.

—Será mejor que entre antes de que me moje.

—Estamos lejos de los salones, cuando llegues la lluvia ya habrá empezado. —Aviso.

Me mira de pie, recogiéndose sus mechones en un moño improvisado con el colet viejo que traía.

—Entonces solo me alejaré de ti.

Cuando da un paso la gota de lluvia traspasa las grandes hojas del árbol y me cae en el rostro, seguida de una y otra más hasta volverse una cantidad incontrolable.

Maldice en voz baja poniendo una mano en su frente y corriendo para huir de aquí. De mí.

Me levanto y camino detrás de ella tapándome con la mochila en la cabeza. Con cada paso que doy salpico chorros de charcos formados en un segundo.

Besos Que Duelen [Besos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora