EXTRA 1

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NOEMI

16 años antes, verano

—¡Cuidado con las flores! —Grito nuevamente al ver que Lexie estaba a punto de pisar los tulipanes que apenas habían empezado a florecer.

Mi hija mayor se detiene de golpe y los rodea mientras que Victoria sigue corriendo tras de ella. Como cada verano Pamer decidió venir unos días con Adonis para pasar tiempo juntos con Eden y los niños. Yo me encontraba acomodando la mesa del patio para poder almorzar lo que Eden cocinaba en la parrilla junto con Adonis y por momentos discutían sobre si la carne ya estaba en su punto para ser sacada del fuego.

—Hombres. Menos mal yo no sé nada de eso así que no me meto.

Pamer aparece por mi espalda riendo, deja un florero con algunas rosas amarillas en el centro de la mesa de vidrio ovalada. Mi pecho vibra por la risa y le dedico una sonrisa.

—Mientras podamos comer en paz, no digo nada.

Se deja caer en una de las sillas blancas bajo la sombra de la sombrilla.

—Es increíble. —Murmura.

—¿Qué cosa?

Dejo de arreglar para poder prestarle atención. Sus lentes oscuros descansan en su melena que poco a poco pierde el color rosado de las puntas, aún sigue vistiendo con su ropa que solía llevar cuando la conocí. Luce como una madre joven y adolescente. Me encanta.

Por mi parte decidí empezar a llevar más vestidos sueltos, desde que Eider nació noté que había engordado un poco más. Eden me decía una y otra vez diario lo bien que me veía y que no necesitaba cambiar, porque la manera en que esté me querrá.

Sin embargo, el usar vestidos me daba más libertad de moverme y correr detrás de Lexie que ahora parece una bala, está en esa edad donde para inquieta y no puede dejar de moverse. Eider ya empezó a dar sus primeros pasos y es igual de inquieto.

—Que tengamos una familia.

Pamer suspira. Yo aún tampoco me lo creo.

—¿Cómo va todo con tus padres? —Me pregunta.

—No los he visto hace años, Pamer. Lo sabes.

Alza un hombro.

—Nunca es tarde para poder volver a verlos, ¿no crees?

Escucho unas risas graves acercándose antes que pueda responder y no necesito girar la cabeza para saber que los cocineros y padres de familia se acercan con la comida lista.

—Te dije que ya estaba lista la carne. —Adonis canturrea.

—Sí, sí. Lo que digas.

Eden me rodea con los brazos y giro para depositar un beso suave y tierno en sus labios. Se siente como si fuera la primera vez. Con él siempre se siente así.

—¿Todo bien con la comida?

—Excelente.

Vuelve a besarme y me suelta cuando escuchamos un ligero lloriqueo.

Lo aparto para caminar hasta mi pequeño Eider quien se aburrió de jugar en su tapete de bebes con los carritos.

—Hola mi niño. —Me pongo de rodillas y lo cojo en brazos.

Recién había cumplido los nueve meses hace poco pero ya tenía tantas energías como uno de dos años. Queriendo caminar a la fuerza para correr tras de su hermana y prima.

—¡Oh claro! Ahora él es más importante que yo.

Me río ante la protesta de Eden.

Ambos nos sentamos con nuestro hijo y el bebé ríe cuando lo ve. Alza sus manos en su dirección y balbucea dando a entender que quiere estar con su padre y no conmigo.

Besos Que Duelen [Besos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora