26. Es una hermosa noche

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LEXIE

Vuelvo a verme en el espejo por decima vez en los últimos cinco minutos.

Mis dedos recorren cada parte del vestido, buscando algún imperfecto en este. Pero no encuentro nada. Es completamente perfecto.

El vestido negro se amolda a mi figura, por la parte superior es totalmente liza y recta apretando mis pechos haciendo ver que parezcan más grandes de lo normal, dos tiras en los hombros hacen que la prenda se mantenga en su lugar y no tenga que estar acomodándolo a cada rato. La abertura en mi pierna le da el toque sensual que busco y siempre trato de desprender y transmitir a todos aquellos que me vean y conozcan. La parte inferior del vestido me llega hasta por encima de mis pies, poco más abajo de los gemelos.

Me doy media vuelta viendo que los diminutos hilos negros estén bien sujetos en mi espalda y la parte superior de mi culo apenas es tapado por la suave y delgada tela.

Solo espero que mi padre no muera de un ataque al corazón por verme así.

Me acerco hasta mi cama para coger mi cartera de noche y el celular, pero me detengo al levantar la mirada y encontrar el cuadro de Cayden en el medio.

No puedo evitar sonreír como una completa estúpida colegiala. No es como si me haya dicho que me ama, quiere casarse conmigo y tener mil hijos. Sin embargo, este detalle es mucho mejor que toda esa mierda básica de novios donde solo se prometen cosas para luego nunca cumplirlas.

Mi sonrisa se desvanece al ver mi peluca tirada por debajo de la cama. Hace varias semanas que no vuelvo al escenario, Toni debe de estar furiosa conmigo por no responderle las llamadas ni mensajes. Luego me encargaré de ello.

Con la punta de mis tacones oscuros golpeo la melena rosada hacia adentro de la cama y salgo de ahí.

En medio del camino del pasadizo me detengo asombrada, porque mamá decidió salir al mismo tiempo que yo. Definitivamente heredé la belleza de ella.

La tela del vestido color perla es totalmente de seda, tiene la parte superior de los pechos cruzados y una delgada tira los mantiene en su sitio. Al igual que mi largo llega hasta sus pies, pero sin tocar el piso. Tiene mí misma abertura en la pierna, pero a ella se le ve, Dios, muchísimo mejor y sexi que a mí.

—Si papá no se desmaya al verme así, contigo se muere. —Es lo primero que se me escapa al recorrerla por completo.

—Por Dios, que cosas dices Lexie. —Mamá camina firme y con la cabeza en alto acomodando sus risos. Apenas y se ha maquillado. Que bendición, yo me pasé dos horas para arreglar mi rostro de masacrada.

—Te ves preciosa mamá. Eres como un ángel que le gusta hacer maldades.

—Y tú eres un diablillo que parece ángel.

—No, soy un diablo y parezco un diablo —Me encojo de hombros—. No me quejo, me gusta hacer creer que soy mala.

Niega con la cabeza y se detiene en el primer escalón, mirando hacia el piso inferior. Una sonrisa para nada angelical aparece en su rostro y se gira para mirarme.

—¿No quieres bajar primero?

Sigo su mirada y me encuentro con mi padre y Eider quienes están esperando que bajemos. Vuelvo a verla y me doy cuenta lo que busca, quiere causar sorpresa y revoloteo. Me encanta.

Le sonrío y paso por su costado bajando por las escaleras de madera y resonando mis tacones.

Entro en el campo de visión de mi padre y hermano, sus rostros son completamente graciosos al nivel de tomarles fotos y hacer un meme de ellos.

Besos Que Duelen [Besos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora