40. Te di todo lo que tenía y lo tiraste a la basura

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CAYDEN

¿Alguna vez escucharon hablar del corazón roto?

Ya saben, esa mierda adolescente donde si no te acepta ser tu novia la chica que te gusta, vas corriendo a llorar con tus padres o te encierras en tu habitación jurando que nunca más serás feliz pero luego estás jugando play.

Quisiera que fueran una de esas veces, pero es peor. Es mucho peor.

Mi madre se ríe mientras Adonis lanza otro chiste sobre la mesa.

Victoria a mi lado remueve la comida incomoda, es raro verla tan seria y triste. Su mirada conecta con la mía unos segundos antes de desviarla hacia mi madre que le lanza varias preguntas y se recompone al instante para responder como si fueran preguntas para ganar la lotería.

Oficialmente mi padre ya no vive en esta casa.

Oficialmente Adonis ahora vive aquí.

Oficialmente tengo el corazón roto por culpa de una mentirosa.

No he querido saber nada de Lexie desde la noche que me enteré de su sucio secreto. ¿Cómo pudo haberme hecho eso?

Se estuvo burlando de mí todo el tiempo, jugando a tener la doble personalidad y me llenaba de palabras el oído mientras que la otra me manipulaba para hacer lo que ella quisiera.

¿Cómo pude ser tan estúpido?

Le abrí mi corazón, le di todo lo que tenia para dar y ¿Qué me da a cambio? Solo mentiras tras mentiras.

—Cayden —mi madre me llama—, ¿no vas a comer hijo?

Miro el plato lleno. Tiro los cubiertos contra la mesa y me levanto de un salto a la vez que la silla rechina a mis pies con mucha fuerza.

No me molesto en despedirme de nadie. No estoy de humor para jugar a la nueva familia feliz.

Escucho a mi madre llamarme a gritos, pero su nuevo novio la detiene diciéndole que me dé espacio.

Subo por las escaleras dando zancadas hasta llegar a mi habitación, cierro la puerta de un golpe temblando todo a su paso y mi mano viaja hasta el escritorio para tirar todo contra el suelo.

Tengo la vista borrosa, odio tenerla borrosa. Gruño mientras busco en el suelo los lentes de descanso y me los pongo. Con Lexie no los necesitaba.

No, mierda. Lexie ya no importa.

Ya. No. Me. Importa.

Cojo un cuadro blanco.

No me importa Lexie.

Agarro dos potes de pinturas del suelo.

Lexie está muerta para mí.

Meto mis manos en ambos colores y los esparzo por todo el lienzo blanco.

Lexie ya no existe más.

Pinto sin parar, sin dejar un solo espacio libre. Pinto sin parar. Hasta que mis manos duelen y la pintura se me acaba.

Hasta que ya no me duele.

Nunca dejaré de pintar, porque me duele. Joder, sí duele.

Me duele mucho no haberme dado cuenta de cuanto me mentía. Me duele no saber tomar nunca las decisiones correctas. Me duele no tenerla ahora conmigo.

Me duele cada puta célula de mi cuerpo, pero soy tan masoquista que prefiero mi dolor antes que cualquier otra cosa.

Merezco sufrir.

Doy tres pasos atrás, alejándome del lienzo con las manos en alto, mi camisa blanca está manchada y revuelta. Un sudor cae por mi rostro, ¿o es una lágrima?

Aprecio la obra de arte, una risa triste aparece al darme cuenta lo que hice.

El verde brilla en todo. Es el verde característico de los ojos de Lexie. El amarillo se une provocando que luzca como el color de su cabello y no puedo evitar gritar. Lo único que puedo pensar es en ella.

Se ha metido en mi cabeza y la única manera de que se aleje, que desaparezca es si me borran la memoria o muero. Desearía morir.

No importa cuánto luche, cuanto trate de odiarla. Ella ahora vive en mi mente día a día atormentándome, como un puto fantasma.

—¿Cayden?

Abren la puerta, pero no me inmuto. Las pisadas fuertes de unas botas me dan a entender de quien se trata sin voltear a verla.

—¿Qué quieres Victoria?

Mira alrededor de mi habitación la mejor amiga de ella. Tiene los ojos ligeramente más abiertos de lo normal, sus manos aprietan el borde de su camiseta azul mientras los labios sin pintar se abren de par en par observando cada cosa que se encuentra en su paso.

Trata de no pisar los objetos esparcidos por el suelo, cruza sus brazos en el pecho mientras se pone a mi lado para ver el dibujo. Me fijo ligeramente en su cabello perfectamente peinado hacia atrás envuelto en dos trenzas que se unen al final convirtiéndose en una sola. De cierto modo es muy diferente a ella físicamente y eso me hace sentir bien, necesito una compañía que no me la recuerde.

—¿Estás bien?

Aparto la vista de ella para centrarme nuevamente en el lienzo pintado.

—¿Te importa?

—Ahora seremos una especie retorcida de hermanastros. ¿Está mal que me interese?

Una risa burlona escapa de mis labios. ¿Nosotros hermanastros? Sin dudas es una gran y puta locura.

—Deberías preocuparte ahora por una mentirosa.

Traga saliva.

—No hables así de Lexie, no seas un idiota.

—Idiota o no, es la verdad. Me mintió.

Niega con la cabeza.

—No sabes toda la verdad.

—Entonces cuéntamela. Hazme entender por qué hizo eso, por qué fingió ser otra.

Se pone rígida cuando giro para verla.

—No me corresponde a mí decirlo.

—¡¿Por qué?! —Grito, da un paso hacia atrás asustada— ¡Pueden dejar de mentirme por una sola vez!

—No puedo Cayden —Alza la voz—. Ese tema es personas de Lexie y si se entera que te conté me mata.

Me enderezo, la miro desde mi altura. Doy una vuelta en mis talones nuevamente mirando la pintura.

—Entonces lárgate, Victoria.

Alza su mirada, pero no la veo. Camina de vuelta por donde vino, pero antes de cerrar la puerta se gira para verme.

—Solo quiero que sepas, que ella no está bien. No esperes que sea tarde para arreglarlo todo.

Cierra la puerta y lanzo el pote vacío de pintura contra ella. 


Okey, sé que el capitulo tal vez es muy, muy corto... Pero es justo y neceseario. 

El siguiente capítulo sí será largo como los anteriores, no se preocupen. Será subido en unos minutos. Adoro hacer maratón así corrido de capitulos.

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Besos,

-chicamisteriosa;)

Besos Que Duelen [Besos #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora