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Un sonido de alarma me despierta, maldita alarma te detesto

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Un sonido de alarma me despierta, maldita alarma te detesto.

Enjuago mis manos y lavo mi cara para despertar por completo, gracias al sucedo de ayer, por mi seguridad iré a tomar clases de defensa propia, sé golpear atacar, pero si en un dado caso me pasa algo es bueno saber defenderse con técnicas.

Camino hacia la cocina para revisar la refrigeradora y poder cocinar algo con lo que ya tengo, Pero al abrirla recuerdo que algunos de los ingredientes los utilicé cuando le hice comida a mi Eli.

Camino hacia las gavetas, esperando encontrar masa de panqueque o algo parecido, gracias al señor al parecer si había comprado una y me puse hacerla.

Preparé la masa en un recipiente, revolviéndola hasta eliminar los grumos o aire en ella, mientras con una mano sigo batiendo, con la otra intento alcanzar el sartén y sacar de la gaveta de abajo un aceite en spray, algunos usan mantequilla en barra, pero no tengo disponible así que con lo que haya.

Agarro un recipiente pequeño como medida para mis panqueques y lo dejo en la sartén mientras este se expande, regreso a abrir la refrigeradora y saco algunas frutas más para decoración que otra cosa, no quiero un panqueque vacío.

Corto a la mitad tres fresas, y la mitad de un banano en rodajas, pienso que más ponerle, hasta que me acordaba que tenía que girar la masa, agarro una espátula a la velocidad de la luz y lo giro, gracias a Dios, no se había quemado, reviso en algunas estanterías que más podría ponerle y me encuentro con miel y chocolate líquido, agarro el chocolate ya que no soy amante de la miel de abeja.

Cuando tengo todo preparado en la isla de la cocina, reviso si el panqueque ya está y lo dejo en un plato, se podría decir que está casi perfecto, hecho otra vez la masa y espero algunos minutos para volver a girarla, haciendo este mismo proceso hasta acabar la masa, al final quede con seis panqueques, coloco otro plato en la mesa y me sirvo tres coloco las fresas y el banano al lado y riego el chocolate encima de todo, tiene estilo de un restaurante, gracias nana por enseñarme a cocinar, tendré que visitarla un día de estos.

Al acabar, vuelvo a cortar unas cuantas fresas y la mitad sobrante del banano, coloco los panqueques restantes y decoro a mi gusto, cuando ya está listo, voy a mi habitación para darme una ducha algo rápida.

Me alisto y camino hacia la casa de Elizabeth, mientras veo feliz la comida que le llevo, a las mujeres además de enamorarlas con sinceridad, también aquí influye la comida y yo sé que esto le encanta a mi Eli.

Tres golpes en la puerta y mientras me limpio mis manos sudadas esta se abre, mis ojos se toman con los suyos, observo su rostro y solo me queda suspirar.

- ¿Qué haces aquí?.- levanto un poco el plato y creo que no se había dado cuenta de que llevaba un plato de comida, por lo que me hace pasar, sabiendo que son sus favoritos, mientras camino hacia la cocina, escucho como la puerta se cierra, ya he estado solo con ella, no te pongas nervioso Daniel.

- Y-Yo... eh, te traje esto, pensé que tendrías hambre. - dije mientras ella se sentaba al lado mío y coloco el plato enfrente de ella.

- Deberías de haberle dado esto a tu novia, no a mi. - Sus ojos rodaron y una risa pequeña se me escapó. - ¿Qué es tan gracioso? - Dijo mientras agarraba un tenedor y empezaba a comer.

Sé que le gusta puedo ver sus expresiones al comerlo, pero su orgullo es más grande, una sonrisa se plasma en mi rostro por sus celos, pero la entiendo yo me pondría igual.

- Eli ella es mi...- el toque de la puerta me interrumpe.

Veo como arruga el gesto, y extrañada se va a la puerta. Un chico aparece por ella y veo como mi pequeña se tensa, me parece que lo conozco, me acerco para poner las manos en la cintura de Elizabeth, esta al sentir mi tacto se relaja y observo bien el rostro del hombre.

- James, ¿Qué se te ofrece?.- Habla mi chiquita, y de repente me pongo algo intranquilo.

- No sabía que estabas acompañada, hubiera venido en otro momento.- él me observó y note molestia además de un cierto rencor que desconozco la causa.

Me tenso al imaginarme a Eli con este hijo de puta.

- Yo... no, hablamos después, ¿Si?. - Dijo mi pequeña y este tuvo que ceder, mientras cerraba la puerta, me aparte de ella y camine hacia una de las grandes ventanas, mire como el chico se iba cruzando la calle, al rato, desapareció de mi vista.

- Daniel, Muchas gracias por la comida y lament...- la interrumpo.

- ¿Quién es él?.- pregunte con con calma para que no notara la preocupación que llevaba.

- Un amigo, quería intentar que tuviéramos algo salimos hace un día, pero no paso nada.- dijo observando como iba a reaccionar.

- Eli, mi querida Eli, te quiero mucho, por favor cuídate y no confíes en nadie.- iba a salir pero su voz me detuvo.

- Daniel... ¿Qué era lo que me ibas a decir?.-

- Te lo diré pronto, pero por ahora te pido que hagas eso, sé que suena pesado, pero, cuando salgas del trabajo llámame, si te pasa algo juro que me muero.- dije besando su frente para luego salir observando por última vez la dirección en mi celular.

Al llegar al lugar, veo como dos chicos estaban peleando, imagino poniendo en práctica lo que aprendieron y que al parecer voy a tener que hacer yo, veo como trata de esquivar los golpes hasta que uno le dio en el labio haciendo que este sangrara.

Espero no morir aquí.

Camino hacia la recepción, pagando de un solo el mes en que dura, según en catálogo, voy a obtener aprendizaje de ataque cuerpo a cuerpo, con armas ya sea pequeñas o grandes, además de objetos del entorno, me llamó la atención de un servicio que no muchos lo compran, que es el de área médica como tratar heridas o evitar morir hasta que llegue alguna ayuda externa.

Tengo altas expectativas con este curso, Es uno de los mejores de la ciudad y por lo tanto el más costoso, entro a una sala y veo como las mujeres que acompañan a sus novios o esposos no quitan la mirada de mí y eso me incomoda, aunque, por otro lado, me gustaría tener a mi Eli aquí, sería mi máxima inspiración.

- Bienvenido tú debes ser. - hecha una ojeada al papel arrugado en sus manos. - Daniel, ¿No?.

- Si señor.- el que será por ahora mi entrenador me da la mano luego de una breve presentación y repaso de las técnicas que se abarcarán con el transcurso del tiempo.

- Iniciemos con la clase. -

[...]

Un punzante dolor en la costilla me hace quejarme de dolor cuando me recuesto en la tina del baño.

La puta madre, si hubiera sabido que me iban a dejar casi sin riñón, no me hubiera metido.

Me quedo un minuto luego de una ducha relajante con agua tibia, paso mis manos por las partes afectadas dando leves masajes para evitar algún calambre, con lentitud me muevo hasta mi armario donde me coloco únicamente mi ropa interior, aunque el dolor en mis costillas sea incomodo tengo que aguantar, si me meto en algún tipo de pelea, el dolor no me será de distracción.

Al día siguiente me levanto y mando un mensaje a Elizabeth deseándole los buenos días. Mi desayuno no fue la gran cosa, un típico plato americano; Tocino y huevos acompañado de una tostada.

Llego hasta el gimnasio para recuperar musculatura, el entrenador me recomendó que para obtener aguante. Es bueno ejercitarse constantemente, cosa que hacía pero no todos los días.

Vuelvo a observar mi nevera y tomo nota de lo que hace falta.

Voy al garaje, elijo mi Audi negro y salgo de mi casa directo al super mercado.

Utilizando a mi mejor amigo gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora