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-¿Por eso el dunde no quiso a la princesa?

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-¿Por eso el dunde no quiso a la princesa?.

Mi abuela cierra el libro grande, en donde había entre cincuenta y cien historias, íbamos por la página noventa y nueve, estaba tan emocionada. Terminaría por fin un libro que conozco desde los tres años.

- Duende galletita, Duende.- paso una mano detrás de mi espalda para arrecostarme, eso significaba una cosa... "Ir a dormir"..

- Pero bubu, solo queda una historia, ¿No puedes contar ahorita?.

- Hagamos una promesa galletita, al cumplir veintidós años te contaré el último de los cuentos, ¿Si?.-

- Peor falta mucho para eso...- comente alargando la palabra.

- Mi niña tienes ocho, verás cómo pasa de rápido el tiempo.- dijo para luego acomodar la colcha caliente de flores y darme un beso de buenas noches.

- bubu.-

Los ojos avellana, me miran con dulzura y amor, regresa hacia mi mientras yo me siento en la cama.

- ¿Qué pasa mi galletita?.-

Estiro mi meñique hasta la altura del pecho.

- ¿Lo prometes?.-

Una sonrisa se asomó en su boca, mientras sus dedos suaves y con leves pliegues abrazaban mi gordito meñique.

- Lo prometo.-

De repente todo el ambiente comenzó a cambiar, mi habitación ya no era colorida, estaba en una casa algo descuidada, el suelo de madera estaba desgastado, una fogata al fondo llama mi atención, ahí estábamos mi abuela y yo, riendo como siempre lo hacíamos, cocinando y horneando pasteles junto con sus deliciosos postres, mire como un trueno caía y veo como mi abuela con dificultad se arrecuesta al lado del fuego cálido que da la chimenea, agarra un libro que podría reconocer en cualquier lado. "Ese libro".

Veo que mis ojos se iluminan al verlo y una sonrisa se plasma en mi cara, me acerco a la sala, pero no puedo escuchar lo que estamos hablando, solo veo los labios moverse, pareciera una plática interesante.

Mi cabeza está encima del hombro de mi abuela, ella entretenida lee los párrafos del que al parecer es el último cuento, mis ojos se cierran, al parecer disfruto de la lectura, mi abuela se toca el pecho pero le resta importancia, luego de cinco minutos veo como me da un beso en mi frente, y poco a poco ella va cerrando los ojos y una de sus muy conocidas sonrisas adornan su ya arrugado rostro. Observo como abro los ojos y comienzo a hablarle a mi abuela, sin embargo, esta ya no contesta, comienzo a moverlo, pero esta no se inmuta, veo como pongo dos dedos en su cuello y al ver el llanto desesperado y doloroso salir de mis ojos, me da entender que ha fallecido, un dolor profundo traspasa mi pecho. ¡NO!. Me niego a creerlo.

Utilizando a mi mejor amigo gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora