#48

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— Está despertando, quítate.

—Dale espacio Lara, por Dios — Las voces se hacen cada vez más claras e intento abrir los ojos.

La luz de la luna ilumina la estancia, están encendidas las lámparas en la mesa de noche. Daniel y Lara están a mi lado derecho cerca de la puerta.

Mi novio retrocede dándole más espacio a Lara.

— Dios mío mujer, casi nos matas de un infarto, gracias a Dios despertarte. Ya estaba por llamar a una ambulancia y llevarte al hospital, pero señor médico no me dejó. — Señalo a Daniel con la cabeza mientras este solo rodeaba los ojos para arriba.

— Está bien, solo es cansancio y falta de vitaminas.

— ¿Cómo lo sabes? — Giro la cabeza para verlo

Este desinteresado alzó los hombros.

— Tomé un curso.

— Si claro, un curso mi pene imaginario, ¿Hay curso de cómo ser una abogada sin estudiar las leyes? — Comenta con sarcasmo mi mejor amiga y prosigue al ver que Daniel abrir la boca — y no, no me contestes. ¿En fin te sientes mejor?.

Asiento con la cabeza.

— ¿Necesitas algo? —Niego la cabeza. — ¿Tienes sed?, ¿Hambre?, ¿Hombre?.

— Lo último no lo necesita, para eso me tiene a mí.

Lara se ríe mientras Daniel hace una mueca.

— Por lo mismo digo, necesita un hombre.

— ¡Eh!, no me ofendas porque cuando te replico las bromas sales llorando, mejor deja que mi pequeña termine de descansar. — Daniel se acerca a mi cabeza y besa mi frente. — Te amo. Casi nos matas de un infarto mi amor.

Me dijo mi amor. Joder díganme que no estoy soñando y si es así no me despierten.

— Gracias, Yo igual.

Los dos salen de la habitación y lo único que me pongo a pensar es en ese extraño sueño.

¿Será real?

Tengo miedo de que todo esto fuera una imaginación, una jugada de mi mente.

La dirección joder. Tengo que anotarla antes de que se me olvide.

Me siento en el borde de la cama buscando con la mirada mi celular o algo en que pueda anotar. Descarto la idea del celular, ni si quiera se encuentra aquí. Suspiro mientras perezosamente me levanto para al mini escritorio ubicado en la esquina de la habitación, abro los cajones y encuentro un plumón negro, rebusco si encuentro algún papel y...

— ¡Bingo! — Exclamo en voz baja y anoto la dirección que a duras penas puedo mantener en mi mente.

La puerta se abre dejando entrar a Lara y Daniel.

¿No que muy la privacidad y espacio para descansar?

—Ni mierdas, ya se lo que estás pensando— Enchina los ojos acusadoramente y sonríe a media pasando la bandeja por el escritorio— Te trajimos comida así y aprendes a no desmayarte por no ingerir alimentos saludables, a saber cuántas mierda haz comido. — Susurra lo último, pero es suficiente claro para que mi oído lo escuche.

—Exageras— Ruedo los ojos, y veo que sus ojos se enfocan en el papel rasgado donde hace algunos segundos escribí la dirección.

—¿Qué es eso?— Sus manos agarran el papel y Daniel se asoma, ambos leen el papel para luego dejarlo en su sitio.

Igual ni pensaba ocultárselo. Solo que carajo, muy pronto.

—Bueno tuve un sueño algo raro y en él me apreció esa dirección con otros detalles que no recuerdo tan bien justo ahora— Les digo resumiendo la mayor parte de la información, además no quiero que me llamen loca.

Utilizando a mi mejor amigo gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora