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**AVISO: Capítulo largo, en serio, muy largo**

Sus besos, suaves como porcelana, sus caricias, La intensidad con la que me cogía suevamente y me dejaba en la cama, las embestidas jadeantes realmente necesitadas de los dos, gemidos inundaban el cuarto, el sonido de nuestro cuerpo chocando.

Doce y cuarenta de la madrugada.

Escucho a Daniel Jadear mientras quedo encima suyo.

— ¿Hace cuánto no teníamos sexo?.— Pregunto mientras agarraba uno de mis senos.

— Mm... creo que desde el día que fui a tu casa.— Dije mientras iniciaba a alzar la caderas para luego caer en completo sobre su miembro.— Mierda tendremos más tiempo de hablar después.

Mi cuerpo se sentía en el éxtasis completo, los gemidos se hicieron, su pene penetraba mi vagina de un dos por tres, era una verdadera odisea. Horas cogiendo, deseos aumentados.

Nuestros cuerpos pedían más, querían ser saciados y en ello resultó dos horas teniendo sexo.

Luego de unas embestidas fuertes, el orgasmo estaba cerca, se sentía tan bien.

Un gemido ahogado salió de mi boca cuando siento algo caliente llenar mi interior, al segundo los dos fluidos se combinan, luego de una noche agitada, Salgo de su miembro y caigo cansada en su pecho.

Este nos cubre con la sábana y acaricia mi pelo.

— Te quiero pequeña, descansa.

Besa mi frente, una sonrisa cansada se forma en mis labios.

— Yo igual.—dije arrastrando las palabras

[...]

Un sonido agudo me hace abrir los ojos.

Tapo mi cara con la sábana, el sonido de una notificación termina por despertarme, suelto un gruñido mientras remuevo la cobija y observo a mi alrededor, lo primero que hago es regresar al pecho de Daniel.

Daniel.

Abro mis ojos al no sentir su presencia, entrecierro los ojos y me enfoco a mi alrededor, mi cuerpo totalmente desnudo. Un leve sonrojo tiñe mis mejillas, paso la mano a la almohada que yacía a mi lado. Tibia, Significa que no hace mucho despertó, lo raro es que no lo hizo conmigo en el trayecto. Me levanto con cuidado y abro la puerta con cuidado.

¿No hay nadie?.

Asomo mi cabeza por el espacio de la puerta abierta e intento intensificar mi audición para lograr escuchar algo. Al estar segura corro hacía el cuarto de lavado, Veo unas cuantas camisas de Daniel, escojo una negra y tapo mi desnudez. La suave tela de algodón me cubre dos manos por encima de la rodilla, su olor masculino impregna mi nariz y olfateo, sintiéndome tonta al sonreír como estúpida enamorada. Todo por la simple acción de oler una camiseta.

Retomo camino nuevamente a la habitación, me fijo en la puerta, la cual supongo es el baño y me dirijo hacia ella.

En uno de los cajones blancos terminado mate. encontré un cepillo nuevo, limpio mis dientes, lavo y enjuago mi rostro algo grasoso, arreglo mi cabello en un chongo mal elaborado y salgo del baño.

Salgo una vez más de la recamara y observo la cocina.

Donde rayos está Daniel.

Subo las escaleras, buscando cuarto por cuarto, hasta llegar al de él, abro cuidadosamente la puerta y me adentro en su habitación.

Su cama estaba arreglada, vi algunos libros esparcidos en su escritorio y otros amontonados en una mini pila al lado de la silla giratoria, un cubo de basura a la derecha la cual estaba llena. Curiosa me fije en cada libro, eran de Abogacía, y ciencias relacionadas a ella, algún que otro libro de meramente ejercicios y apuntes de la materia. Un libro negro llama mi atención ya que este no poseía distinción de algo, Deslicé el elástico y lo abrí, las primeras cuatro páginas estaban en blanco, luego de pasarlas junto a la sexta encontré una fecha de los meses pasados.

Utilizando a mi mejor amigo gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora