DOS

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 "She's a silver lining climbing on my desire" 

R u Mine?, Arctic Monkeys.



Para ser martes, la jornada de clases transcurría de la mejor manera, como ya nos encontrábamos a escasas tres semanas para graduarnos, los maestros solo se empeñaban en darnos consejos de vida, ya no había tarea, no habían complejas explicaciones por escuchar, todo se tornaba más interesante y sencillo a diferencia de lo que había sido los últimos años.

Sumergida en mis pensamientos, desde el cuarto asiento junto a la pared me encontraba yo ¿Y es que acaso no lograba sacarme al misterioso músico de mi cabeza?

Su canción y la manera en que recitaba cantando hacía que me corazón salte; y es que aquella melodía me encantaba, más bien, la amaba, recuerdo que junto a mi padre la cantábamos en vísperas de navidad cuando era apenas una niña , luego en el primer año de la secundaria ,John, mi primer novio, me la dedicó, estúpido John, solo fingía., ¡Imbécil!

Me quedaré únicamente con el recuerdo de mi padre, apuesto que le hace mejor a mi salud mental.

―Srta. Williams― alguien llamaba sacándome de mis pensamientos ―¿Se encuentra usted bien?― era Mr. Molina de nuevo

>>¿Por qué me lo pregunta? ¿Acaso tengo la cara paliducha o he estado tirando babas?<<

―Si.... claro, estoy bien― traté de despertarme y buscar si había algo en mi rostro, como recibos de saliva, por ejemplo.

El timbre de salida tocó y todos agarramos nuestras mochilas corriendo hacia los pasillos, todos seguían sus caminos cada quien en su auto, en el autobús y yo...a pie.

―Berni―llamaba Celine, podía reconocer su voz aguda y su melena rubia desde lejanías ―Vamos Berni ¿Que te está pasando? estas muy distante desde ayer―

―Solo me duele la pierna, es eso

― ¿Qué tal si vamos al café y fumamos unos cigarros?

―Yo no fumo Cel y jamás lo haré, es mortal.

―Está Bien,pero por lo menos acepta el café― trató de hacer un remedo puchero y me decidí a aceptar pues tal vez me venía bien despejarme un rato.

Llegamos a la cafetería, hablamos sobre estos últimos días en el instituto, Celine era una persona perfecta para charlar y se había convertido en un gran amiga en estos últimos tres años, conocía muchas cosas de mí, como yo de ella, era la única persona confiable en San Francisco y me alegraba el hecho de que tenía a alguien con quien contar.

―El baile de graduación es en tres semanas...¿Ya tienes listo a tu acompañante y el vestido?― Preguntó Celine

―No he pensado en eso aún, ya sabes, hay que dar los exámenes finales.

―Es cierto, pero de todas maneras hay que planear las cosas y la graduación es importante.

―Exacto, "La graduación", no "El baile de graduación"― apoyé mis brazos en la mesa dejándome todo mi peso allí

―Hay que conseguirte un galán y un vestido de Cenicienta―ambas lanzamos una risa vaga, Celine fue la primera en parar ―¡Ya sé Berni! vamos a chequear los vestidos para el baile, es cerca del museo― hizo un ademán con sus manos queriendo recordar el nombre exacto del lugar ― Cerca de donde te caíste.

Mis ojos seguramente brillaron cuando Celine me propuso aquello, no le había comentado nada a ella sobre el misterioso chico porque sabía que solo era algo pasajero y seguramente con lo quisquillosa y chismosa que es mi amiga, pensaría que tengo otras intenciones con el joven. Salimos de la cafetería y nos dirigimos en el Chevrolet Cruzze de Cel a la Boutique donde compraríamos los vestidos, era muy lujosa por fuera, no puedo imaginar los precios de las prendas, si solo la puerta del local se veía de un millón de dólares, posiblemente no podría pagarlo, pero Celine si, ella tiene las posibilidades y estaba aquí por ella, estaba tan ilusionada con el baile.

Entramos a la tienda y mis predicciones fueron más que ciertas, Belle Femme tenía los vestidos más hermosos de San Francisco, pero para una pueblerina como yo, esto era más que imposible. Celine no se decidió por un vestido así que optó por irse sin nada, con la convicción de que buscaría en otro lugar a mejor precio.

―Cel, creo que está bien si me dejas aquí, regresaré a casa sola, tengo que pasar por el supermercado― traté de esconder mi mentira y al parecer funcionó porque ella solo aceptó y se despidió de mí.

Cerca de la boutique quedaba el San Francisco Museum, a aproximadamente dos cuadras, caminé, por las calles llenas del tránsito vehicular del medio día , no hacia tanto frío, hoy el sol había hecho de las suyas.

Cuando era mi turno de cruzar por el pase cebra, lo vi allí, el joven estaba con su guitarra y un pedestal sosteniendo una libreta que seguramente eran para los acordes, me encontraba en la misma vereda que él, solo tenía que tomar unos pasos para llegar así que me armé de valor pisé con seguridad esperanzada en formar una cálida charla con él. Llegué y nuevamente me paré estrictamente en su frente, saqué del bolsillo de mi trenca unas monedas y las deposité en la lona del suelo , su rostro inexpresivo cambió al ver que dejaba las monedas para él.

Su voz retumbaba sobre mi cara y me hacía estremecer ante la dureza de sus palabras, pero es que este hombre cantaba cada canción que amaba,este chico era un completo genio.

En un punto del tiempo, su mirada chocó con la mía y pude ver el verdadero color de sus ojos -verde esmeralda- mientras rascaba su guitarra, su rizos caían haciéndolos flotar en el aire, quizás deba estar preguntándose qué hace está loca aquí parada viéndolo tan de cerca. Se encontraba con la misma chaqueta color caramelo de ayer, no tenía pinta de ser un vagabundo, tampoco tenía pinta de ser un millonario rebelde, se podía notar a leguas que era un hombre con muchas cosas que contar, no era un chico común, era alguien especial, sin duda.

Acabó de tocar la canción y miró rápidamente a su reloj de metal Cassio que por cierto, estaba muy gastado, empezó a recoger sus cosas ignorando mi presencia, fue un definitivo balde de agua fría para mí, pero era de esperarse ¿Qué me podría decir? "Hola Como estas? Estas viéndome mucho, te ves muy loca haciendo esto" ante eso, era un rotundo no. Traté de buscarlo con la mirada y mirar como recogía su equipo- que no era mucho- mis ojos curioseaba todo lo que estaba expuesto a la vista. El muchacho se levantó y me miró derecho a los ojos.

― ¿Por qué me miras tanto?― dio la iniciativa rascándose la nuca algo indispuesto.

―Ehm..yo...yo... vine por la música― intenté sonar natural ―me gusta la forma en la que...tocas la guitarra― se me ocurrió decir.

―-No quiero sonar grosero, pero... ¿Acaso tu mamá no te dijo que no hables con extraños?

― ¿Perdón? Tú comenzaste a hablarme.- reí ante su cinismo.

― Esta bien, eso es cierto― volvió a arreglar sus cosas ―bueno, entonces ¿quieres mi secreto? ―respiró un poco ―En el desayuno me como a colegialas con salsa blanca, eso me da inspiración― vaciló sin ningún pelo en la lengua.

Giré algo incómoda, no por el hecho de su tonto e ilógico comentario sino porque sabía que mi presencia no era grata

―JA! quería ver tu cara, soy algo bobo a veces, si fuera un poco más avispado no cantaría fuera de un museo ¿No crees?

― ¿Cómo te llamas?― Me atreví a preguntar

―No le digo mi nombre a desconocidos nena, es algo peligroso ¿No crees? –

Oh no trágame tierra

―Bueno pequeña... me tengo que ir, adiós― se apartó de mi lado y siguió su rumbo.

Me quedé fría como un faro en invierno, plantada justo de lado a las escaleras del museo, sin saber que hacer o que decir, sentí una corazonada, de esas que no te aguantas, así que opté por seguir mi primer impulso.

―Espera...oye tu― corrí hacia él ―Quisiera saber... ¿Qué tengo que hacer para saber tu nombre?― el solo rio mientras yo jadeaba exhalando vaho.

-Tienes que conocerme.






Cigarette Daydreams (H.S) © EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora