SEGUNDA PARTE: CINCO

47 0 0
                                    


Entramos a una pequeña cafetería, muy mojados, destilando agua hasta por nuestros oídos, me mantenía con la cabeza abajo, no quería que Harry entienda que estoy cediendo a sus juegos. En una mesa él se sentó enfrente, desvié la mirada hacia la ventana donde rodaban infinitas gotas de lluvia en medio de las tinieblas de la noche. En ningún momento pretendí verle a los ojos , pero muchas cosas no estaban bien empezando por mí. Julie me había pedido un favor en el cual tenía que buscar al mismo Harry, el cual me había arrebatado el corazón y hablarle de su madre fallecida. Nada está yendo bien y eso es exactamente lo que pasa cuando no hay un plan establecido en la vida, se vive a deriva sin saber qué hacer.

― Eres listo ¿Sabes? ―me atrevo a hablarle.

― Lo soy, pero... ¿A qué te refieres exactamente?

― Haz hecho todo esto para llegar a este momento ―removí el cabello de mi frente para esta vez verlo a los ojos, y lo que vi no me agradó, aquellos ojos habían perdido la gracia, aquella juventud palpitante que brotaban en cada mirada, se habían opacado, se veían tristes y llenos de desesperanza.

― No he planeado nada, sabes que odio ese tipo de cosas.

― Mal por ti ―respondí volviendo mi mirada a la ventana.

Comí una porción tarta y un café en silencio mientras él me miraba con atención, me erizaba como a los gatos cuando los observas mientras devoran su comida. Pero no paré, seguí hasta que lo terminé todo, lo miré. Me levanté del asiento, arranqué mi zapato de sus manos y me fui. Ya fuera de la cafetería coloqué el zapato en mi pie y emprendí mi marcha hasta mi casa, decidí agarrar un taxi y mientras en la esquina esperaba que llegase alguno, de lejos caminaba Harry hacia mí.

― Olvidaste dar las gracias ― se paró rígido detrás de mí.

― Gracias ―dije pero no me volteé.

Un taxi venía pitando de lejos, paró en el lugar donde estaba, un señor de muy mal aspecto estaba por detrás de la ventana pero a estas horas de la noche ya nada era tan conveniente como para esperar una nueva oportunidad.

― Al centro por favor ―le di la orden mientras subía al auto. Una fuerza me haló fuera del coche, Harry me miraba con desaprobación.

― No se subirá, váyase amigo ―le dijo Harry al taxista y miré su rostro desconcertada.

― ¿Qué demonios crees que haces?... Eres un maldito cabrón.

Él estalló en carcajadas.

― Estaba esperando que me lo dijeras ―siguió riendo mientras la sangre me hervía, como si mi desgracia fuera un chiste.

― ¿Cómo dices?

―Te lo has estado guardando desde el momento en que te fuiste de California, admítelo, desde siempre has querido insultarme y decir lo que me merezco― sacó un cigarro de su bolsillo y lo prendió entre sus labios para luego ofrecerme uno mediante un gesto al que me negué, no quiero nada de él.

― Estas jodidamente enfermo Harry, aléjate ―salí disparada, la lluvia estaba calmando pero la ropa mojada pesaba sobre mi cuerpo y estaba bastante cansada. En la otra esquina había un taxi que pasaba, le hice de la mano pero este iba ya ocupado, ya llevaba casi media hora en busca de un taxi en medio de la noche. Estaba caminando cansada, sedienta, pasé sobre un charco de agua haciendo que mis zapatos se humedezcan aún más y en una mal pisada resbalé, caí contra el pavimento lastimando mis rodillas e imposibilitándome levantarme. Estallé en llanto, no sabía qué hacer, no tenía a quien recurrir, solo a un teléfono roto, billetes mojados y un ticket de tren inútil. ¡Qué suerte la mía el tener que pasar la noche de esta manera! Cuando ya no sabía que más hacer me acomodé casi arrastrándome debajo del tejado de una tienda, así me cubría de las pequeñas gotas de lluvia, mis ojos pesaban y una molestia en la cabeza me hizo perderme de a poco hasta que logré cerrar mi mente a todo, estaba desapareciendo, pero unos brazos me acorralaron,  me abrigaron, secaron mis lágrimas y pronunciaban palabras de amor. Otra vez él, Harry. Dejé que me tomara entre sus brazos y me llevase a un techo seguro, en el camino a no sé dónde, simplemente estaba prendida en la ventana, sin pedir explicaciones. Un silencio sepulcral se colaba entre nosotros.

Cigarette Daydreams (H.S) © EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora