VEINTITRES

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  "Vine cruzando un árbol caído, sentí sus ramas mirándome. ¿Es este el lugar que solíamos amar? ¿Es este el lugar con el que solía soñar?"  Keane.

***



El verano ya estaba llegando y ya mañana estaré de vuelta en la ciudad de San Francisco después de un año de largas jornadas de estudio en la West Coast University que queda a 45 minutos de la ciudad, a pesar de la corta distancia extrañé la gran ciudad por meses pero nadie quita el hecho de que la universidad brinda un ambiente hogareño y familiar que pocos lugares saben dar a sus alumnos.

Ya un año que la vida de Harry ha sido muy ajena a la mia; a él también lo extraño y es raro ya que fue muy poco tiempo el que nos conocimos, sin embargo él quedó grabado en mi corazón y si nos ponemos a pensar... ¿Qué mejor mal experiencia que un desamor?

Todo esto ya es pasado y no es justo volver a recordarlo, las cosas están destinadas por razones desconocidas, no creo que lo vuelva a ver más en mi vida y si por alguna razón Dios quiere que nos volvamos a encontrar será para que seamos amigos o para que me devuelva el abrigo de ochocientos dólares.

Estaba pensando en que cosas serían útiles comprar para el viaje y no caí en cuenta de que estaba parada en medio del Campus.

Sentí un gran empujón en mi espalda y por un momento pensé que habría sido una de las tantas motonetas o bicicletas que habitan en esta universidad.

Al parecer hoy era mi día....había chocado con un segway y la persona que lo manejaba fue aquel que me abrigó en sus brazos en muchos momentos, con el cabello enmarañado y cara de recién haberse levantado de la cama, era el aquel que vino de imprevisto hacia mí en la fiesta de graduación y a la final todo terminó en malos entendidos.

¡No puede ser que Adam esté aquí!

― ¡Adam!― dije cruzando la máquina para abrazarlo ―No puede ser! ¿Qué haces aquí?― pregunté con una sonrisa en los labios, verlo a Adam me ponía feliz por alguna razón.

― ¡Manzanita! Creo que hemos estado muy cerca desde siempre― dijo sarcásticamente y riendo

― ¡No juegues con mis sentimientos!― golpeé su brazo y fingí estar ofendida.

― ¡Ja! En realidad no, la verdad es que el otro día miré tu perfil en Facebook y me di cuenta de que estudiamos en la misma universidad― sonreía constantemente.

―¿Qué? Tú no estudias aquí, no estás en la facultad de leyes―refuté algo confundida.

―Claro, no estoy en Leyes, estoy en Diseño Gráfico y Audiovisual...― que tonta que soy, no se me había ocurrido.

―Y esa facultad está al otro polo de la mía, con razón no nos hemos visto todo este tiempo.

―¡Wow!...descubriste América Berni― se reía de mi ignorancia.

―¡¡¡Ya basta!!! No te rías de mi brutalidad― dije riendo aún mas

―¿Quisieras ir a tomar un café? Si no puedes hoy podemos quedar para otro día, te ves ocupada―

―Realmente si, en una hora―miré mi reloj, ―si, en una hora saldré para San Francisco, iré en un autobús de la universidad así que tendré que ser puntual, te prometo que apuntaré ese café― dije brindándole mi mejor sonrisa.

―Está bien manzanita, nos vemos pronto en la gran ciudad, también iré a pasar unos días, te llamaré para acordar ese café.

―¡Excelente!, bueno...Adiós-

―Adiós Manzanita― dijo alejándose en su segway pero antes tenía que decirle algo así que grité su nombre.

― ¡ADAAAAM!― grité provocando que él gire ―¡¡¡ODIO QUE ME DIGAS MANZANITA!!!- Adam solo rio, me hizo de la mano y se marchó nuevamente.

Haber visto a Adam me reconfortó tanto que ahora me siento mejor que nunca, él había sido uno de los mejores chicos que he conocido, es muy atento y caballero, es un chico ideal, pero sé y estoy segura de que él no es para mí.

*****

Llevaba dos bolsos de mano y la maleta la halaba desde las rueditas, caminé hasta la avenida para tomar un taxi y dirigirme a la casa de Celine, donde me quedaría hasta que terminen de dar manteamiento a mi cuartito de siempre.

Cruzando esta avenida es el famoso museo donde conocí por primera vez a Harry, ¡Qué Recuerdos! Afuera del museo hacía falta esa fuerza musical que habitaba cada mañana y tarde, hacía falta ese hombre de cabello crespo y de cara paliducha que siempre llevaba un abrigo de color caramelo y las botas viejas de siempre, su ausencia quizás ya es una costumbre, ya es un año y unos días desde que se marchó sin embargo su espacio sigue intacto y disponible para esa repartición de dulces notas musicales que solo pueden salir de su melodiosa guitarra. Así también hacía falta la presencia de aquel humo toxico de los cigarros que siempre fumaba, de una marca desconocida, parecían importados pero era casi imposible ya que con los pocos recursos que él manejaba se le imposibilitaba adquirir tabacos de otra parte del mundo o mayor precio.

Con la maleta en mano y bolso en el hombro me dirigí hacia el borde de la vereda para hacerle de la mano a un taxi, al parecer en San Francisco hay escases de taxis ya que ya llevaba alrededor de 10 minutos y no aparecía ninguno de esos autos amarillos, me comenzaba a dar un poco de miedo estar parada sola, las tiendas que trabajaban en la avenida estaban cerrando y estaba anocheciendo, pronto esto iba a quedar desolado.

Escuché mi celular sonar desde mi bolsillo derecho y al intento de agarrar el teléfono mi bolso y mi maleta de viaje cayeron al suelo. Olvidé mi teléfono y me incliné lentamente para recoger mis maletas, sentí la presencia de alguien que se inclinó igual.

―Disculpe Señorita, le ayudo a levantar sus cosas?―

¡OH DIOS MIO!

Su voz, esa voz tan majestuosa que me hacía suspirar cada día, esa voz que me cantaba mis canciones favoritas, esa piel pálida y esos labios rosados habían vuelto a encontrarse conmigo, esa persona estaba de nuevo enfrente de mí.

Cuando miré sus ojos pude notar su asombro también. Harry estaba ahí paralizado y por un momento su piel sin color se volvió aún más blanca al verme, sus ojos estaban abiertos como platos y su mirada se clavaba en mí, mientras que yo me mantenía con un rostro inexpresivo ya que no sabía cómo actuar en ese momento.

En mi mente recorrían muchas de las memorias con Harry y sobre todo las cosas negativas que sucedieron con él como un flashback, no tenía ningún rencor hacia él sin embargo mi nerviosismo me hizo actuar de manera errónea.

―Berns― susurró Harry

Me dispuse a recoger mi bolso y mi maleta, me paré derecha y volví al borde de la vereda ignorándolo por completo, por suerte de lejos se veía un taxi. Recordé cuando Harry me dijo en aquel mirador que quererme había sido un error y que no era suficiente el querernos para estar juntos, las lágrimas amenazaron con salir y sentía los ojos a punto de rebosar en llanto.

El taxi me recogió, giré discretamente para ver a Harry y él seguía parado ahí atento al auto que me llevaba y con el rostro calmado. Mis lágrimas salieron y aunque es curioso, volví a sentir ese extraño sentimiento de amor culpable

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Cigarette Daydreams (H.S) © EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora