CUARENTA Y NUEVE

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La velada transcurrió con naturalidad. Aunque odiaba que mi madre haya mencionado ciertos acontecimientos de mi infancia de los que no estaba orgullosa, todo salió de maravilla.

Al fin mis padres y Harry lograron entenderse, pero sé que la menos convencida de todo esto es sin duda mi madre. Es una tarea difícil de lograr que estos se entiendan, sin embargo tengo fe de que algún día esto pueda mejorar y al fin podamos tener la plena convicción de que estamos en lo correcto.

Ya hoy era el día...Amanecí junto a Harry, ambos acurrucados entre las sabanas. Sus ojos se iban abriendo uno por uno como intentando captar la situación, cuando finalmente tenía la vista clara me miró para luego brindarme una de sus reconfortantes sonrisas, enseñándome por medio de ella la pureza de una mañana fria.

―Ya es hora de levantarse, dormilón― susurré contra su rostro y Harry arrugó su nariz demostrando que estaba en desacuerdo.

―Uhm...quedémonos así un rato mas ¿si?

―No...¿Cómo crees?― dije ―Llegaremos tarde― y me incorporé sobre la cama.

―Está bien pero solo si aceptas tomar un baño conmigo...― su rostro expresaba ruego y a mí no me molestaba la idea en lo absoluto.

La tina del baño estaba ya apunto de llenarse, pues la solución burbujeante sobre el agua para que sea más relajante, fui a desvestirme y me cubrí con la bata de baño; este hostal no era de lujo pero si tenía sus comodidades. Cuando entré al baño Harry ya se encontraba de pie enfrente de la bañera, lo abracé por la espalda y besé su hombro sintiendo todo su calor. Se posicionó enfrente de mí y besó mis labios efusivamente.

―Entremos...― dijo contra mi boca y fue entonces cuando un sentimiento de vergüenza me arrebató la paz, me congelé frente a él sin saber si quiera que decir.

Harry puso sus manos sobre mis hombros mientras yo solo me fijaba en sus majestuosos ojos verdes que parecían esmeraldas brillantes en una cantera.

Sus manos divagaban por encima de la bata, hasta que llegaron al punto del cuello y lentamente deslizaba con sus yemas la tela sobre mi piel y la miraba con detenimiento.

―No tengas miedo...soy yo.

El material cayó al suelo y mi anatomía entera se vio al descubierto, sin embargo no se trataba sobre el placer ni mucho menos se sobreponía una actitud sexual; Harry me miraba de esa forma con la cual solo se mira a una persona en la vida, es la llamada Mirada de Amor, y aunque tal vez suene tan mal como su nombre, pues es real, es decir que suele suceder.

Ambos nos habíamos perdido la vergüenza al otro, al límite de conocernos por debajo de la ropa. El me abrazaba brindándome todo su calor mientras yo revoloteaba las burbujas de la superficie del agua que llenaba la bañera; depositaba besos sobre mi cuello despejado y masajeaba mi vientre en una caricia delicada, escuchábamos música de fondo, al parecer de una habitación cercana.

― ¿Te imaginas a nosotros después de unos años?―me preguntó

―Si todo sigue tan bien como ahora...creo que tendremos un buen futuro.

― ¿De veras?―dijo ― ¿No piensas en que algún momento yo te puedo faltar o simplemente me iré?

―Sé que no lo harás― respondí confiadamente impulsando para que mi espalda se acomode en el pecho fornido de Harry.

estos momentos íntimos en el que solo éramos él y yo, donde nadie nos hacía daño, donde solo podíamos ser felices, y donde no había oportunidad para fallarnos el uno al otro eran aquellos por los que vivía, un alivio en el alma me invadía y me hacía elevarme hasta el paraíso, aquel que ya estaba en la tierra junto con Harry.

Cigarette Daydreams (H.S) © EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora