TREINTA Y SIETE

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El rostro de Harry era inexpresivo, contando las veces que él ha hecho esa expresión puedo inferir que está enojado y bastante confundido.

Pero es mi culpa, yo no debí pasarme de entrometida revisando sus cosas, odio mentirle a las personas, sin embargo ahora mismo no quiero más problemas, ni peleas, mucho peor discusiones porque seguramente me volvería loca.

― ¿No me responderás? ―habló Harry observando mi silencio.

― Ehm...es que... ―las palabras no salían de mi boca, ni siquiera se me ocurría una excusa. ―Harry...lo siento, ha sido mi culpa, no debí hacerlo.

― Aun no has respondido mi pregunta ―se cruzó de brazos.

―Quería ver tu guitarra... ¿Okay? ―dije tratando de ocultar lo de su libreta. ―¿Hay algún problema?

― Digamos que sí, deberías dedicarte al hurto tal vez.- se paró enfrente de mí.

Lanzé un quejido

― Esta bien ―rodeé los ojos.

Me levanté del suelo y fui hacia la alacena, ya me quedaba poca comida, apenas estaban un cartón de macarrones con queso y un frasco de mermelada y quién sabe si eran fideos lo que había en una bolsa.

Ya eran las ocho y treinta, la noche aún joven indicaba que aún tenía deberes por cumplir, muchas estaciones de servicio están abiertas a esta hora donde puedo comprar algo de víveres.

― ¡Harry! ―llamé desde la cocina.

― ¿Si?

― Saldré a hacer compras, vuelvo en un rato.

― ¿Y me dejarás aquí solo y abandonado? ―dijo susurrándome sobre la parte trasera de mi cuello.

― Volveré pronto ―sonreí a causa de las cosquillas que me provocaba su aliento contra mi cuello.

―Te llevaré yo, no dejaré que salgas sola en la noche ―agarró las llaves que tenía en el bolsillo de su pantalón.

Me pareció buena idea ir con Harry en su pequeño auto, sería más cómodo y rápido, aparte que él me ayudará a cargar con las bolsas. En el auto solo hacia presencia la música del estéreo, sonaba Perfect Day de Lou Reed, mi cabeza iba al va y ven de la canción, la única estación de servicio cercana estaba a unos quince minutos de mi casa, lo que hizo que pueda disfrutar la canción con tranquilidad.

De mi mente no salía aquel nombre "Anna", sentía la necesidad de saber quién es, qué significa en la vida de Harry o si la frecuenta, no creo que podría estar engañándome, esto es acerca de algo más que es tan desconocido para mí.

La curiosidad no era mi mayor defecto, siempre fue muy cautelosa en cuanto aquello, solo me interesaba cosas importantes y nunca me gustó escuchar sobre las paredes ni enterarme de todo; pero con Harry era distinto, todo su misterio de vida hacía que brote mis dotes de detective, incluso de mentirosa

― ¿Quién es Anna? ―pregunté y al parecer la respiración de Harry paró, noté sus nervios ya que se tocó la nuca y luego se frotó la frente.

― Sabía que habías visto más que la simple guitarra― dijo enojado.

― De hecho sí, quise verla pero luego vi que debajo habían unos escritos y me entró curiosidad.

― No quiero que lo vuelvas a hacer― endureció su tono.

― ¿Mucho te preocupa?.

― ¡Solo deja de ser tan entrometida en lo que no te importa! ―gritó, mis labios temblaban y una picazón en la nariz se asomaba, sentía que mis lágrimas venían hacia mis ojos...el auto paró en una luz roja del semáforo, en un rápido movimiento salí del auto, no soportaría que él me vea llorando. Siempre odié a aquellas mujeres que se dejan gritar, insultar o incluso pegar de sus novios o maridos. Yo no quería eso para mí.

Desde lejos escuché que Harry gritaba ¿Dónde Vas? pero yo seguí caminando a paso rápido, unos brazos me rodearon por detrás y su perfume me indicaba que era él.

― ¿Qué crees que haces? ―preguntó desesperado y posicionándome para quedar frente a frente. Yo solo giré mi cabeza hacia un lado y no respondí a su pregunta.

―Bernadette, perdóname, por favor ―acto seguido se puso de rodillas en media calle.

― Hey ¿Qué haces? ¡Levántate! ―él se levantó llevándose unas cuantas miradas de los transeúntes―; ¿Qué demonios te sucede? ―dije aún entre sollozos.

― Escucha.... lo siento por ser un idiota, no debí gritarte de esa forma, mucho menos hacerte llorar ―yo aún seguía derramando lagrimas silenciosas― ya para por dios― agarró mi rostro entre sus manos―. Si lo que querías era saber quién es Anna pues ella es solo un recuerdo del pasado... nada importante, te lo prometo.

― ¿Y por qué te molestó tanto?

― No fue eso, es solo que aún no me acostumbro a todo esto, por eso te pido que me perdones.... ¿sí?

― Te disculpo por esta vez ―en mi rostro se dibujó una media sonrisa, Harry me besó en los labios olvidando que estábamos en medio de una acera en una gran calle. Un niño que caminaba cerca de nosotros comenzó a aplaudir.

― ¡Qué cool! ―exclamó― ¿Los puedo grabar? tengo un proyecto escolar.

― Ni lo pienses ―dijo Harry riendo.

―Y si arreglamos ―el infante tomó un billete de veinte dólares y se lo mostró tratando de negociar.

― ¿Qué parte de ni lo pienses no entiendes? ―advirtió Harry nuevamente.

― ¿Quieres más lana hermano? ―volvió a negociar el chiquillo en un intento de sonar como todo un gangster. Fue inevitable no dejar de reír

― Tengo más que tus tontos billetes, y corre antes de que llame a tu madre ―se encargó Harry pero el muchachito no demostraba ni un ápice de miedo.

―Ugh ―se quejó― ¡Adultos!.

Reí ante su acto.

―Lo ves, somos tan adorables ―bromeó mi conflictivo novio.

―Mejor regresemos al auto― propuse.

Cigarette Daydreams (H.S) © EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora