SEGUNDA PARTE: SEIS

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Desde hace días que Harry no ha hecho señal de su presencia, no ha dejado notas, ni flores, mucho menos se ha aparecido por aquí, por mi parte era mucho mejor que las cosas se hayan calmado la última semana. Estar cerca de él solo me traía confusión a mi vida y ya estaba bastante preocupada en cosas valederas como para estar pensando en un amor de hace muchos años. Vaya que sí, lo quiero, pero las cosas son diferentes ahora y muy difícil es que todo esto vuelva a ser como lo era hace cuatro años atrás.

Mi primer día de trabajo había llegado, tendría que empezar en Chicago y luego de unas semanas sería restituida en San Francisco para así desempeñar al fin mi cargo que por ahora sería de asistente pero si muestro suficientes capacidades podría ser ascendida de puesto en un futuro. Mientras caminaba fuera del metro una impetuosa melodía sonaba desde un rincón, era aquella canción Heartlines, un hombre de unos veinte años la cantaba junto a su guitarra en las puertas del metro. Me recordó al Harry Styles de hace años, con sus botas gastadas, sus cabellos enmarañados y esos sueños a flote. Ahora parecía ser todo lo contrario, sus botas estaban nuevas, su abrigo olía a recién comprado y llevaba perfume, pero en su mirada algo había cambiado, sus ojos ya no eran de ese verde esmeralda reluciente, ahora se tornaron en un color opaco, justamente eso era lo que más me atraía de él, pero lo ha perdido por alguna razón.

Mi semana de trabajo transcurrió sin ningún altercado, estaba ansiosa por volver a California. Estábamos a las puertas del fin de semana, una mañana de viernes siempre es buena para revisar un poco los horarios y repasar los hechos de la semana. Como siempre llegué a la oficina y me senté para ordenar mis utensilios. En el escritorio yacía una caja y le pregunté al conserje quien la había dejado, solo me supo responder que un mensajero la había traido. Con cautela la abrí y dentro había una cajetilla de cigarros de una marca desconocida con un manuscrito en italiano grabado en color dorado. Detrás de la cara frontal había una nota escrita en inglés y pensé en que de nuevo se tratase de uno de los mensajes de Harry.

"I want to be your Cigarette, I want to linger on your breath and be the taste you can't forget"

"Sé que no soy un romántico pero también estoy seguro de que te gusta esto más que las flores..."

Ha estado siguiendo mis pasos por días, nunca lo veía, pero él sabía dónde yo estaba, qué hacía y cómo me manejaba, estaba al acecho y eso lo sabía sin duda.

¿Qué quiere Harry de mí?

Difícil pregunta de responder, porque si perdón es lo que busca, yo ya lo perdoné hace mucho así como también estuve decidida al olvidarlo. No espero nada de él porque cuatro años estuve pendiente de que llegara a mi vida "a buscarme" como lo había prometido, pero nunca vino. No es justo que vuelva ahora con la cara lavada y siga enviando cartas tratando de recordar un pasado que ha sido enterrado bajo el dolor.

― Te he visto mal en todo el día Bernadette ¿No quieres tomarte el día libre? ―me preguntó mi jefa.

Mi cara estaba llena de vergüenza y aunque hoy no estaba tan dispuesta a lo que venga no puedo desaprovechar esta oportunidad de conseguir el trabajo que quiero―. Solo tengo un poco de dolor de cabeza, cosas de rutina, en un rato se me pasa, no te preocupes Sophie ―esta solo pasó su mano por mi hombro en señal de apoyo y siguió en lo que estaba.

Ya era hora del almuerzo y salí del edificio para ir a comer al restaurante de la esquina, con mis tacones y mi vestido ajustado traté de no llamar la suficiente atención, pero mientras me paraba en la puerta unas manos cubrieron mi visión.

― ¿Quién soy? ―preguntó la voz

De inmediato supe de quien se trataba.

― Harry ¿Qué haces aquí? ―me aflojé de su agarre― Estoy trabajando, no puedes venir.

― Es tu hora de almuerzo, querida ―se lavó las manos― ¿Te ha gustado el regalo que te envié?

― No deberías gastar dinero en más cajetillas, aún no he terminado la segunda que enviaste.

― Pensé que fumabas más de uno al día ―dijo saliendo y abriendo la puerta, dándome paso.

― Lo hago, pero no todos los días.

― No te mientas a ti misma, eres una jodida adicta ―y esbozó una sonrisa maliciosa.

― ¿Podrías callarte? ¡No soy una adicta! ―giré el sentido de mi camino, no quería seguir hablando con él, sentía que me hacía daño intentar si quiera un tema de conversación.

― ¡¿Hey, dónde vas?! ―gritó entre la gente que caminaba en la acera de la gran avenida.

No respondí.

Me senté en un restaurante de la siguiente calle cuando noté que ya no había rastro de Harry, pedí mi orden y mientras esperaba vi que él estaba por cruzar la calle, lancé un quejido cansado y me piñizqué para averiguar si estoy soñando, pero no, esto estaba pasando en la vida real.

Se sentó frente mío y yo solo lo miraba con mis ojos ardientes, no me desagradaba su presencia pero la manera en que invade cada momento de mi vida me hace estremecer en un enojo impotente.

― ¡Deja de ser tan gruñona! ―dijo mientras revisaba el menú, me quedé callada sin responderle― Con esa actitud solo demuestras que aún me amas.

Cabrón.

― ¿Qué dices? ―lo miré desafiante.

― No creo que ahora seas sorda ―el enojo me había llegado hasta la bilis. Tiré mi servilleta en la mesa, azotándola sobre la madera.

― ¿Qué quieres de mí, Harry? Déjame vivir en paz.

― No quiero nada, y en paz vives, no creo que se haya desatado una guerra dentro de ti al verme ―tomó un poco de mi jugo sin mi permiso― Según tú ya me olvidaste, entonces no debería afectarte ni un poco mi presencia.

¡Mierda, tenía razón!

― Es cierto, pero... ―ya no tuve armas para defenderme― no me parece que...―de pronto mis palabras se vieron interrumpidas.

― ¿Qué no te parece? ¿Qué estés con un hombre a quien no amas y cuando a la final estoy aquí para ti tomas un comportamiento digno de una puberta? ―esta vez el que me miraba con los ojos en llamas fue él, estaba tan indispuesto como yo pero sabía que seguía teniendo la razón.

Esta vez no iba a huir, ya mucho tiempo había perdido en mi hora de almuerzo y ni siquiera había probado bocado. Giré mi mirada hacia la calle y este se levantó para irse furioso, lo cual me dejó colgada en un hilo de nerviosismo, estaba mucho más que molesto sin embargo nadie lo obligó a estar detrás de mí, nadie le pone una soga al cuello para que venga a verme, no comprendo su enojo, es muy absurdo pero a la misma vez es muy razonable.


Cigarette Daydreams (H.S) © EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora