SEGUNDA PARTE: DOCE

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Ya estaba por amanecer y con Harry preparábamos una gran dosis de cafeína para mantenernos despiertos, él cocinaba panqueques en el sartén mientras que yo preparaba el café en la hornilla de la cocina, como en los viejos tiempos. Depositó un beso en mi hombro y se movió para seguir con su trabajo.

― Ya mismo serán las seis de la mañana ―dije―. ¿No tienes que ir a trabajar o algo por el estilo?

― Estoy en mi tiempo de producción, o algo así, vine a Chicago en busca de inspiración, supuestamente ―dijo mientras me arrebataba de las manos la taza de café que estaba por ponerse sobre la mesa.

― ¿Entonces no haces nada por tu vida durante el día?

― Componer es un trabajo difícil, nena ―se sentó― ¿Qué día tienes libre?

― Los fines de semana, pero puedo salir temprano los jueves o viernes.

― Hoy es jueves... te iré a recoger ¿De acuerdo?

― ¿Dónde iremos?

― A mi "trabajo" ―dijo dibujando comillas con sus dedos.

El desayuno había transcurrido muy satisfactoriamente, se mantenía un día tranquilo y a pesar de mi cansancio, un positivismo me hacía sentir como si este día fuese a ser el mejor. Me sentía más liviana que ayer, había sido un día cargado de muchos momentos cruciales, me sentía agotada incluso luego de haber dormido. Hoy no dormí en toda la noche, solo tomé café con panqueques de desayuno, sin embargo mi semblante estaba incluso mejor que cualquier otro dia.

¿La razón?

Harry.

― ¿Ya estas alistando maletas, Bernadette? ―dijo Sophie, mi jefa, entrando por la puerta de la oficina.

― Aun no ―sonreí―. Falta más de un mes.

― Lamento decirte que no ― su expresión fue de muy relajada a tensa, me miró con atención tanto como yo a ella―. Llamaron de San Francisco, te necesitan en cuanto antes.

― ¿Y de cuánto tiempo hablamos?

― Dentro de una semana. Te recomiendo que viajes el próximo viernes y te quedes el fin de semana allá y arregles tu oficina para que el lunes puedas comenzar.

― ¡Sophie, es muy pronto! ―exclamé con preocupación.

― Lo sé, pero es trabajo, deberías saberlo ―dijo y me preocupé al saber que era tan poco tiempo, recordé de inmediato a Harry, tendría que irme otra vez de su lado haciéndome caer en la cuenta de que todo me salía al revés de como quisiera.

La hora de almuerzo había llegado, junto con Pablo y Esther ―compañeros de trabajo― fuimos a comer al lugar de la esquina como siempre. Pablo era de New Orleans, trigueño, simpático y muy conversón, mientras que Esther era más algo así como la típica muchacha de Chicago que ama las películas de romance y hacerse manicura pasando una semana. No pude haber tenido mejores compañeros, eran muy joviales y carismáticos, con ellos me sentía como en casa a pesar de conocerlos solo por un periodo de tiempo. Ya sentados en la mesa del lugar, pedimos lo de siempre y nos dispusimos a comer mientras compartíamos risas y bromas acerca del trabajo.

― Y entonces Carine salió disparada del baño con un trozo de papel higiénico colgando de su cola ―decía Esther mientras reía contando una anécdota de hace unos meses atrás con quien estuvo antes en mi puesto de trabajo.

― Desde ese entonces nadie más en la oficina volvió a ese restaurante, la comida es pésima ―acotó Pablo―. Pero Bernadette, no has dicho nada, viniste muy alegre en la mañana y ahora te veo toda bajoneada.

Cigarette Daydreams (H.S) © EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora