Capítulo 16 •Energía•

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•Karol•

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•Karol•

La musica de Michael Jackson que había elegido para escuchar mientras comía y hacía tarea sonaba fuertemente en mi habitación. “Smooth Crimal” era la que se escuchaba casi hasta en la segunda planta.

Estaba a punto de terminar mis tareas pendientes cuando alguien entra a mi habitación y no era nada más y nada menos que Priscila, le baje el volumen a la música y la observe raro, ¿qué hace aquí?

—¡Oh!, disculpa, creí que aquí era el baño —dijo entrando a mi habitación “ajá, si el baño, como no”, puse los ojos en blanco.

—Señora si fuera lo bastante inteligente se inventaría otra excusa —me levante de donde estaba y me cruce de brazos—. El baño está abajo y a simple vista, a menos que quiera utilizar el mío —señale la puerta del baño de mi habitación, Priscila me observó tensando la mandíbula—. ¿Qué quiere? —solté un suspiro, es obvio que vino a buscarme para... No sé, tal vez despreciarme más, puede ser eso, ¿no?

La ridícula paseó su vista por toda mi habitación.

—Creí que tu padre era más..., generoso con respecto a su familia, pero veo que no —descruce los brazos y fruncí el ceño—. Pero total, cuando todo esto pase a ser mío destruiré esta horrible casa.

¿Qué estupidez está diciendo?

—Disculpe, pero esta casa es hermosa, sólo por qué está vieja no significa que mi padre me haya mandando a un lugar de porquería —comente y avance unos pasos para acercarme a ella—. Y escuche bien. Nunca esto pasara a ser suyo, porque si tan amiga de mi padre se cree, él le hubiera dicho que esta casa está a mi nombre y que pasaré a ser dueña de todo cuando mis abuelos fallezcan, así que deje de hacerse ideas ridículas, por favor —volví a tomar asiento esperando que con lo que le dije se fuera, pero no.

—¡Escúchame bien, mugrosa! —le dedique una sonrisa burlona cuando gire a verla, sus mejillas habían adquirido un tono rojizo—. Seguro tu madre era una arrastrada que se le metió hasta por los ojos a tu padre —hija de la gran puta—. Y claro, como todo hombre débil y estúpido creyó que tú eras su hija.

Ahogue una carcajada, en serio, ¿cómo hay gente tan idiota?

—Señora... —me interrumpió.

—¡Cállate! —exclamó—. Ya verás, escuincla, demostrare que no eres hija de Luis Miguel y entonces todo esto será mío.

Ésta doña si que está loca.

—Si, lo que usted diga —dije restándole importancia a sus palabras—. Yo sé muy bien quien es mi padre y usted, señora, no tiene ningún derecho de venir y poner eso en duda —le sonreí—. Ahora, le suplico que abandone mi habitación, por favor —dije yendo hacia la puerta y abriéndola para que saliera—. Sino mis abuelos van a sospechar que no fue al baño o tal vez ya hasta se dieron cuenta.

—¡Ya verás, mocosa, el que ríe al último ríe mejor!

—¡Ya váyase!

Priscila salió de mi habitación y yo posteriormente azote la puerta.

Que vieja tan ridícula, pensar en quitarme la casa que me dejó mi padre y además llamar a mi madre arrastrada, estúpida, está loca si cree que puede quitarme todo esto y para colmo decir que mi papá no es mi papá.

Volví a subirle el volumen a la música y olvidarme del pequeño incidente que acaba de pasar.

Con Ruggero

El ojiverde se encontraba en las habitaciones de la planta de arriba, acostado en una cómoda cama mientras la luz de la luna entraba por la ventana.

—¿Cómo estás, cariño? —habló la dulce voz de una mujer.

—Mal, mamá, el tiempo se me agota —respondió Ruggero.

—Tranquilo. Algo me dice que todo saldrá bien.

Ruggero se levantó de la cama y caminó hacia la ventana.

—El chico que está abajo es la única solución —dijo serio.

—Hijo, ¿por qué haces esto?

—Porque no puedo decirle a la chica la verdadera razón —habló poniéndose las manos en la cabeza—. Es frustrante, mamá. No puedo ocasionar nada en el pueblo cuando sé que ella vive aquí. Mi energía se agota.

Algo pasaba con Ruggero, no comprendía la razón por la cual no podía causar el mayor daño a El beso del diablo, lo único que había hecho era incendiar una granja y entre menos cosas malas hiciera su energía se agotaba, era Karol la que le impedía hacerlo y no entendía como, ella ni siquiera era consciente que por ella no había ocasionado problemas en el maldito pueblo.

Que suerte tienen los habitantes de este tiempo.

Pensó Ruggero, sino desde el primer día que él hubiera puesto un pie en el pueblo este estaría ardiendo en llamas.

Lo único que Ruggero podía hacer para recuperar energía era tomar un cuerpo humano las noches de luna llena y tenía que ser de la persona que contó la Leyenda completa, esto también evitaría que sus ojos lo delataran.

—Ten paciencia, mi niño —habló la luna—. Sé que la paciencia no es tu fuerte pero creo que en esta ocasión tendrás que ser paciente.

—Es que si no lo convence, mamá, desapareceré para siempre, necesito que lo convenza, yo no puedo, tiene que ser otra persona.

—Lo hará, ya verás.

El ruloso no se quedaría de brazos cruzados. Descubriría ese algo que Karol posee para que le impidiera ocasionar problemas sin que ella se diera cuenta que era el escudo de todo el estúpido pueblo, Ruggero era controlado contra su voluntad.

—Estúpida y tierna niña bonita —dijo Ruggero mientras esbozaba una sonrisa perversa.

Hijo de la Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora