Capítulo 43 •Me equivoqué•

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La sonrisa que tenía en el rostro no me la podía quitar nadie, la canción terminó y comenzó otra un poco más alegre

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La sonrisa que tenía en el rostro no me la podía quitar nadie, la canción terminó y comenzó otra un poco más alegre.

—Creía que te había pasado algo, Ruggero —él me tomó la mano y comenzamos a caminar.

Él negó con la cabeza.

—Ven... Vamos afuera, pueden descubrir quien soy —asentí.

Ruggero me condujo al jardín del salón y tomamos asiento en la orilla de una fuente.

—Sólo quiero que estés a salvo, Karol —dijo un poco preocupado.

—Y lo estoy, Ruggero —respondí—. ¿Por qué dices eso?

Ruggero me abrazó.

—Nunca había sentido algo por alguien... Y ahora comprendo que el querer a una persona te hace más débil —se separó de mí—. Tú eres mi debilidad... Tú... —soltó un suspiro—. No sabes a las cosas a las que me tengo que enfrentar —asentí—. Y tengo miedo de que te vuelvan a hacer daño, por mi culpa.

—Eso no va a pasar, Ruggero —toque su rostro, aquel rostro perfecto que con la luz de la luna hacía que se viera más hermoso—. Tendré mucho cuidado.

Ruggero se levantó y me dió la espalda.

—No es tan sencillo —dijo—. Sólo te pido que recuerdes estas palabras —volvió a donde estaba y me tomó las manos—. Te amo, Karol, eres la chica más bella y maravillosa que pude encontrar.... Te amo, siempre lo voy a hacer.

Ruggero parecía raro cuando me estaba diciendo eso, era como si... Se fuera a ir de mi lado.

—¿Por qué lo dices así?... —cuestione nerviosa—. Yo también te amo, Ruggero, al principio creía que eras diferente, pero siempre hubo algo en ti que me hizo ver que eras un chico increíble.

—Lo digo así, para que sepas quien te ama de verdad... Recuérdalo muy bien.

No entendía nada, de pronto lágrimas comenzaron a salir de aquellos ojos cafés.

—¿Qué te pasa, Ruggero? —dije asustada—. ¡Dime, por favor! ¿Qué tienes?

Él negó y se acercó a besarme, fue un beso apasionado y desesperado.

—Perdóname, Karol —dijo y se fue de ahí dejándome con muchas preguntas rodando por mi mente.

—¡Ruggero, espera, por favor!  —grite.

Cuando Ruggero iba a entrar al salón chocó con Agustín quien salía al jardín, Ruggero lo ignoró y se fue.

Agustín se acercó a mí.

—¿Qué pasa, Karol? —preguntó el castaño.

—No, lo sé, Agus, no lo sé... —dije y comencé a llorar, Agustín me abrazó.

Con Ruggero

Aquel ser infernal lo esperaba a la salida del salón, la calle estaba sola, ya que la gente estaba muy entretenida dentro del baile.

—¡Muy bien, Ruggero! Sólo así podrás protegerla —Ruggero lo miró con odio—. ¡Oh, vamos! Agradece que te di tiempo para verla y decirle lo que sientes.

Ruggero limpió unas lágrimas de sus ojos, lágrimas de odio y desesperación.

—¡Cállate! —exclamó.

Lucifer comenzó a reírse a carcajadas.

—Estará en buenas manos, no te preocupes. La amará tanto como tú —volvió a reír.

—¡Desgraciado! ¡Sólo lo hago para que la dejes en paz! —dicho esto Ruggero se perdió en la oscuridad de la noche.

—Ay, Ruggerito... Vamos a ver si duras —dijo y desapareció del lugar.

•Karol•

Entraba al salón junto con Agustín.

—Puedo acompañarte a casa, claro, si tú quieres —dijo tímidamente.

—Gracias, Agus, me parece bien —dije tristemente.

—De acuerdo, sólo iré a avisar —asentí y comencé a avanzar a la salida.

No estaba de ánimos, me sentía demasiado triste como para seguir aquí, veía que todos estaban alegres.

No comprendía porque Ruggero se había comportado así. Creí que después de todo íbamos a estar juntos, pero me equivoqué.

Iba tan distraída que no me di cuenta que había pisado a un joven.

—¡Au! —dijo.

—Lo siento —levante la vista y ví a un chico muy atractivo, llevaba un traje negro muy elegante, tenía el cabello oscuro y ojos negros.

—No te preocupes, linda, fue un accidente —me sonrió.

—Vamos, Karol —dijo Agustín llegando a mi lado, miró al chico y frunció el ceño—. Disculpa... ¿Tú eres?

—Pasquale Di Nuzzo, mucho gusto —dijo y le extendió la mano a Agustín, el castaño la tomó con desconfianza.

—Agustín Bernasconi —dijo serio, Pasquale me estrechó la mano.

—¿Y tu nombre? Aún no lo conozco, hermosa —preguntó.

—Karol Sevilla —dije de igual forma estrechando su mano.

Con Ruggero

Aquel chico estaba devastado, observaba por el ventanal del salón a Karol estrechando la mano de aquel chico, que Ruggero ya veía como su enemigo.

—Voy a hacer lo que este en mis manos, Karol, para estar junto a ti. No dejare que me aparten de ti —dijo con lágrimas en los ojos, se dió la vuelta y se fue de ahí, con el corazón roto.

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