Capítulo 28 •El sótano•

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Maratón 4/5

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Maratón 4/5

Baje a la cocina y me encontré con mis abuelos y Amanda, quienes estaban sentados en la mesa.

—Me alegro que ya bajaras, cariño —dijo mi abuelo.

—Bueno entonces ahora ya podemos empezar a desayunar, toma asiento, hija —me dijo mi abuela con una sonrisa.

Hice lo que me pidió y agache la mirada, aunque ya había tapado el moretón con maquillaje tenía la sensación de que lo podían ver.

Mire mi plato el cual contenía fruta, junto otro plato con pan tostado y mermelada y enfrente un vaso de leche.

—Karol —me llamo mi abuela, la mire—. ¿Gustas acompañarnos a visitar a Caroline? —la verdad no tenía idea de quien era la tal Caroline.

—¿Quién es?

—Una buena amiga mía, la conozco desde la adolescencia —me dijo sonriente.

Bueno, no quiero ir porque, uno: Tengo un enorme moretón en la cara que pueden ver en cualquier momento y además está lloviendo, me puede tirar todo el maquillaje que tengo con tan sólo poner un pie fuera de esta casa, ahora, dos: si es amiga de mi abuela está claro que es una persona mayor y estar ahí sería más aburrido que estar aquí, así que prefiero quedarme.

—Me quedare aquí, abuela, tengo unas tareas pendientes que debo terminar —dije comenzando a comer la fruta que tenía frente a mí.

—De acuerdo, cielo, Amanda se quedara —dijo mi abuelo—. Por si llegas a necesitar algo.

Asentí.

🌙🌙🌙

Después de que terminamos de desayunar, mis abuelos se fueron con la tal Caroline y yo me quede, mientras ayudaba a Amanda a recoger la mesa continuaba pensando en la misteriosa aparición del moretón y de los rasguños.

—Si gusta puede retirarse, señorita —me habló Amanda sacándome de mis pensamientos—. Yo puedo hacerlo —me mostró una sonrisa amable.

—De acuerdo, Amanda.

Salí de la cocina y comencé a deambular por la casa, que pensándolo bien, no conocía del todo, ya que no pasaba mucho tiempo en ella, fue cuando vi una puerta que me llamó la atención, nunca había entrado ahí, así que decidí echar un vistazo.

La habitación era oscura y al parecer tenía unas escaleras, busque un apagador y cuando finalmente lo encontré, encendí la luz y me di cuenta que era un sótano.

—¡Woow! —dije y comencé a bajar la escaleras.

Había demasiadas cosas. Muebles, instrumentos musicales, juguetes y hasta algunos libros.

Caminé entre las cosas y me agache para sacar un libro que me llamó la atención, cuando lo tuve en mis manos sacudí el polvo que tenía este y lo abrí, era un álbum de fotos de toda mi familia, comencé a ver las fotos, en ellas se mostraban el rostro de mis abuelos cuando eran jóvenes, también estaba mi papá y junto a él otras personas que no lograba reconocer, cerré el álbum y lo deje en su lugar, había muchos discos de oro de mi padre, premios de los años 80.

—Eras un gran cantante —dije mientras tomaba un reconocimiento de mi padre—. Y todo termino arrumbado aquí —observé el Grammy que había ganado en aquellos años.

Seguí caminando. Y me encontré con un misterioso libro, que por alguna razón se me hizo conocido, intente leer el título pero por la poca luz era casi imposible ver, lo abrí y pude distinguir imágenes, tome mi celular y encendí la lámpara para saber de que eran.

Mi sorpresa fue bastante grande.

—¡Oh, por Dios! —dije cubriendo mi boca con la mano—. ¡Es Ruggero!

Este es una copia del libro del que decía Agustina, el de las Leyendas del pueblo.

El ruido de unos libros cayendo me asustó y pude escuchar muy claramente la respiración de alguien.

No estaba sola.

Tome el libro y salí corriendo de ahí, tenía bastante miedo, alguien estaba en el sótano de mi casa y presentía que no era nada bueno.

Hijo de la Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora