Capítulo 15 •Verdes•

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Ruggero miró a Agustín con furia y este comenzó a sentir dolor en el abdomen

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Ruggero miró a Agustín con furia y este comenzó a sentir dolor en el abdomen.

—¡Escúchame bien, niño, yo hago esto porque la gente de tu pueblo es mala, entiéndelo! —comentó Ruggero dejando de torturar a Agustín con la mirada.

—¡Yo no soy malo, tienes que entender eso tú! —dijo el castaño comenzando a toser.

Los ojos de Ruggero comenzaron a cambiar de color, la luna iba a cambiar de fase, éste cerró los ojos con fuerza ya que sentía un terrible dolor al momento en que sus ojos cambiaban de color.

•Karol•

La hora de la comida llegó, baje al comedor y me encontré con mis abuelos y una chica que no sé quien demonios era, sólo sé que estaban platicando muy animadamente con ella, hasta también le habían servido un plato de comida, ¿quién es? Por lo que sabía mis abuelos no entraban en confianza rápidamente con alguien, eso significaba que a esa chica la conocían desde hace tiempo.

Fruncí el ceño y me acerque al comedor.

—Oh, ella es mi nieta, Karol —dijo mi abuelo levantándose de su asiento y acercándose a mí para tomarme por los hombros.

—¿Es ella? Por el amor de Dios, ¡está enorme! La última vez que la vi usaba pañales —dijo muy alegre—. Hola, Karol.

—Hola, ¿qué tal? —dije secamente, algo en ella no me agradaba.

—Ella es la hija de Mikey —dijo mi abuela, la mujer abrió los ojos a más no poder y me observó de arriba a bajo.

—Creí que era hija de Alex —hizo una pausa, ¿quién es Alex?—. El hermano de Mikey —oh, ahora entiendo, ¿por qué mi papá nunca me cuenta acerca de la familia?, creo que merezco saberlo, soy su hija—. He vivido engañada todo este tiempo.

—¡No! Alex hace mucho que se fue del país, tiene hijos obviamente, pero no aquí —habló mi abuelo—. Por ahora sólo Karol está con nosotros.

—Claro, esperemos que Mikey no nos traiga otro chistecito —me dedicó una sonrisa burlona, la mire mal, ¿qué le pasa?

—¿Me pueden decir quién es ésta mujer? —dije aturdida.

—Ella es Priscila Ventura, muy amiga de tu padre, es una sorpresa que nos haya visitado —respondió mi abuela sonriente.

¿Es en serio? ¿Cómo puede ser así de agradable con esta mujer que es muy obvio que me está despreciando?

—¡Uy si, amiga! —dije con sarcasmo sentándome en el asiento que me correspondía para comer.

Tome el tenedor que se encontraba a mi lado izquierdo y comencé a pinchar la verdura hervida que Amanda me había servido.

—No cabe duda que es igual de graciosita que su madre —cuando la tal Priscila mencionó a mi madre, la sangre subió a mis mejillas, se pueden meter conmigo pero con mi madre no.

—No es necesario que metas a mi mamá en tu conversación —dije con cara de pocos amigos.

—Oh, lo siento —dijo tomando asiento justo enfrente de mí, mis abuelos igual tomaron sus respectivos asientos. La mujer se me quedó viendo descaradamente.

—¿Soy o me parezco? —dije mientras retrancaba mis brazos en la orilla del comedor.

—¡Karol! —me reprendió mi abuela.

—No se preocupe, Marcela, es sólo que Karol se parece mucho a su padre, es por eso que me quede observándola.

Rodé los ojos, que le crea mi abuela pero yo no le creo, ella no me da buena espina.

—Lo sé, querida —dijo mi abuela enternecida y poso su vista en mí.

Ok, esta era la comida más incomoda que haya tenido, todos me observan, ni siquiera puedo comer a gusto.

—Y bueno. ¿Tú qué? ¿Estás enamorada de mi padre o qué? Porque si es así, olvídate de que te tome en serio.

Lo sé, seguro parezco una malcriada pero esta mujer creo que merece el maltrato.

—Bueno, creo que eso es algo que no te incumbe, querida Karol, sólo venía a ver que tal estaban tus abuelos ya que Mikey me dijo que no los había visitado, yo quise pasar a verlos, para decirle como están, pero nunca me dijo que me encontraría con su hija —me sonrió cínicamente.

Un nudo en la garganta se hizo presente. Si ya sabía que a mi padre no le importo y ahora esta mujer lo sabe.

Asentí.

—¡Amanda! —grite, no tolero estar un segundo más con esta estúpida, Amanda llegó a mi lado rápidamente.

—En que puedo servirle, señorita Sevilla.

Priscila al escuchar mi apellido ahogo una risa, ¿creyó que no la vería?, pues si, lo note.

—¿Puedes llevarme esta comida a mi habitación, por favor? —dije con la voz firme, no quise que la estúpida me viera llorar o algo.

—Enseguida.

Amanda recogió mi comida y se alejó de ahí.

—Querida... —dijo mi abuela, al parecer notó mi incomodidad y lo descortés que estaba siendo la vieja de Priscila.

—No te preocupes, abuela, tengo tareas pendientes y debo terminarlas antes de irme al trabajo —mi abuela sabía perfectamente lo que me sucedía

—De acuerdo, más al rato te subo a ver —asentí.

—Con permiso, señora Priscila —dije con sarcasmo y me fui de ahí.

Con Ruggero

—¿Qué sabes de Karol? —preguntó el ruloso a Agustín.

—Sólo sé que apenas se mudo aquí y estudia en la misma Universidad que yo.

Ruggero tocó su barbilla.

—Interesante —dijo y tomó asiento en el suelo al lado de Agustín.

Agustín quiso alejarse, pero sus esfuerzos fueron inútiles.

Ruggero tomó un cuchillo que se hallaba en el piso y delineo el contorno de este con su dedo, en su reflejo vió que sus ojos ahora eran verdes, maldita luna nueva.

—Se me está acabando el tiempo —susurró el ojiverde. Agustín al escuchar eso frunció el ceño, Ruggero dejó el cuchillo a su lado y miró a Agustín—. Mañana se decidirá si te dejo libre o te mato —dijo de lo más normal.

Agustín abrió los ojos a más no poder.

—¡¿Matarme?! Pero, ¿por qué? No te he hecho nada —dijo a punto de derramar lágrimas.

Ruggero puso los ojos en blanco.

—A ver, primero, no seas maricón, no llores, segundo, si te dejo libre será porque me vas a servir de algo y tercero si te mato será porque ya viste mucho y sabes mucho de mí ahora, así que eso no me conviene.

Agustín comenzó a respirar rápidamente.

—Mañana se vera, mañana —dijo Ruggero, Agustín sólo se quedó con cara de asustado.

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