Capítulo 13 •El Favor•

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Su cercanía me quitaba oxígeno, me sentía tan invisible, como si él pudiera leer mis pensamientos con tan sólo mirarme con aquellos ojos casi grises

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Su cercanía me quitaba oxígeno, me sentía tan invisible, como si él pudiera leer mis pensamientos con tan sólo mirarme con aquellos ojos casi grises.

—No tienes derecho —dije en un susurro sin moverme. Él sonrió de lado.

—Tengo todo el derecho —susurró sobre mis labios—. Este pueblo es mío —se alejó unos centímetros de mí.

—¡Agustín es inocente! —dije sin dejar de mirar esos ojos.

—Él no me dijo eso —retrocedí.

—Si alguien tiene la culpa. Soy yo —él levantó las cejas y sonrió.

—Que tierno, quieres defenderlo, ¿es tu novio? —soltó una carcajada.

Lo mire con furia.

—¿Por qué no te largas al infierno y dejas a las personas en paz? —hable enojada.

—El infierno es aquí, nena, este maldito pueblo lo es —apretó la mandíbula al pronunciar esas palabras—. Es una lástima que cayeras aquí —di la vuelta para continuar con mi camino—. ¿No quieres saber dónde está tu novio? —dijo detrás de mí.

—No es mi novio y tampoco es necesario que me digas donde está. Yo lo voy a encontrar, Ruggero —dije volteándolo a ver—. No te tengo miedo.

—Vaya, si que eres valiente —soltó una risita—. Nena, con un chasquido puedo hacer que tu novio desaparezca para siempre —apreté los labios y tense la mandíbula—. Te voy a hacer la tarea más fácil. ¿Quieres a Agustín? Ok, pero a cambio necesito que me hagas un pequeño favor —comenzó a acercarse nuevamente a mí.

—¿Qué es lo que quieres?

Sus ojos me observaron, un centello se hizo presente en ellos y por alguna razón sentí miedo.

—Que lo convenzas de que me preste su cuerpo.

¿Qué mierda?

—¿Disculpa? —dije sin poder creerlo, ¿acaso está loco?

—Lo que escuchaste. Necesito que me preste su cuerpo las noches de luna llena.

—¿Por qué?

—Nadie debe saber que estoy en el pueblo. Cuando es luna llena mis ojos me delatan, en este pueblo no hay chicos con ojos grises.

—¿Tus ojos en luna llena son grises? —pregunte asombrada, recordé lo que me dijo Agustina, sus ojos cambian de color conforme a las fases de la luna.

—Así es, niña —me dijo serio.

—No puedo hacer eso, no puedo mandar en su cuerpo —dije dando unos pasos hacia atrás.

—Ah, ok, entonces lo mataré —comenzó a caminar.

—¡Estás loco! ¿Qué te pasa? ¿Por qué no simplemente ocupas otro cuerpo? ¿Por qué el de Agustín?

—Porque él fue el que te contó la Leyenda completa, es nativo de este pueblo, significa que es sangre pura.

—Me niego, ¡déjalo en paz!

—¿Segura? Supongo que lo mataré, oh, ¿por qué no mejor lo torturó? Ya sabes, una muerte lenta y dolorosa y será por tu culpa.

Negué con la cabeza.

—¡Eres un ser despreciable!

—Me han dicho cosas peores, tú decides. Mañana quiero una respuesta, sino olvídate de Agustín.

Ruggero se alejó de ahí, ¡maldito imbécil!, no puedo hacer eso, no puedo hacer que Agustín haga eso, ¡no!, sería horrible. Pero si no lo convenzo ese chico es capaz de matarlo.

Cuando llegue a mi casa me encerré en mi habitación, mi abuela notó mi comportamiento extraño pero decidió no decirme nada y se lo agradezco, sino, ¿qué le diría? “Abuela, el hijo de la luna me está pidiendo que convenza a un amigo que le preste su cuerpo, ya sabes, lo va a poseer, ¿qué me recomiendas?” , ¡obvio no! Sólo explique que había salido temprano de la Universidad, tampoco quería preocuparla con mis malestares.

Prendí mi pequeña grabadora y puse la radio. Música de los ochenta, noventas y más inundó mi habitación, decidí dejarlo así y me recoste en mi cama, saque mi teléfono celular y observe las redes sociales, no soy muy fan de ellas pero necesitaba distraerme con algo.

Mañana quiero una respuesta, sino olvídate de Agustín.

¡Estúpido Ruggero!

¡Estúpido el día en que me interese en esa Leyenda!

¡Estúpido el día en el que mi papá me trajo aquí!

¡Estúpido el día en el que mi mamá murió!

Nuevamente las lágrimas amenazaron con salir. En la radio comenzó a sonar “Fría como el viento” de él, recuerdo cuando Valentina me dijo que si era familiar de algún famoso, así es, por eso me puse nerviosa porque mi padre es el muy conocido Luis Miguel, nunca le he dicho a nadie, él se empeño en nunca decir nada sobre mí, no sé, tal vez se avergüenza de haber tenido una hija con una admiradora, o tal vez no quiere más problemas de los que ya tiene, por un lado está bien que se fuera a Canadá, no lo necesito, amo a mis abuelos y con ellos estoy más que feliz.

Mi celular comenzó a sonar. Observe el identificador de llamadas.

Número desconocido.

Regularmente no contesto números desconocidos pero... ¿Qué tal si es una emergencia?

—Hola —respondí, una respiración agitada se hizo presente—. ¿Quién es? —pregunte temerosa.

—¿Karol? —una voz masculina se escuchó del otro lado del teléfono—. ¡Soy Agustín!, por favor ayu... —se comenzaron a escuchar gritos.

—¡Agustín! ¡Agustín!

Ruggero le está haciendo daño.

—Ya te lo dije Karol, en cuanto aceptes hacerme el favor lo dejare libre —colgó.

Ese desgraciado... Lo está torturando...

¿Por qué no mejor lo torturó? Ya sabes, una muerte lenta y dolorosa y será por tu culpa.

Por mi culpa, porque al tratar de protegerlo Ruggero le está haciendo daño.

Hijo de la Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora