Capítulo 39 •La palabra amor•

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3 días después

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3 días después...

•Karol•

Ya me encontraba en casa, el doctor me había pedido reposar y cuidar las heridas que tenía en el cuerpo, así que mi vida ahora sólo era estar acostada viendo vídeos en youtube, gracias al internet que robaba.

Ojalá no me atrase demasiado en la Universidad, puesto que en estas fechas de día de muertos hay muchas suspensiones y además los días que he faltado que sólo han sido dos, presiento que han hecho muchas cosas.

En este momento, Agustina se encontraba en mi habitación platicando conmigo, ya que ella, Esteban y Maxi se habían enterado de mi situación, comprendieron y me permitieron faltar por unos días.

—¡En verdad que estoy muy emocionada! —dijo mi amiga con entusiasmo.

—Que bello, es la primera vez que escucho de un evento así.

A Agustina se le iluminaron los ojos.

—Es hermoso, me gustaría que fueras —tocó mi mano.

—No lo creo, mira en las condiciones que me encuentro —ya no estaba tan mal pero igual debía tener precaución.

—Tal vez para ese día ya estés mejor. El baile de las luciérnagas será dentro de 2 días —sonreí.

—Tal vez, Agustina, pero no te aseguro nada —dije.

Agustina hizo una mueca de tristeza.

—Esperemos que si vayas, así no me sentiría tan sola.

—Haré lo posible.

—Te encantará, son muy románticos, mi tía me contó que ahí conoció a su esposo, ojalá me pasara lo mismo, encontrar el amor ahí —sus comentarios me sacaban una sonrisa.

—Estoy segura de que será así, eres una chica muy linda —comente.

—Gracias, Karol —soltó un suspiro—. Bueno, creo que me voy, ya casi son las ocho —dijo.

—Claro, Agustina, te vas con mucho cuidado.

Ella asintió y salió de mi habitación.

Encontrar el amor, últimamente la palabra amor me recordaba a alguien... Si, a Ruggero

🌙🌙🌙

Al día siguiente decidí levantarme, ya estaba harta de estar acostada, quería salir, respirar aire fresco, ya me sentía muy bien.

Así que bajé al comedor, donde sabía que estarían mis abuelos.

—¡Karol! ¿Qué haces levantada? —dijo alarmada mi abuela.

—Quería caminar, ya me siento bien.

—Pero estás recuperándote —comentó mi abuelo.

—Pero vuelvo a repetir que me siento bien, como nueva —y era verdad, hasta las heridas ya estaba cicatrizando.

Mi abuela soltó un suspiro.

—De acuerdo —dijo resignada—. Entonces siéntate a desayunar con nosotros.

Asentí e hice lo que me dijo.

—Oigan —les dije, mientras Amanda ponía un plato de cereal frente a mí—. Me gustaría ir al baile de las luciérnagas, mi amiga Agustina me comentó que es hermoso y me dio curiosidad.

Mis abuelos comenzaron a reír, lo cual me sacó de onda.

—¿Qué es lo gracioso? —pregunte frunciendo el ceño.

—No te voy a decir que no es hermoso por qué, si lo es, cariño —dijo mi abuela—. Pero no puedes ir, estás delicada de salud y por lo que sé, ese baile es mañana.

La mire indignada.

—He dicho que ya me siento bien, puedo ir —dije.

—Hija, comprende por favor —habló mi abuelo—. No puedes ir, podrías perjudicarte.

—¿Por qué? —dije—. Ya estoy bien, me siento capaz de reanudar mis labores, en verdad.

—No insistas, Karol, no iras a ese baile.

Algo molesta me levante de mi asiento.

—De acuerdo, si eso quieren no iré, pero tampoco quiero que me molesten —dije y me fui a mi habitación.

En verdad tenía ganas de conocer ese baile y todo por culpa de las malditas pesadillas que dañaron mi cuerpo.

Pero no dejaría que me impidieran ir, tenía que ir, nunca he ido a un baile y no suena nada mal, no creo que pase nada malo.

Tomé mi celular y le marqué a Agustina, tenía que decirme algunos detalles sobre aquel baile.

Agustina contestó al tercer tono.

—¿Hola? —preguntó del otro lado de la línea.

—Hola, Agustina, soy Karol, sólo llamaba para decirte que me interesa asistir a ese baile —sonreí—. Me gustaría que me dijeras, como debo vestir, a que hora tengo que llegar. Ya sabes, esos pequeños detalles.

—Sabía que aceptarías —se escuchó el entusiasmo de mi amiga—. Pues el baile empezara a las 10:30, será en el salón del pueblo, no queda muy lejos de tu casa, en cuanto a la vestimenta, debes de usar un vestido largo, como los de las épocas donde las mujeres usaban vestidos ampones —solté una risa.

—Se llama época victoriana, Agustina —dije entre risas.

—Bueno, como sea, yo no estudio Filosofía como tú —negué divertida—. Como te decía, un vestido así y por lo general llevar una pareja.

—Ay, no tengo pareja, ¿está mal si voy sola?

—No, claro que no, yo también iré sola, allá podemos encontrar a alguien —dijo pícaramente.

—De acuerdo —sonreí—. Entonces te veo mañana, tengo que conseguir un vestido de esos.

—Ok, te cuidas mucho.

—Igual tú

Colgué.

Ok, tendré que encontrar un vestido, seguro mi abuela tiene uno, porque apuesto a que ella ha ido a esos bailes.

Salí de mi recámara y fui a la suya.

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