Capítulo 45 •Cobardía•

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Agustín no sabía como responderle a sus amigos que ante la pregunta de Esteban se habían puesto muy atentos

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Agustín no sabía como responderle a sus amigos que ante la pregunta de Esteban se habían puesto muy atentos.

—Si, Agustín, ¿quién era? —preguntó Agustina—. Cuando regrese del baño la ví bailando con él, nunca lo había visto y era muy guapo.

Agustina se sonrojo.

—Bueno... Yo...

En eso Katja llegó con el ponche de Agustín.

—Aquí está, hermano —dijo poniendo el vaso frente a él.

—Gracias, Kat —dijo Agustín.

—Y bien, ¿de qué hablaban? —cuestionó Katja.

Agustín tomó un sorbo del ponche.

—Le estábamos preguntando a Agus sobre el chico con el que bailó Karol —dijo Maxi, Katja observó a Agustín.

—¡Oh, si, estaba muy guapo! —habló Katja con una sonrisa—. Todas las chicas lo miraban, en verdad.

Agustín la fulminó con la mirada.

—Lo siento, hermano, pero es la verdad —dijo Katja con tono de disculpa.

—¿Y bien, Agustín? —preguntó Esteban—. ¿Tú sabes quién es?

Agustín volvió a tomar ponche y dejó el vaso sobre la mesa una vez que había terminado de tomar.

—Yo, sólo sé que, ese chico es... —Agustín no sabía que decir, no podía decir que era un vecino, ya que en este pueblo todos se conocían, debía pensar en algo más—. Es... Un compañero de la Universidad en la que ella va, sólo eso sé, porque me lo dijo Karol, es más, ni siquiera sé su nombre —dijo Agustín rápidamente, todos se quedaron pensando en lo que el castaño dijo.

•Karol•

Cuando llegue a casa me asegure de no hacer ruido, afortunadamente todos ya estaban dormidos, no habría problema, cerré la puerta con mucho cuidado y subí a mi habitación, me quité el vestido, me puse la pijama, me deshice del peinado y me hice una trenza, fui al baño para lavarme la cara, ya que no podía dormir con el maquillaje puesto. Después de eso me destendí mi cama y me acosté bajó las sábanas.

—¿Qué pasa contigo, Ruggero? —dije tristemente—. No puedes irte así de mi lado, me tienes que explicar que sucede, debe de haber una solución.

Recordé el libro de las Leyendas del pueblo, era una buena forma para acercarme a Ruggero, tendría que ir a buscarlo para dárselo, excelente.

Cerré mis ojos y me quede dormida.

Con Ruggero

—¿Por qué lo hiciste, hijo? —cuestionó al ruloso quien se encontraba tirado en el suelo de la sala de estar de la casa que tenía situada en medio del bosque, las lágrimas no paraban de salir de aquellos ojos cafés.

—Porque era la única forma, mamá... —dijo sorbiendo por la nariz, estaba devastado, nunca en su vida se había sentido tan derrotado. La luna se acerco a él y se puso de rodillas para estar más cerca de su hijo.

—Pero, hijo, ¡haz lanzado a la chica que amas a los brazos de otro hombre! —dijo la luna—. Eso no está bien. Siempre te he enseñado que tienes que luchar por lo que amas y sólo me estás demostrando cobardía.

—Pero, mamá, ¡es mejor que ella esté a salvo, yo sólo traigo problemas a su vida!, ¿no entiendes? Lo hice porque la amo —dijo soltando más lágrimas.

—No, hijo, así no se hacen las cosas, si de verdad amas a Karol —la luna suspiró—. Debes renunciar a ciertas cosas.

Ruggero giró para quedar frente a frente a su madre.

—¿Qué?... —limpió sus lágrimas—. ¡No, no, mamá, no puedo hacer eso! ¿Qué sería de mí?

—Será lo que tu quieras ser...

La luna desapareció, dejando a Ruggero con muchos pensamientos.

Con Agustín

Los chicos apenas salían del baile, iban muy contentos.

—Estuvo genial —dijo Maxi—. Aunque Katja me arrastrará a la pista de baile, me la pase bien.

-¿No me digas que no te gusto bailar? —preguntó Katja con una sonrisa—. Fue lo mejor que hiciste esta noche.

Katja ayudaba a Agustina a subirse al auto.

—Si me gustó, pero me hubiera gustado más si mi pareja de baile no hubiera tenido dos pies izquierdos —comentó, todos rieron y Katja lo miró mal.

—Uy, si, ¿y tú? Muy buen bailarín —dijo con sarcasmo.

—Ok, chicos, es mejor que vayamos a casa, ya es tarde —dijo Agustín mientras subía a conducir el auto, todos hicieron lo mismo que Agustín.

—Es una lástima que Karol se haya ido antes, es muy linda —dijo Katja.

—Es una chica muy lista —agregó Agustina.

—De hecho —dijeron al unísono Esteban y Maxi.

—¿Qué les parece si mañana vamos a visitarla? —propuso el castaño.

—Me agrada la idea —dijo Katja.

—Creo que todos estamos de acuerdo —aseguró Esteban.

—Bien, entonces es un hecho.

Dicho esto Agustín encendió el auto y se dirigieron a su destino.

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