Capítulo 52 •Pasquale•

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Días después

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Días después.

Es increíble que mi vida diera un giro tan inesperado que ni yo misma me lo creo, hace un año solía ser una chica aburrida que vivía en la Ciudad de México, de las típicas que no salían de casa y se la pasaban viendo películas en internet, depresiva porque su último novio había muerto en una estúpida redada de discoteca, hasta hace poco aún no había podido superar el hecho de que Jesús Manuel muriera, pero ahora me hago la idea de que las cosas pasan por un motivo, todo pasa porque el destino así lo quiere, todos tenemos un destino escrito y no sabemos que pasará el día mañana con nosotros, por eso debemos estar preparados siempre. Mi destino era así. Ahora tengo más personas a mi lado y son muy valiosas, conocí a un chico diferente, que me hace sentir en otro planeta. En mi vida imagine que me fuera a enamorar de alguien como Ruggero y sé que no lo he visto en estos días y eso me deprime demasiado, pero tengo presente que cumplirá su promesa. Podremos estar juntos y nadie podrá impedirlo.

—¡Ánimo, linda! —escuche la voz de Agustina—. Él vendrá a buscarte —levante la vista de mi lectura de tarea y la observe.

—Es lo que espero —dije y mire hacia la puerta de salida de la biblioteca.

Agustina al igual que los demás chicos ya sabía acerca de Ruggero y aunque se sacó de onda al principio, me prometió guardar el secreto, sabía que Ruggero no era del todo malo.

—Sabes... —me sonrió Agustina—. Tu historia de amor con Ruggero parece una película —dijo emocionada.

—La realidad supera la ficción —dije entre risas.

—La otra vez Esteban me platicó algunas cosas —dijo—. Sobre lo que pasó hace unos días en tu casa, en verdad que fue muy arriesgado.

—Demasiado, diría yo —dije subrayando algunas cosas de la lectura que tenía de tarea—. Mis abuelos... —solté un suspiro—. Estaban tan asustados, no me hubiera gustado saber que esa mujer pudo haberles hecho algo, afortunadamente, entendieron que lo que hice fue en defensa propia, aunque aún insisten con que vaya al psicólogo.

Agustina negó con la cabeza.

—No lo necesitas —el sonido de la puerta de la biblioteca nos distrajo giramos a ver de quien se trataba.

—¡Hola, hermosa! —por dios. ¿Por qué Pasquale es así? Odio que las personas sean así de intensas.

—Hola —respondí amable, si, sé que no me agrada pero siempre he sido de las personas que tratan bien a las personas, porque me pongo en sus zapatos, ¡vamos! Trata a las personas como te gustaría que te trataran.

Agustina hizo una mueca de desagrado y se fue de ahí dejándome sola con él.

Desde hace 3 días, Pasquale ha venido todas las tardes a mi trabajo a verme, con el estúpido pretexto de que “le gustaba verme estudiar”.

—Oye, estaba pensando en invitarte mañana a una obra de teatro —dijo con una sonrisa pícara, le sonreí amable.

—En verdad, lo lamento pero estoy en exámenes y he faltado mucho a la Universidad, ya sabes debo ponerme al corriente —dije de la mejor forma—. Te acepto la invitación quizá para otro día —mire hacia mi lectura.

—¡Nunca quieres salir conmigo! —exclamó molesto, he hizo que los jóvenes que se encontraban estudiando voltearan a verlo con una mueca enojada.

—Shhh —dijo uno de ellos.

—Lo siento —me disculpe por él, ya que Pasquale no mostraba interés en hacerlo—. No es que no quiera, pero en verdad me agarras en un mal momento, por favor —dije.

—Claro que no, eres una... —abrí los ojos ante eso, Pasquale no terminó la oración—. Disculpa.

—¿Qué es lo que ibas a decir?

Puedo soportar todo, menos que me insulten.

—No importa —respondió—. Es que... Yo sólo quiero un poco de tu tiempo para mí, en verdad me gustas, ¿no entiendes eso? —dijo irritado—. Siempre estás con Agustín y me he dado cuenta que él no me tolera, bueno, eso es mutuo pero nunca te deja sola. ¿Qué le pasa? —dijo.

La verdad eso era cierto, Agustín últimamente estaba muy al pendiente mío y yo tampoco sabía el motivo.

—Yo... —la puerta se abrió nuevamente y esta vez pudimos observar a Matteo.

Dios, ¿qué hice para que se juntaran hoy mis dos acosadores en mi trabajo?

—Hola, Karol —dijo serio—. ¿Dónde puedo encontrar estos libros? —me mostró una lista, la leí.

—Hola, en el pasillo dos —dije igual seria.

—Gracias.

Que extraño su comportamiento, tal vez ya no tenga interés por mí, bueno, eso es perfecto.

Matteo camino hacia el pasillo dos, mi vista regresó a Pasquale.

—Creo que es mejor que te vayas —dije—. Estoy en horas de trabajo.

Pasquale giró los ojos y salió sin despedirse de la biblioteca.

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