Capítulo 21 •Hazme caso•

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Me removí en mi asiento un poco incómoda, Agustín al notar eso frunció el ceño

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Me removí en mi asiento un poco incómoda, Agustín al notar eso frunció el ceño.

—¿Te encuentras bien? —preguntó el castaño.

—Claro, pero es que me resulta un poco difícil esto —suspire.

Agustín se movió y se inclinó un poco más hacia delante.

—¿Qué pasa? —preguntó serio.

—Bueno, es que... —le di una mirada rápida y agache la cabeza—. Ruggero me propuso algo y yo acepte, por eso te dejó libre.

Sabía que Agustín tenía la mirada clavada en mí, podía sentirla y era algo que me ocasionaba más nervios.

—Bueno... ¿Qué es eso que te propuso? —apreté los párpados era ahora, tenía que decirle.

—Agus, tienes que prestarle tu cuerpo a Ruggero. Si no lo haces él te matará, por favor hazme caso —dije todo de golpe, Agustín abrió los ojos a más no poder, parpadeó un par de veces y frunció el ceño.

—¿Qué? —dijo con un toque de sorpresa en la voz—. ¿Prestarle mi cuerpo a... Ruggero?

—Si, Agus, Ruggero me pidió que te convenciera, yo tenía otro plan por eso acepte, pero desafortunadamente no resultó, creí que era mejor decirte la verdad, antes de engañarte para hacer que le prestes tu cuerpo —dije un tanto preocupada.

—Pero... ¿Por qué? ¿Por qué mi cuerpo? —dijo asustado, agache la mirada.

—Según él, porque contaste la Leyenda completa y eres sangre pura ya que siempre has vivido en este pueblo.

La mesera llegó con nuestros pedidos.

—Aquí tienen sus dos moka oreo, que los disfruten —dijo.

—Gracias —dijimos al unísono, la mesera se retiró de ahí.

—¿Y ahora qué voy a hacer?

La canción del piano terminó y bajamos el tono de voz.

—Lo siento, Agus, pero es que, él me lo dijo. Si no lo haces te va a matar —dije con un tono de suplica.

Agustín tocó su frente algo frustrado.

—Entonces estoy obligado a hacerlo —dijo serio.

Asentí, Agustín pegó un puñetazo a la mesa el cual hizo que me sobresaltara y la gente volteara vernos.

—¡Maldita sea! —exclamó.

—Agus, por favor, tranquilo —dije con voz pasiva, no quería alarmar a la gente o que pensara que estábamos peleando—. Tenemos que encontrar la forma de resolver esto.

—¡Ah, sí! ¿Cómo? —dijo con sarcasmo—. Nunca vamos a poder contra él, Karol, él es el diablo.

Agustín se levantó y yo lo seguí con la mirada.

—¿A dónde vas? —pregunte.

—A buscarlo. Y a que me mate de una vez, prefiero eso antes de prestarle mi cuerpo —caminó hasta la salida.

—¡Agustín, espera!

Saque de mi abrigo varios billetes para pagar, ya sé que no tomamos lo que habíamos pedido pero habían malgastado ingredientes y tiempo en prepararlos. Dejé el dinero sobre la mesa y salí corriendo detrás de Agustín llamando la atención de todos las personas.

Al pisar la calle el aire impactó contra mi cara, hacía demasiado frío. Observe la silueta de Agustín caminar por la oscuridad.

—¡Agustín, no puedes hacer eso! —grite.

—¡Basta, Karol! —él giró para poder verme—. ¡Ya hiciste mucho! Déjame resolver esto a mí.

—¡No, Agus!, no voy a permitir que te mate, por favor, considera lo que él quiere, sólo será por las noches de luna llena —dije tímidamente, había llegado hasta donde estaba—. No puedes dejar que te mate, por favor, piénsalo.

Agustín apretó los párpados y suspiró.

—Me va a lastimar —negué con la cabeza.

—No lo creó, Agus, consideralo, te prometo que me voy a hacer responsable si te llega a hacer algo —Agustín me observó y me envolvió en un abrazo—. Todo va a estar bien.

En eso una risa se hizo presente.

—¡Vaya, vaya! —dijo el ruloso mientras se acercaba a nosotros riendo—. Que bonita sorpresa, me he encontrado con Romeo y Julieta —me observó.

—¿Qué quieres, Ruggero? Déjanos en paz —hable.

—Uy, quien te viera. Creo que soy el único chico al que tratas mal. ¿A mí no me aceptas una cita? —comentó burlón.

—¡No la molestes! —se interpuso Agustín.

—¿Si no qué? ¿Me vas a golpear, Agustín? —volvió a reír—. Bueno, ya, un pajarito me dijo que ya le dijiste de nuestro trato —lo mire con miedo.

—Eso era lo que querías, ¿no?

Ruggero sonrió.

—Exacto, que obediente eres —miró a Agustín—. ¿Qué te parece, Bernasconi? Seremos la misma persona.

Agustín apretó los dientes.

—Sólo lo hago por Karol, no creas que me agrada mucho la idea —comentó Agustín con asco.

—Me da igual si lo haces por ella, por Justin Bieber, por quien quieras. Eso a mí no tiene porque interesarme —nos dio una mirada a los dos y por último Ruggero posó su vista en mí. Pero no me sentí mal cuando me miró, ni siquiera una pizca de miedo, me miraba diferente—. Te veo pronto, Bernasconi, espera mi visita.

Ruggero se perdió en medio de la noche, dejándonos a Agustín y a mí solos.

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