Maratón 5/5
Al salir del sótano cerré la puerta y comencé a caminar hacia atrás con el libro entre mis brazos, fue cuando choque con alguien.
—¡Aaaaaah! —pegue un grito y gire rápidamente, solté un suspiro de alivio al darme cuenta que era Amanda con quien había chocado.
—¿Le sucede algo, señorita Sevilla? —quite un mechón de cabello de mi rostro.
—¡Lo siento, Amanda!
—No debió entrar ahí —me dijo—. Es peligroso —observó el libro que aún sostenía contra mi pecho.
—Yo... Sólo me dio curiosidad —dije.
—Como dicen, la curiosidad mató al gato, más vale que tenga cuidado en donde se mete —después de que Amanda me dijera eso se retiró de ahí, dejándome con los nervios de punta.
Corrí a mi habitación, pero esta estaba destruida como si algo con garras hubiera entrado y desgarrado todo.
—¡No, no, no! —dije tirando el libro al suelo por la impresión, mi ventana estaba abierta, como si el que hubiera ocasionado todo hubiera entrado y salido por ahí.
Todo, todo estaba destruido, mis cajones revueltos y varias prendas de ropa estaban desgarradas.
—¿Quién me hizo esto? —susurré para mí misma.
Mi cama estaba desecha, el colchón abierto de lado a lado y algunas plumas aún volaban por la habitación. Sentía miedo, miedo de que quién me mandó la carta estuviera en mi casa.
Tome un impermeable, una bolsa y metí el libro en ella, salí de mi habitación y la cerré con llave, baje nuevamente.
—¡Amanda! —grite atemorizada.
—¿Se le ofrece algo? —asentí.
—Voy a salir a ver a una amiga —mentí—. Por favor, necesito que llame al servicio de remodelación de habitaciones, lo que pasa es que... Tuve un pequeño problema con la mía —no pensaba decirle lo que pasó—. Y en cuanto lleguen por favor me marca a mi celular para que me esperen.
—Si gusta yo puedo arreglarla —dijo amablemente.
—¡No!, porque... Ya sabe, quiero un cambio total.
—Está bien, señorita, ahora los llamo —asentí y salí de la casa.
Tendría que ver a Ruggero, ya debe saber de quien se trata, ¿dónde puede estar?
La lluvia estaba un poco fuerte, en este momento seguro el maquillaje en mi cara ya no existe.
—¡Ruggero! —grite—. ¡Ruggero, por favor! —continue gritando.
La presencia de alguien tras de mí hizo que girara rápidamente y por alguna razón me inundo la tranquilidad al ver al ruloso frente a mí, con ropa totalmente negra.
—¡Ruggero! —me acerque a él—. Que bueno que te encuentro, me pasó algo terrible —lo mire a los ojos y fruncí el ceño, Ruggero tenía los ojos amarillos.
—¿Qué te pasó, nena? —respondió el ruloso y esbozo una sonrisa, esto no es normal.
—¡Alejate de ella! —gire para ver de quien se trataba, era él, Ruggero, sus ojos casi grises eran inconfundibles, los tenía como la primera vez que lo conocí y llevaba una sudadera color gris.
Me aleje del falso Ruggero y este me mostró una sonrisa escalofriante con dientes filosos. Y se esfumó de ahí como arena en el ambiente, mi corazón palpitaba fuertemente, estaba a punto de perder la razón.
—¿Quién era? —dije con un hilo de voz.
—Una pesadilla —dijo secamente.
—¿Una pesadilla? ¿Por qué era como tú? ¿Qué sucede?
Ruggero me observó fijamente.
—¿Qué te pasó? —se acercó a mí y me tocó el moretón, retrocedí rápidamente porque dolió.
—No lo sé, apareció así sin más —Ruggero apretó la mandíbula—. Pero, explícame por favor, ¿qué pasó?
—Como lo dije, eso que viste se llaman pesadillas —abrí los ojos—. Ya sé que los mortales entienden por pesadilla algo diferente, sueños feos, ¿no es así?
—Si.
—Bueno, en mi mundo las pesadillas son seres malignos muy peligrosos, pueden adoptar forma de lo que más quieres o necesitas en un momento preciso, sólo puedes diferenciarlas por el color de los ojos, amarillos. Pero cuando las víctimas tienen la mente en blanco suelen ser invisibles. Ya veo que te ha hecho daño.
—¿Por qué no te hizo nada? —pregunte.
Ruggero me sonrió.
—Porque yo, soy mucho más poderoso y malo que ellas, estás con el peor, nena.
—No te pueden hacer nada —dije, Ruggero asintió.
—La respuesta que venías buscando ya la encontraste. Debes tener mucho cuidado, porque ellas pueden matarte, en lugar de volverte a escribir una carta ahora van a actuar.
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Hijo de la Luna
Fiksi PenggemarLa leyenda que nadie quiere contar. La vida de Karol Sevilla es sumamente normal, la típica vida de una chica de 19 años que sólo busca ser alguien en la vida, ella ha decidido estudiar en la Universidad en la carrera de Filosofía. Todo iba bien h...