Capítulo 12 •Jesús Manuel•

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Caminábamos por el campus de la Universidad, íbamos hacia nuestra aula para que pudiera recoger mis cosas y marcharme a casa

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Caminábamos por el campus de la Universidad, íbamos hacia nuestra aula para que pudiera recoger mis cosas y marcharme a casa.

—No te preocupes, Karol, si dejan algo de tarea o dicen algo importante te avisaré —me dijo Michael mientras me miraba algo preocupado.

—Gracias, Michael, en verdad te lo agradezco —le sonreí.

—No hay de que, Karol.

—Oye, lamento que no entrarás a clase ahorita.

Siempre odie que mis amigos hicieran algo por mí que les llegara a perjudicar.

—No tienes porque preocuparte, el profesor de la clase que nos toca es compresivo, entenderá el motivo y me dejara entrar, no te angusties por eso, escucha —eso me tranquilizo un poco—. Lo que debes hacer es descansar y no preocuparte por cosas insignificantes —comentó Michael—. Lo que te pasó no es normal.

—Lo sé, la verdad, igual no estoy tranquila por eso —suspire—. Sólo espero que no vuelva a pasar.

—Si, debes seguir las recomendaciones de la enfermera.

🌙🌙🌙

Iba en camino a casa, el autobús avanzaba demasiado lento, debo decir que odio eso, pero en esta ocasión no me importó mucho.

Ruggero... Ruggero Pasquarelli. En verdad, ¿él puede llegar a ser tan malo?, es un misterio, él es un misterio, algo que por alguna razón me ha llegado a interesar.

El autobús paró en una gasolinera, la música que traía puesta me sacó de mis pensamientos, “You Rock My World” de Michael Jackson era una de mis canciones favoritas. Sonreí al escucharla ya que me traía muchos recuerdos buenos, los cuales se habían esfumado. Mi vida no ha sido muy fácil, he sufrido muchas cosas, algunas son traumáticas.

Por ejemplo, cuando tenía 17 años tuve un novio, lo quería demasiado, pero él murió en una redada de una discoteca, alguien le empujó y se golpeó la cabeza tan fuerte que estuvo en coma durante dos semanas, me sentía tan culpable, yo estaba ahí y no pude evitar que lo empujaran, fue un milagro que yo saliera viva de ahí, lamentablemente el golpe había sido demasiado severo y murió, su nombre era Jesús Manuel, era un chico increíble, tenía una hermosa voz, le encantaba cantar. Al recordarlo el corazón se me encogía y sin percatarme mis ojos estaban apunto de derramar lágrimas. Odio, odio con todo mi ser las discotecas, odio escuchar que jóvenes como yo van a divertirse ahí sin pensar en los riesgos, les tengo pánico porque ahí fue donde perdí al primer chico que llegue a amar.

#Flashback

23 de mayo de 2015 (un mes antes de su muerte)

Apreté los párpados para evitar que las lágrimas salieran pero fue inutil, él tenía un futuro por delante, era muy talentoso debí haber muerto yo, no él, recordé todas las canciones que escribía para mí, todas las tengo en un CD que él me regaló la fecha de nuestro último aniversario.

Otra cosa trágica que sufrí fue la muerte de mi madre en este año, ella estaba gravemente enferma desde hace tiempo, tenía una enfermedad crónica llamada Leucemia, esta enfermedad poco a poco fue acabando con su vida hasta que un día me la arrebató, ya no tenía mamá que era la que siempre estaba ahí para mí, la que me daba consejos, la que me brindó su apoyo y su amor cuando Jesús murió, siempre que me preguntan sobre ella y de como murió respondo que en un accidente, prefiero decirlo a recordar su agonía en esa enfermedad horrorosa.

No sé que tiene la vida contra mí, siempre me quita a las personas que más amo.

En cuanto a mi padre, sólo lo veo una vez al año, siempre ocupado, sin tiempo para mí, con sus preocupaciones, a veces siento que no le importo. Nunca pregunta por mí, ni siquiera intentó darme aliento cuando mi madre murió. A los únicos que les importó es a mis abuelos.

Tonta Karol, tus lágrimas no sirven de nada, como si con ellas pudieras revivir a las personas que perdiste.

Abrí los ojos y me di cuenta que ya había llegado al pueblo al que me mandó mi “amado padre”. Limpie mis lágrimas y baje del transporte, en esta ocasión no me importó la gente y su estúpida manía de persignarse por una persona que baja en el pueblo.

Eran las 11:39 de la mañana y aún parecía como si fueran las 7:00 a.m., fruncí el ceño al notar la neblina y las calles desérticas, sin mencionar el frío que hacía y el aire, me abrace a mí misma y di unos pasos. Esto es raro.

—Pobrecita —escuche una voz no muy lejana, gire para todas las direcciones, sé de quien se trataba.

—¡Déjame en paz! —exclame, no estaba de humor como para lidiar con él.

De pronto, Ruggero se encontraba enfrente mío. Abrí los ojos al notar el lindo rostro albino molesto, el cual fue cambiando por una sonrisita.

—¡Hola, preciosa! —dijo mientras caminaba alrededor mío—. ¿Un mal día? —se detuvo a mi costado y me observó de reojo.

—No te importa —él soltó una carcajada.

—Es una lástima, pensaba que tal vez... Querías compartir con alguien tus penas.

—¿Crees que te diría algo de mi vida? —dije con amargura.

—Puede ser —levantó una ceja—. Por cierto, nena, ¿conoces a un tal Agus... Agustín?

Esto no está bien.

—¿Qué le haz hecho? —pregunte molesta—. ¡Habla, maldito!

Ruggero se hizo el ofendido y puso una mano en su pecho.

—¿Qué te hace creer que le hice algo? Insisto, esta gente si que se ha encargado de dañar mi reputación.

—¡Mira, Ruggero, no quieras hacerte el inocente conmigo, que ya sé como eres, más vale que dejes a Agustín en paz!

—Y si no... ¿Qué? —se acercó a mí lo demasiado como para sentir su frío aliento sobre mi cara.

Hijo de la Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora