Capítulo 22 •Luna Roja•

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Viernes

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Viernes.

La música en mis auriculares sonaba ligeramente en mis oídos, Cien de CNCO era lo que escuchaba mientras cerraba los ojos.

Mi abuela le enojaba que durmiera con música puesta, temía que muriera ahorcada por el cable de los auriculares, pero es que sólo puedo relajarme si escucho música.

Llevaba como media hora tirada en la cama escuchando música y es que la verdad estaba muy casada, hoy fue un día muy pesado en la Universidad, agradezco que sea Viernes, arrugue la frente al recordar que había quedado con Matteo para salir a cenar, en esos momentos me arrepentí de haber aceptado, quisiera quedarme aquí tomando una taza de chocolate caliente. Pero también debía ir al trabajo.

Tome mi celular y pause la música, quite los auriculares de mis oídos y suspire. Gire mi cabeza para ver el reloj que se encontraba sobre el buro al lado de mi cama, 5:30 p.m.

Me levante de la cama y salí de mi habitación, la madera del piso rechinaba con cada paso que daba. La casa estaba en completo silencio, lo que se me hizo extraño. Baje rápidamente a la cocina ya que había humo.

—¡Santo Cielo! —dije al abrir la puerta de la cocina, estaba cubierta por una gruesa capa de humo negro. Tocí y me dirigí a la estufa para apagar lo que se estaba quemando, abrí todas las puertas y ventanas que había en la casa.

—¡Amanda! —grite, pero nadie contestó—. ¡Amanda!

Comencé a buscar a Amanda y a mis abuelos por toda la casa, pero no había nadie.

Toque mi frente frustrada. ¿Dónde pueden estar? Esto no me estaba gustando, me dirigí a la salida de la casa y abrí la puerta.

—Buenas tardes, señorita —dijo una señora que pasaba frente a mí.

—Buenas tardes —respondí.

Fue cuando ví a Amanda y a mis abuelos a unos cuantos metros, estaban observando algo en el cielo junto con otras personas. Me acerque a ellos.

—¿Qué hacen? ¡Casi me incendio! —comente enojada.

—Shhh —dijo mi abuela.

—¿Qué pasa? No entiendo —fruncí el ceño—. ¿Qué están viendo? —mire hacia donde estaban observando.

—La luna, querida. Está roja —dijo mi abuelo.

—¿Y? —comente—. A veces pasa eso —dije.

—Pero cuando sucede sólo se ve en las noches —respondió mi abuela—. Y todavía no anochece.

—¿Y eso qué significa? —dije mostrando un poco más de interés.

—Significa que hay algo en el pueblo que no es bueno —respondió mi abuelo.

—Será mejor que entremos, señores —comentó Amanda—. Puede ser arriesgado que estemos afuera.

Mis abuelos asintieron y comenzaron a caminar en dirección a la casa, yo me quede observando la luna.

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