Capítulo 24 •Celos•

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•Karol•

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•Karol•

Al regresar del baño, pude observar que Matteo y Ruggero hablaban, por un momento creí que trataban de llevarse bien pero, por favor, eso es imposible.

—De nada, son cosas sin importancia, hermosa —me dijo Matteo, lo que me sacó de onda.

Ruggero rodó los ojos.

—Está bien —dije y tome asiento.

—Por favor, Karol, pláticame sobre ti —habló Matteo.

—Bueno, yo...

—¿En serio, Matías? —dijo Ruggero.

—¡Matteo! —corrigió molesto.

—Como sea —respondió Ruggero amargamente—. ¿Esa es tu forma de ligar? ¡Qué aburrido eres!

Ruggero soltó una risita y se cruzó de brazos.

—Agustín, por favor —dije para que se calmara.

—¡Supongo entonces que eres un experto! —comentó Matteo enojado.

—No, claro que no, sólo que yo no necesito ligar con nadie —respondió—. Eso es de idiotas.

Matteo se levantó agresivamente de la mesa y Ruggero comenzó a reír. Ya no puedo estar soportando esto.

—¡Ya, por favor! —dije de igual forma levantándome de la mesa—. Yo sólo quería pasar un buen rato, pero no, ¡aquí los dos son unos idiotas inmaduros! —dicho esto comencé a caminar a la salida del restaurante.

Las personas se habían quedado viendo la escena con curiosidad.

Con Ruggero y Matteo

—¡Ves lo que ocasionas,  imbécil! —exclamó Matteo.

—¡Ahora resulta que todo es mi culpa!

—¡Si no hubieras venido todo sería diferente, sólo viniste a joder las cosas!

Matteo se acercó a Ruggero.

—¡Oh, si, claro, como no! —dijo con sarcasmo.

—Estás celoso, ¿verdad?

Ruggero fulminó con la mirada a Matteo.

Él aún no conocía el nuevo sentimiento que sentía por Karol y se le hizo una idiotez pensar que estaba celoso.

—Estás pendejo, ¿verdad? —habló Ruggero con el mismo tono de voz que había utilizado Matteo.

—¡Pero claro que lo estás! Que patético eres.

Ruggero dio un golpe en la mesa y se levantó del asiento.

—¡No te metas conmigo! Si no quieres arrepentirte —habló seriamente.

—¿Qué me puedes hacer tú? No eres más que un idiota enamorado de su amiga, que imbécil, pero tenlo claro, Agustín, Karol será mía, ¿comprendes?

—Me das lástima, te vas a arrepentir de eso... ¡Tú!, tenlo por seguro.

Ruggero le dió una mirada no muy agradable y se fue del restaurante.

Estaba considerando en dejar a Matteo de lado e ignorarlo pero después de lo que le dijo, es más que obvio que no sobreviviría.

Ruggero se fue a lo más profundo del bosque, cerró los ojos y a continuación ya se encontraba fuera del cuerpo de Agustín, giró la cabeza y vió el cuerpo del castaño tirado.

—Me la vas a pagar, Matteo —los ojos grises de Ruggero brillaban con la luz de la luna—. Te vas a arrepentir —dijo mientras apretaba los puños.

Sabía que no debía salirse del cuerpo de Agustín, pero debía hacerle saber a Matteo quien manda.

—¡Agustín! —le gritó al castaño, el chico abrió los ojos de golpe.

—¿Qué hago aquí? —dijo poniéndose de pie.

—No tengo porque estar dándote explicaciones —dijo molesto Ruggero—. Lárgate ya a tu casa, por hoy me has servido.

—Está bien, Ruggero.

—¡Pero ya! ¡Lárgate!

Agustín se fue corriendo.

Ruggero de igual forma se fue de ahí tenía que encontrar a Matteo, se puso el gorro de su sudadera color negro y esbozó una sonrisa.

—¡Ay, imbécil! —comentó Ruggero.

•Karol•

Llegue a mi casa, molesta.

—¡Agh, son unos idiotas! —exclamé.

—¡Karol! —escuche a mi abuela, apreté los párpados, a ella no le gusta que diga malas palabras.

—Abuela —dije acercándome a ella.

—¿Por qué dices eso? ¿Qué te pasó? —solté un suspiro.

—Nada, abuela, todo está tranquilo —mi abuela me dió una mirada divertida.

—¿Chicos? —me puse nerviosa—. Cuéntame, cariño. ¿Qué te sucede?, puedo darte un consejo.

—En verdad nada, abuela, todo está normal.

—A mí no puedes engañarme —dijo—. Te conozco desde que eras bebé, dime, ¿esos chicos te hicieron algo?

Mi abuela me tomó de la mano y me condujo al sofá. Tomamos asiento y solté un suspiro.

—Hay un chico que me invito a salir —mi abuela sonrió—. Acepte ir pero... —me puse nerviosa—. Otro chico se coló con nosotros y todo el tiempo estuvieron peleando por la culpa del que se coló —mi abuela soltó una risa—. ¿Qué es gracioso? Fue insoportable —fruncí el ceño.

—¡Ay, cariño!, el amor de la juventud es así, los celos pueden ocasionar muchas cosas.

—Abuela, es algo tan ilógico pensar que ese chico tenía celos, él es así de grosero y déspota —comente.

—Todos tenemos sentimientos, cariño, también los más groseros y déspotas —me sonrió—. Habla con ese chico, seguro es el que te quiere más —me codeó mi abuela—. Por algo se comportó grosero con el otro chico.

—Trataré —solté un suspiro.

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