Capítulo 25 •La Carta•

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Maratón 1/5

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Maratón 1/5

Subí a mi habitación y al llegar prendí mi pequeña computadora.

Aún sigo sin superar el hecho de que Ruggero haya arruinado una cita, me puse a pensar en lo que mi abuela me había dicho. ¿Celos?, Ruggero, ¿celos?, pero él nunca me había mostrado un trato diferente, siempre me trata mal, se comporta grosero, nunca me ha dado motivos como para pensar que está enamorado de mí, además, él es malo, dudo que en su corazón exista algo que se llame amor.

Sacudí la cabeza ahuyentando todos esos pensamientos ilógicos. Teclee en la computadora “youtube” quería escuchar algo de música para olvidar lo desastrosa que resultó la primera cita que tuve en este lugar, bueno, igual no importa que la cita no saliera bien, de igual forma Matteo se ve que es un Don Juan y dudo mucho que lo que quiera lograr conmigo sea algo serio, por una parte estuvo bien que Ruggero arruinara la cita.

En el buscador de youtube puse algo de Austin Mahone “Better With You” deje que la música sonara y me quite el abrigo que tenía puesto, lo lancé a el sofá que tenía en una esquina y me senté en la orilla de la cama, sonreí, que bueno que mis abuelos habían accedido a dejarme traer mi computadora y aunque robaba el internet de los vecinos podía distraerme con algo de música.

Mi abuela entró a mi habitación sin llamar a la puerta.

—Querida, asegura bien tus ventanas —dijo mientras en las manos llevaba un bote transparente lleno de agua.

—Si, pero... ¿Por qué tienes eso? —fruncí el ceño.

—Lo vengo a poner aquí en tu recámara, es agua con carbonato.

—¿Para qué lo dejarás aquí?

—La luna está roja, cariño, tenemos que tomar medidas de seguridad, esta agua nos ayudara a ahuyentar las malas vibras —me dijo mientras colocaba el recipiente en una esquina de mi habitación.

—Oh, ya —dije soltando un suspiro y tocándome la frente—. Creo que vivir en este pueblo trae mucho estrés, tantas cosas que debo conocer.

Mi abuela sonrió.

—Si, cariño —se acercó a mí y me dió un beso en la mejilla—. Será mejor que duermas, ya es tarde.

—Si, abuela, en un rato más dormiré.

—De acuerdo —me dio una mirada que no era común en ella, estaba como indecisa.

—¿Pasa algo? —pregunte.

—Acabo de revisar el correo y... —mi abuela hizo una pausa y de la bolsa de su abrigo sacó una carta—. Es de tu padre.

La tome un tanto asombrada e incrédula, nunca me mandaba nada.

—¿Me ha mandado una carta? ¡De verdad! —dije un tanto feliz, a pesar de todo lo que ha pasado con mi padre le tengo mucho aprecio, no puedo juzgarlo, después de todo nunca dejara de ser mi padre y es la única familia que tengo si algún día llegan a faltar mis abuelos.

—Así es, linda, el destinatario dice tu nombre —sonrió—. No sabía como ibas a tomarlo, pensaba que la ibas a rechazar.

Negué con la cabeza.

—No soy quien para juzgar a mi papá, él tendrá sus razones por las que se alejó de mí, además, me dió esta casa y gracias a él te tengo a ti y a mi abuelo —mi abuela me abrazó.

—Eres maravillosa, cariño —me dió un beso en la mejilla—. Bueno, pues, ya descansa.

Asentí, mi abuela salió de la habitación y con una sonrisa abrí el sobre de la carta, mi sonrisa fue desapareciendo poco a poco al leer el contenido. Mi papá no había escrito esta carta.

Leí el remitente de la carta.

De: Luis Miguel Basteri

Para: Karol Sevilla

¿Qué? El miedo me inundo profundamente, la piel se me puso chinita.

Necesitaba ver a Ruggero. Volví a leer la carta.

Eres tan ingenua que creíste que era tu papá, pobrecita niña, fue tan fácil encontrarte y ahora no descansaré hasta verte destruida, por tu culpa el hijo bastardo de la luna no ha podido terminar con este pueblo, él no sabe lo mucho que me encantaría ver a tu pueblo hundido en llamas, ¡hacer que desaparezca para siempre!, pero gracias a ti ahora él no puede hacer nada, seguro no sabes por qué, al igual que yo, así que, ¿te parece que lo ayudemos? Dejame despedazarte, hasta que cada pieza de tu cuerpo deje de existir. De mí no te salvas, mataré a todas las personas que quieran esconderte, he llegado a tu maldito pueblo, sólo para matarte, tenía que hacértelo saber, aunque seguro ya lo sabías por la luna roja. Pero, vamos, ayudemos a Ruggerito, sin ti aquí, él podrá hacer que “El Beso del Diablo” deje de existir. Dejame matarte.

La carta no estaba firmada por lo tanto no tengo la mas mínima idea de quien sea, debía ver a Ruggero lo más urgentemente posible.

Quien sea, ya sabe donde vivo.

Hijo de la Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora