NATHANIEL
Tenía que comportarme. No podía besar a Mackenzie constantemente, como si luego no tuviese consecuencias. Porque estaba sentado en el auto, junto a ella, y en lo único que podía pensar era en estacionarme para volver a hacerlo. Sentir sus labios aterciopelados y cubiertos de algo adictivo en los míos.
¿Que estaba mal conmigo?
No solo parecía un crío, sino que hasta Kenzie había notado que estaba pillado por ella. Cada vez que la conocía más, era solo mas voltaje que le agregaba a la inevitable corriente eléctrica que parecía envolvernos cuando estábamos en la misma sala por mas de diez minutos.
Y aunque a muchas personas eso les resultaría algo bueno, para mi solo era pensar en volver a caer en aquel espiral de deseo y peleas que, tiempo antes, había estado con Samantha. Algo que no había disfrutado en lo absoluto, y del que me había costado horrores salirme. Saber que debía romper su corazón para dejarla me había hecho postergarlo mucho tiempo, hasta que con la excusa de la pasantía aquí, finalmente había tomado el coraje para decirle. Y si, Sam también notaba que las cosas no funcionaban, pero de igual forma no fue un bonito momento.
Pero Kenzie no es Sam. Y yo no soy el mismo Nate tampoco.
Manejo en silencio, mientras evito mirar hacia mi derecha. Puedo ver por el rabillo del ojo que Kenzie tiene la vista fija en la ventanilla, pero temo decir algo y quedar como un idiota. Desvío mi mirada a la vela que he puesto en el porta vasos; la vela que me ha dado antes que nos besáramos.
No la había encendido, y aún así el carro estaba inundado de su aroma. No solo porque ella estaba allí, sino porque la vela desprendía el mismo olor a rosas que su cabello. Ese mismo aroma que había tenido toda una semana hasta que han lavado las sabanas de mi habitación. Ese aroma que parecía invitarme a cerrar los ojos para imaginarme como volvíamos a besarnos.
Bufo frustrado al notar que otra vez estoy soñando despierto.
— ¿Está todo bien?— la voz de Kenzie me hace sobresaltar.
— ¿Que? Si, claro.— respondo sorprendido.— ¿Por que lo preguntas?
— Es que pareces muy absorto en tus pensamientos.— dice con curiosidad.— Eso, y que has echado un bufido de enfado.
— Estaba pensando en algo que no hice para la oficina.— miento.— Y era para el lunes.
Se ríe:— Ya, a veces me olvido que eres un adulto responsable.
— Lo intento.— río.— Aunque a veces todavía me comporto como un niño.
— Es cierto.— concuerda conmigo.— Pero bueno, supongo que cuando seas abogado serás un estirado que beberá whisky y no hará chistes.
— Será como una versión nueva de mi padre.— bromeo.
Nos reímos, aunque en cierto punto es una realidad. Mi padre desde que era pequeño me había llevado con él al trabajo, y ya de más adulto a cortes y tribunales. Había hecho todo lo que estaba en su poder para que me agradecen las leyes, y lo había conseguido. Me encantaba lo que estudiaba.
Pero a veces me preguntaba que hubiese pasado si me dejaba encontrar mi propia vocación. Si en lugar de hacer que lo amara tanto como él, me hubiese dejado elegir. Porque aunque constantemente me repitiera que esto era mi elección, yo sabía que si hubiese optado por el estudio de alguna otra cosa, su mirada de decepción me perseguiría por el resto de mi vida.
— Es un buen abogado.— dice Kenzie sonriendo.— Hizo el divorcio de mis padres.
Asiento:— Se dedica exclusivamente a divorcios de parejas que se quieren quedar con todo el dinero.
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Amor en Instantáneo (SIEMPRE #1)
Teen FictionEn la vida de Mackenzie Cass, nada es sencillo. Entre la constante lucha de su hermano contra las adicciones y una madre que ha decidido empezar de nuevo a miles de kilómetros de distancia, Kenzie siente que su mundo se desmorona. Pero hay algo más...