Capítulo 8

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MACKENZIE

En cuanto estacionamos fuera, se que fue una mala idea. Haber venido fue descabellado desde un principio: no me gustaban las fiestas universitarias. Si, podía lidiar con el tipo "fiesta preparatoria", y podía hacerlo porque era totalmente distinto.

Aquí la gente parecía fuera de control: había chicas semidesnudas corriendo por el parque, chicos pasándose marihuana y miles de escenas algo obscenas de las que no me apetece hablar. No era mi tipo de ambiente, a decir verdad. Pero también era cierto que el ambiente invitaba a pasar: con la música alta y las luces de colores que alumbraban el lugar.

Supongo que en algún punto, debía acostumbrarme a este tipo de fiestas. Asistiría a la universidad al terminar el año, y esto se volvería parte de socializar. 

— ¿Quieres volver a casa?— pregunta Nate y me volteo a verlo.

Sonríe y maldita sea que se ve bien. Lleva la camisa blanca arremangada y un poco abierta, el cabello desordenado y su sonrisa derrite bragas patentada. Él estaba intentando coquetear conmigo constantemente, y no era para nada sutil.

— Claro que no.— frunzo el ceño.— ¿Por que preguntas?

— Es que luces como si hubieses visto un fantasma, estás pálida.— posa su mano en mi frente.— ¿Te sientes bien?

Detesto su tono burlón y altanero, como si creyese que es mejor que yo.

— Cierra la boca.— le digo y le quito la mano de un golpe.— ¿O es que tu vida de abogado ya no te permite ir a este tipo de fiestas y divertirte?

Se ríe:— ¿Vida de abogado? Bueno, te alegrara saber que por mis altas calificaciones conseguí una pasantía aquí, en Nueva York. Así que pienso quedarme por al menos unos cinco o seis meses más.

— ¿Así que debo ver tu rostro por todo ese tiempo?— bufo.— Vaya suerte la mía.

— Muchas chicas querrían tu suerte, Cass.— dice con una sonrisa de suficiencia.

— No creo que ninguna chica en su sano juicio quisiera tener mi suerte, creeme.— digo abriendo la puerta del carro.— ¿Vamos ya?

Se ríe y niega con la cabeza:— Eres imposible.

Bajamos del carro y caminamos hacia la fiesta. El lugar está repleto, así que Nate camina por delante mío, abriéndose paso, mientras yo me resguardo tras él. En un momento estira su mano y la entrelaza con la mía, colocándome mas cerca de él. Se siente extraño, pero dejo que lo haga. Aunque la parte racional de mi cerebro sabe que es para que no me pierda entre el gentío, hay una pequeña parte dentro de mi pecho que le agrada la facilidad con la que nuestros dedos se unieron.

Por fin llegamos hasta la cocina, y la cantidad de gente es menor. Hay universitarios por todas partes y algunos están jugando una competencia de chupitos. Nos dirigimos hacia estos últimos, y enseguida un rubio levanta la vista hacia nosotros y abre los ojos sorprendidos.

— ¡Mis ojos se encuentran bendecidos ante la presencia del único e inigualable Nathaniel Miller!— exclama en voz alta llamando la atención de todos.

— Beau, hermano.— dice Nate sonriendo.— Veo que no has cambiado tanto desde la secundaria.

El rubio se encoge de hombros:— ¿Qué puedo decir? Me encantan las fiestas.

— ¡Nate!— un moreno viene con un par de latas de cervezas en la mano.—Parece que alguien extrañaba pasar tiempo con nosotros.

— Aunque no has perdido el tiempo...— dice Beau pasando su vista por mi cuerpo y alzando las cejas.— ¿Quién es esta preciosura?

Amor en Instantáneo (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora