Capítulo 42

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MACKENZIE

   Existían varias razones por las cuales detestaba levantarme accidentalmente un domingo por la mañana. Tal vez porque había dejado la cortinas mal cerradas, o porque la noche anterior había olvidado apagar la alarma temprano. Pero la de oír a mi molesto y ruidoso vecino del piso superior correr los muebles, era la peor de todas.

Tenía la muy mala costumbre de los domingos por la mañana, redecorar todo su departamento, y mover hacia cualquier parte la cama y otra mueblería pesada que resonaba contra el piso, y luego se oía en mi casa. Aquella mañana no había sido la excepción, y ahora mismo me cubría los oídos con la almohada intentando con todas mis fuerzas dormirme.

Estaba claro que no iba a pasar.

Luego de algunos minutos me rendí, y decidí levantarme para hacerme el desayuno. Nada demasiado sofisticado, dado que no había mucho en el refrigerador, pues la historia se cuenta sola: mi padre no fue al supermercado y, si yo no voy, no hay comida. No soy demasiado fanática de cocinar pero, ¿Que no haya leche? Era demasiado, incluso para mi.

Me siento con el café y la tostada en silencio, mientras miro mi móvil. Le he enviado un mensaje a mi madre, pero no ha respondido. Mi padre en un mensaje de hace una hora me avisa que ha ido a hacer entregas, y que compre leche porque se ha tomado lo que quedaba. Que novedad.

Un mensaje entra en aquel mismo instante, y sonrío al verlo.

Niño Bilis: ¿Estás en tu casa?

Ruedo los ojos.

Kenzie: Lo siento, ¿Quién es?

Niño Bilis: El amor de tu vida.

No puedo evitar reírme, y otro mensaje llega.

Niño Bilis: Jason Armstrong.

Por poco escupo el café. Sin embargo, cuando estoy escribiendo una respuesta, suena el timbre. Me levanto de la silla, y voy a la puerta. Me reclino contra la puerta cuando abro y sonrío.

— Buenos días.— digo riendo.— Te despertaste temprano.

Nate me recorre el cuerpo con la mirada, repasando mis piernas y alza sus cejas. Solamente llevo una camiseta negra larga con una rosa que le he pintado hace mucho, por lo que dejo muchas cosas a la imaginación.

— ¿Siempre le abres la puerta así a Jason?— bromea.

— Es el amor de mi vida, ¿No es así?

Asiente:— Bien, es lo justo.

Me hago a un lado y él pasa. Está vestido de entre casa, lo cual me resulta bastante extraño.

— Me han dado el día libre hoy.— me explica.— Al parecer, dejar de ser un interno tienes sus ventajas.

Cierro la puerta y me acerco a él. Nate me toma de la cintura y me besa con ganas, lo que me eriza la piel.

— ¿Debería agradecerle a tu jefe?

— Yo debería agradecerle.— responde pegandome a su cuerpo.— Te extrañé.

— Nos hemos visto el viernes, y es domingo.— respondo riendo.

— Es demasiado tiempo.

— Que exagerado.

— Extrañé tenerte cerca...— murmura y vuelve a besarme, pero esta vez mete su mano por debajo de la camiseta, y me toca el trasero.— No puedo dejar de pensar en lo del viernes.

Amor en Instantáneo (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora