Capítulo 26

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NATHANIEL

— Nuestros tribunales tienen sus defectos, como los tienen todas las instituciones humanas, pero en este país nuestros tribunales son los grandes niveladores, y para nuestros tribunales todos los hombres han nacido iguales.— leo con voz firme.

Estiro mi dedo y paso de pagina, mientras Kenz se acomoda sobre mi. Llevamos más de una hora en esa posición, y no me quejaba: se encontrada acostada sobre mi, mirando el libro que tenía en mis manos.

Matar a un ruiseñor, de Harper Lee.

Kenz se ríe:— Suenas como todo un abogado cuando dices eso.

—Lo soy.— contesto con superioridad.

No la veo, pero se que ha puesto los ojos en blanco.

— Sigue, la historia es entretenida.— dice apretando con suavidad mi brazo en donde tenía la cabeza apoyada.

Sonrío y sigo leyendo.

— No soy un idealista que crea firmemente en la integridad de nuestros tribunales ni del sistemade jurado; esto no es para mí una cosa ideal, es...— me detengo a mitad de la frase, cuando siento la mano de Kenzie acariciar mi costilla por sobre mi camisa.

— ¿Por qué paras?— pregunta con inocencia.

— ¿Qué haces?— pregunto en voz baja.

— ¿Qué hago con que?

Suspiro:— Estás tocándome.

Kenz gira su cabeza hacia mi, y se ríe:— Estaba haciéndote una caricia.

— Ajá...

— ¿No te gustó?— pregunta haciendo un puchero.

— Ah, si, me gustó.— digo cerrando el libro y apartándolo.— Tal vez demasiado.

La tomo de la cintura, y la muevo hacia mi. Su pecho queda contra el mío, y su rostro peligrosamente cerca de mis labios. Kenz me mira en silencio, con el rostro serio, y mis manos aprietan su cintura ligeramente, atrayéndola hacia mi.

— ¿No quieres seguir leyendo?— pregunta.

— Prefiero hacer esto.

La beso, y sus manos se apoyan con suavidad en mi pecho, relajando todo su peso contra mi. Mis manos bajan hacia la parte de su cintura, y clavo las yemas de mis dedos en su trasero, apenas rozándolo.

Habíamos estado toda la semana ocupados y, ahora que por fin era sábado, se sentía más que bien volver a estar con Kenzie. El caso en la corte de la semana siguiente me tenía demasiado ocupado, pero intentaba no pensar en ello.

— Creí que querías leerme el libro.— dice despegando su boca de la mía.

— Así es.

Había querido dárselo para leer, pero como sabía que le costaba bastante, había optado por leérselo yo en voz alta. Kenz había aceptado sin problema; parecía confiada para hablar conmigo sobre su asunto de la dislexia.

— No me dijiste porque te gusta tanto aquel libro.— contesta rozando su nariz con la mía tiernamente.

— Porque el abogado protagonista, Atticus, es la imagen de la justicia y la moral.— le cuento.— Y fue la razón por la que decidí finalmente convertirme en abogado.

Había leído el libro cuando tenía dieciséis años en la escuela, y en verdad había cambiado mi perspectiva sobre la abogacía y el defender a una persona. Me había enamorado de la historia, a pesar del racismo e injusticas que exponen. Me di cuenta que podía cambiar todo aquel mal en el mundo, si aportaba mi grano de arena.

Amor en Instantáneo (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora