MACKENZIE
Desde niña, pienso que el mundo se divide en dos: las personas que adoran la Navidad, y las personas que la odian.
Yo amo la Navidad.
Me encanta ver la nieve caer en la ventana, tomar chocolate caliente y ver películas que parecen ser exactamente iguales. Me fascina observar a los niños creer en la magia de las fiestas, y que Santa Claus aparecerá por sus chimeneas.
Es una época mágica del año, incluso para los adultos. De niña, me la pasaba metida en casa, pues vivía en California. Hacía calor, y soñaba con poder pasar tiempo en la nieve como en las películas que pasaban por la televisión. Desde que vivo en Nueva York, pude hacer todo eso.
Pues claro que no lo tenia todo como en cualquier película, pues carecía de una la familia que se unía para Navidad y se reconciliaba gracias a la magia del amor. En su lugar, mi madre me había hecho llorar en una cena donde conoció a mi novio; ademas de que mi hermano había salido provisoriamente de la clinica psiquiátrica para quedarse en casa y ahora el lugar olía a humo de cigarrillo todo el día. Todo eso en menos de cuarenta y ocho horas.
Feliz Navidad para mí.
Sin embargo, a pesar de todos los tropiezos que había tenido, por fin era veinticuatro de diciembre. Al igual que siempre, los Miller nos invitaban a cenar a su casa y nosotros asistíamos. Siempre sus cenas me habían parecido increíbles: eran la mezcla perfecta de riqueza con aquel toque hogareño. Servían vino de trescientos dólares, pero comíamos papas fritas con la cena.
Adoraba esta época del año, y ahora que estaría Nate allí, me gustaba el doble. Habíamos decidido hacer como que aquel almuerzo con mi madre no había existido, y acordamos en silencio no volver a discutir sobre esas tres incomodas horas. Claro que durante la cena deberíamos soportar algunos comentarios hirientes de mi madre, pero nada como cuando estábamos a solas. Delante de los Miller, ella solía ser mas educada.
El problema por lo general era Cody. Siempre decía algo que no debía, o se pasaba de la raya generando silencios incomodos. No lo culpaba, su interacción humana había bajado mucho,y su medicación le daba muchísima ansiedad. Era mamá quién luego puntualizaba aquellos momentos, para dar su veredicto como mi hermano no estaba listo para salir a sociedad y que nunca lo estaría.
Por lo general para el final de las fiestas, el animo de Cody disminuía muchísimo, y volvía a la clinica mas deprimido de lo que había salido. La indicación que teníamos por parte de su doctora era que no lo dejásemos solo, pues tendía a ser impulsivo y no queríamos que se escapara para volver a recaer.
— Tierra llamando a Mackenzie...— dice Kristen mientras mueve mi mano frente a mi rostro.— ¿Oíste algo de lo que te dije?
— ¿Puedo fingir que si para que no te enfades conmigo?— pregunto sonriendo.
Ella bufa:— Solamente porque eres mi mejor amiga.
Se me ha ido la olla mirando al gran árbol del shopping en el que estamos, pensando en la Navidad. Habíamos venido con Kris para comprar regalos de ultimo momento, porque ambas éramos terribles novias. Debíamos volver en menos de dos horas para la cena, y ninguna estaba lista.
Por mi parte, no se me ocurría nada que regalarle a Nate. Si, le conocía bien, pero tal vez no tanto como creía. El primer regalo había sido fácil: algo que él quería, pero que jamás se compraría. El segundo, debía ser una distracción previa a ese grn primer regalo.Quería obsequiarle algo que fuese personal, y que pudiese llevar consigo para recordarle a mi. Sin embargo, no podía pensar en que. Por otro lado, cada regalo que Kris miraba, era demasiado costoso: desde relojes, hasta camisas de marca. No tenía dinero, pero no podía pensar un regalo de bajo presupuesto que costear.
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Amor en Instantáneo (SIEMPRE #1)
Teen FictionEn la vida de Mackenzie Cass, nada es sencillo. Entre la constante lucha de su hermano contra las adicciones y una madre que ha decidido empezar de nuevo a miles de kilómetros de distancia, Kenzie siente que su mundo se desmorona. Pero hay algo más...